Relativo adi¨®s
CAMILO JOS? CELA
No hay mal ni bien que 100 a?os dure, ni bien ni mal que por mal o bien no venga; algo as¨ª record¨® el general Franco Bahamonde a ra¨ªz del asesinato del almirante Carrero Blanco, y su ocurrencia fue muy festejada por todos. Esta mi seccioncilla hebdomadaria naci¨® en las presentes p¨¢ginas el d¨ªa de san Benito abad, cuya vida ejemplarizadora escribi¨® en adecuada prosa el papa san Gregorio, del a?o 1983, hace ahora 117 semanas, y pienso que, despu¨¦s de tanto tiempo de colocar los hacecillos d¨¦ paja al equidistante alcance del asno de Burid¨¢n, quiz¨¢ haya llegado el momento de cabalgarlo y, a su trote punto menos que jolgorioso, marcharse uno por donde ha venido tras despedirse, claro es, del lector paciente. Como pienso que alguien ya sabe, yo soy due?o de un burro que se llama Cleof¨¢s; es menos sabio que su cong¨¦nere de la Sorbona, pero le lleva la ventaja de que sigue vivo y se deja montar. Pues bien: a sus lomos y como est¨¢ mandado, esto es, encima y un poco a popa para ni partirle ni aun abollarle siquiera el espinazo, uno se va de nuevo por el camino adelante, silbandillo y contento y con la paz bail¨¢ndole en el coraz¨®n.Hace 117 semanas que proclam¨¦ mi intenci¨®n de encararme cada siete d¨ªas con las mantenidas paradojas de un pa¨ªs empe?ado -y con ¨¦xito- en el m¨¢s pasmoso experimento pol¨ªtico que se recuerda en la historia del universo mundo: el de pasar de una dictadura a una democracia sin caer en el revanchismo ni ensangrentar el decorado. La dificultad de la empresa hac¨ªa adivinar tantos conflictos como vacilaciones; he procurado no hurtarme a la glosa de ninguno, y en el espejo de mis cuartillas prob¨¦ a reflejar todos cuantos temas supuse lo suficientemente atractivos como para animarme a tomar la pluma en la mano y mojarla en el tintero. Mi prop¨®sito fue el de hacer escarmientos en carne propia, que son m¨¢s dolorosos, s¨ª, pero tambi¨¦n m¨¢s provechosos que los que se denuncian en la carne ajena.
No es el momento de hacer balance, ni tampoco el de proclamar el resultado alguno, puesto que en la propia tarea y en sus fintas estaba ya incluido cualquier premio que hubiera de asomar o al que pudiera haber aspirado. Y uno muy agradecido fue el de poder seguir el se?alamiento de conflictos y paradojas sin tener que ceder ni por cansancio ni por acoso. No ha sido la fatiga ni la imposici¨®n de nadie lo que me obliga al punto final. Los finales no siempre est¨¢n sujetos a mayor causa que la del natural quiebro que acaba con la vida, y ninguna vida puede aspirar a hurtarse de suya de antemano previsto y seguro fin. Cuando hace unos a?os me decid¨ª a matar y enterrar mi revista Papeles de Son Armadans, no pocos generosos amigos acudieron a socorrerme en el supuesto des¨¢nimo y aun a proponerme la continuaci¨®n en una segunda ¨¦poca. A todos dije que no, que muchas gracias, pero no, y siempre aduje motivo: el de la natural definci¨®n de todo lo que hasta un preciso momento ha ense?ado su latido.
Me gustar¨ªa acabar estas cuartillas con el convencimiento de que los latidos han seguido firmes en su apasionado racionalismo desde las primeras palabras hasta este punto final. Yo, al menos, he puesto el mejor empe?o que pude en intentarlo as¨ª y nadie me ha advertido, ?bien lo sabe Dios!, de un posible fracaso en la tarea. De todas formas, declaro que tampoco me ha sido f¨¢-
Pasa a la p¨¢gina 12
Relativo adi¨®s
Viene de la p¨¢gina 11
cil la labor. Existe en Espa?a la tendencia a entender la pol¨ªtica, y aun la reflexi¨®n sobre la pol¨ªtica, como una actividad ligada a su pr¨¢ctica inmediata. Esa manera de ver y entender la cosa p¨²blica permite, seguramente, el tener los pies bien cerca del suelo, pero tambi¨¦n ayuda a contribuir a que resulte imposible el saltar con cierta saludable agilidad sobre los problemas. Yo he intentado saltar por encima de solicitudes inmediatas y referencias excesivamente dadas a la oportunidad del momento, aun cuando ha sido el mismo devenir de los momentos pol¨ªticos en los que estuvimos y estamos metidos el que ha dado causa inmediata a mis palabras. Declaro que tampoco ignoro lo que dicen los chinos, a mi juicio con muy oportuna lucidez: es m¨¢s f¨¢cil saber c¨®mo se hace una cosa que hacerla.
La teor¨ªa no puede mantenerse indefinidamente gin caer en la repetici¨®n, el cansancio y el tedio. Tambi¨¦n, quiz¨¢, deba distinguirse di¨¢fanamente de la pr¨¢ctica para no tener que darle del todo la raz¨®n a los chinos. Spengler advierte que hay una t¨¦cnica para fabricar violines y otra para tocar el viol¨ªn. Me apresuro a repetir que no me siento ni agotado, ni aburrido, ni falto de ideas, ni de entusiasmo. Pero es precisamente en esos momentos, cuando todav¨ªa no asoman los peligros dichos, cuando pienso que he de decidirme a hacer el petate del necesario final. Cuando se acierta en la oportunidad de la despedida, siempre hay tiempo para meditar acerca del momento oportuno en el que pueda volver uno sobre la tarea que se abandona, a condici¨®n de que reste alg¨²n punto de a?oranza. Es pronto para anticipar si ese condicional va a presentarse alg¨²n d¨ªa con suficiente fuerza, pero no me cabe duda alguna acerca de que a?orar¨¦, cuando menos, este compromiso semanal con los lectores y conmigo mismo. Ahora son otras las tareas literarias con las que quisiera fajarme antes de que los a?os puedan llegar a convertirme en fiambre laureado o, lo que es todav¨ªa peor, en fantasma suplicante.
Copyright Camilo Jos¨¦ Cela, 1985.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.