Vestir de plumas al ¨¢guila
Hay retornos, pero tambi¨¦n un momento de volver. Y el relieve dial¨¦ctico de la costa en la cual deb¨ªa desembarcar era Nicaragua (no vamos a hablar aqu¨ª de toda la rica relaci¨®n de Cort¨¢zar con Cuba, enfrentada tambi¨¦n a EE UU). Todo esto es muy importante para los intelectuales emigrantes frente a cuyos ojos siempre existir¨¢ la posibilidad de divisar un relieve de costa atormentada esperando, una revoluci¨®n que surge, un pueblo pobre en sus bald¨ªos que mostrar¨¢ entre sus harapos sus esperanzas, cualquier puerto en la costa de Am¨¦rica Latina que se extiende en la lontananza viva de la historia; el porvenir de que hablaba Rub¨¦n, que calla y espera.Con Cort¨¢zar se acab¨® el mito del hombre de dos mundos que s¨®lo sabe vacilar en el filo del abismo y acaba por no ser ni de aqu¨¦l ni de ¨¦ste, bajo el riesgo de que despu¨¦s de tanto remilgo, meditaci¨®n y parsimonia, se termina por pasarse con todo y cartuchera del lado del coloso del Norte, buen vecino o b¨²falo de dientes de plata, como se quiera, que es cuando la escogencia tiene realmente consecuencias tr¨¢gicas.
Se puede envejecer en Par¨ªs, de manera inofensiva, desecarse, descarnarse; o de este lado, en M¨¦xico, en lo lato de la pir¨¢mide como simple observador subjetivo del mundo, lo cual tampoco hace da?o a nadie; pero pasarse activamente al bando del coloso y ser pieza de sus conspiraciones ideol¨®gicas, de sus monumentales maquinaciones y formidables lavados de cerebro, ya pasa de casta?o a oscuro. Por muy buen poeta que alguien haya aprendido a ser, es una tragedia acabar tocando con Reagan el piano a dos manos y jurando que en Nicaragua la marea roja del comunismo internacional est¨¢ ahogando bajo el m¨¢s abyecto totalitarismo bolchevique al ser latinoamericano, al individuo. Cuando a semejante pobreza de esquema se le presta la firma y el prestigio, s¨®lo para quedar en paz con el diablo, y su sue?o americano, ya no queda m¨¢s que aceptar que a los ni?os en Nicaragua los fre¨ªmos en aceite. ?Y para qu¨¦ te sirvieron entonces todos tus esfuerzos de abstracci¨®n po¨¦tica, todas tus complicaciones de rigor verbal, todos tus enigm¨¢ticos aportes a la lengua?
Espacio vital
El individuo, la libertad del individuo: el ser, el espacio vital del ser. Algunos intelectuales latinoamericanos, para no ser menos liberales que algunos intelectuales de EE UU y para no desentonar con el esp¨ªritu de la alianza para el progreso, ya que Kennedy admiraba a Frost y llevaba a Casals a tocar en la Casa Blanca, se concedieron un moderado espacio de conducta cr¨ªtica frente a las pol¨ªticas imperiales de Estados Unidos, mientras la agresividad extrema de la nueva derecha metida en la Casa Blanca donde antes se o¨ªa el violonchelo de Casals, no les cerrara ese espacio. Pero cuando el ¨¢guila empieza a ejercitar constantemente su vuelo, ense?a las garras y pone todo bajo su sombra ominosa, hay que batirse en retirada y los pretextos sobran. Es entonces cuando el concepto de libertad, o la palabra libertad, se vuelve tan el¨¢stica como el chicle Adams y hay que defenderla porque si no se la come viva el totalitarismo sandinista.
La libertad se vuelve entonces el m¨¢s obsceno de los fetiches; nada puede sacrificarse en contra de la libertad, el individuo creado en las abstracciones intelectuales no puede perder su espacio vital, las revoluciones sin esa clase de libertad no se justifican. Y venir a preguntarnos a los sandinistas qu¨¦ pensamos nosotros de la libertad, no hace falta; ya se da por descontado que, por revolucionarios, somos sus enemigos ac¨¦rrimos. Y, adem¨¢s, qu¨¦ horror, estamos armados.
Si se nos preguntara, lo primero que responder¨ªamos es que individuo y libertad han sido las m¨¢s de las veces s¨®lo abstracciones verbales en la historia de Am¨¦rica Latina; y que los t¨¦rminos de comparaci¨®n son escasos, o son mentirosos para medir la libertad en un pa¨ªs sacudido por una revoluci¨®n y que se defiende a muerte frente al poder de EE UU, que no trata de destruirnos con intransigencias te¨®ricas, sino con acciones sistem¨¢ticas de terror, manipulaci¨®n, chantaje, desolaci¨®n, muerte. Es en este contexto donde en Nicaragua el individuo es respetado en su verdadera individualidad, no como objeto de vagas teor¨ªas sino en la pr¨¢ctica concreta de su existencia liberada; la libertad no como un asunto a ser dilucidado entre intelectuales, sino con respecto a todo un conglomerado vasto y diverso de hombres y mujeres que prueban a ser libres todos los d¨ªas bajo la inquina feroz de la secta Moon y los iluminados del destino manifiesto, McFarlane, Kirkpatrick, Reich, que para desgracia de los amantes de la libertad de ¨®ptima categor¨ªa prefieren, adem¨¢s, la m¨²sica ambiental de los supermercados a Casals. Las abstracciones conceptuales resultan ecos de la abstracci¨®n misma cuando se trata de establecer un campo de acci¨®n, o de combate, en t¨¦rminos reales y precisos, para estas ideas que son hijas de la docilidad y el temor; porque si algo tiene la revoluci¨®n sandinista es un relieve hist¨®rico, nuevo y concreto que tampoco es est¨¢tico.
Graznidos estent¨®reos
Lo menos que pod¨ªa hacerse, si el ¨¢guila no vigilara tan de cerca y con graznidos tan estent¨®reos, es aceptar el sentido experimental que la libertad tiene en una revoluci¨®n a la que no quieren dejarle ni las u?as para que se defienda; y darle al menos el beneficio de la espera, dejarla progresar en su consolidaci¨®n y en su desarrollo. Pero, bajo el terror ideol¨®gico de la era Reagan, lo m¨¢s f¨¢cil ha sido aceptar que fatal e indefectiblemente los sandinistas se encaminan hacia el totalitarismo sin resquicios, y que s¨®lo el deus ex machina, Reagan mismo tronante, puede restablecer en Nicaragua el justo equilibrio, y la proporci¨®n adecuada de libertad conceptual perdida.
En Nicaragua la libertad ha nacido como un fen¨®meno nuevo para miles que no leen el Washington Post y no saben que existe la revista Vuelta; y tampoco tienen acceso a las actas del Congreso de EEUU donde las discusiones tratan de resolver si se nos estrangula hoy mismo, sin m¨¢s tr¨¢mite, o se trata de una muerte a plazos con derecho a ¨²ltimo deseo antes de la ejecuci¨®n. Permitirles el derecho tan occidental de la palabra, a miles de campesinos sin luz, carretoneros, vivanderas, mozos de cuerda, maestros rurales que ense?an sin pizarras, milicianos que siembran con el rifle al hombro, y que bien podr¨ªan coger un micr¨®fono y explicarte con una lucidez que te dejar¨ªa pasmado qu¨¦ cosa es la libertad entre nosotros. Si es que se les preguntara.
es vicepresidente del Gobierno de Nicaragua y escritor.
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