Vicente Valero

El pasado s¨¢bado, Vicente Valero, gobernador civil de Tarragona, result¨® gravemente herido mientras negociaba con un atracador, en Valls (Tarragona), la liberaci¨®n de ocho rehenes que permanec¨ªan en el interior de una entidad bancaria. Esa misma noche llegaron a la residencia sanitaria donde el gobernador fue operado la hermana y los hermanos menores de Valero. Extra?¨® su presencia, porque la opini¨®n p¨²blica conoc¨ªa pocas cosas de don Vicente. Se sab¨ªa que es hijo de Villena (Alicante), donde naci¨® el 12 de marzo de 1949, pero hasta el triunfo socialista de 1982, Valero era un perfecto desconocido.

Los socialistas de Tarragona ten¨ªan entonces en la mente muchos nombres como candidatos a ocupar el Gobierno Civil, pero nadie imaginaba que un hombre que en aquellos momentos era director de la Casa de Espa?a en Par¨ªs llegar¨ªa a convertirse en la primera autoridad provincial de Tarragona.Sea como sea, lo cierto es que despu¨¦s de notific¨¢rsele su nombramiento, Valero se dirigi¨® desde Par¨ªs hasta Madrid, donde tom¨® posesi¨®n del cargo, y desde all¨ª se traslad¨® a Barcelona. Y luego, a Tarragona en el coche oficial del Gobierno Civil. Lo hizo por autopista, y antes de cruzar el cartel que indica el comienzo de la provincia tarraconense orden¨® al ch¨®fer que parara, baj¨® del veh¨ªculo y cruz¨® el l¨ªmite de la provincia a pie. Nunca ha desmentido esta an¨¦cdota, y su actitud sirvi¨® para que m¨¢s de una persona se llevara las manos a la cabeza.

Lleg¨® a Tarragona. Nadie daba un duro por ¨¦l y empez¨® a chapurrear el catal¨¢n. En su primera entrevista concedida a este diario dijo que acced¨ªa al cargo con toda la ilusi¨®n del mundo y manifest¨® ser un enamorado del mundo de las artes y la cultura. Convirti¨® r¨¢pidamente el vest¨ªbulo que da acceso a la sede del Gobierno Civil en sala de exposiciones y la bautiz¨® con el nombre de Sala Joan Mir¨®. El despacho, fr¨ªo hasta entonces, fue puesto-patas arriba y las flores hicieron acto de presencia; tras su sill¨®n, aparte de las fotograf¨ªas oficiales de los Reyes, un cuadro dedicado por sus amigos de Par¨ªs confiere otro aire a la sala.

M¨¢s tarde llegar¨ªa el caso Mar¨ªa Teresa Mestre, y Vicente Valero cogi¨® el toro por las astas, a pesar de que en algunas ocasiones las astas cedieran y ¨¦l tropezara. Tras la desaparici¨®n de la esposa de Enrique Salom¨® -industrial implicado en el fraude de la colza-, Vicente Valero se entrevist¨® con Salom¨®, fue en busca de sus hijos y exigi¨® en Barcelona que la explicaci¨®n de los hechos tras la detenci¨®n de ?ngel Mayayo, presunto asesino de Mar¨ªa Teresa Mestre, se hiciera en la ciudad de Tarragona y no en Barcelona.

La central nuclear de Asc¨® es harina de otro costal. A veces, el complejo petroqu¨ªmico da que hablar y, cuando conviene, Vicente Valero no duda en meter en cintura a los responsables de la seguridad de las instalaciones de la central. Su dinamismo y empuje han chocado en muchas ocasiones con parte del funcionariado dependiente de ¨¦l. De vez en cuando a Valero se le otorga un premio a la popularidad y acude a la discoteca vestido con una capa de tuno para recoger el galard¨®n. Y cada a?o, durante las fiestas de moros y cristianos, acude a Villena, su patria chica, y alg¨²n vecino se r¨ªe cuando un periodista le dice: "Aquel moro es el gobernador civil".