La DC no qu¨ªere perder la presidencia
J. A., Nunca fue f¨¢cil en este pa¨ªs la elecci¨®n de la jefatura del Estado. Nunca sali¨® el candidato o los candidatos oficiales. Como en los c¨®nclaves de la Iglesia, quien "entra Papa sale s¨®lo cardenal". Por eso De Mita, secretario general de la Democracia Cristiana, ha podido bromear diciendo: "Ser¨¢ uno de los que no baraja la Prensa". Como ocurri¨® en los dos ¨²ltimos c¨®nclaves de la Iglesia.,
Los socialistas han dicho ya que todo tiene el aspecto de un c¨®nclave, pero han pedido que pueda todo ser menos secreto. Las hip¨®tesis son muchas. La primera, que los comunistas, si no les presentaran un candidato para ellos cre¨ªble, votar¨¢n a Pertini y pedir¨¢n para ¨¦l los votos de todas las fuerzas progresistas. Y como se sabe por experiencia, los diputados (630) y senadores (323), a los que, se a?aden 58 representantes regionales, donde se sienten m¨¢s libres de votar en conciencia es precisamente en la elecci¨®n del presidente.
Esta vez, sin embargo, la Democracia Cristiana est¨¢ dispuesta a no dejarse perder el Quirinal. Ha sido la ¨²nica condici¨®n que han puesto al secretario De Mita. Pero el problema ser¨¢ ponerse de acuerdo sobre el candidato. El secretario democristiano quiere dar un ejemplo de limpieza, en consonancia con la l¨ªnea de renovaci¨®n del partido. Y querr¨ªa ahorrarse los espect¨¢culos de los a?os pasados. Por eso su lucha ser¨¢ para que el candidato, negociado antes hasta con los comunistas, pueda ser elegido incluso a la primera votaci¨®n.
Pero aqu¨ª est¨¢ lo dif¨ªcil. La Democracia Cristiana no quiere imponer un candidato contra los comunistas. Pero tampoco podr¨ªa hacerlo contra los socialistas. Ahora bien, el democristiano que querr¨ªan los socialistas, Arnaldo Forlani, el actual vicepresidente del Gobierno, un craxiano de hierro, no gusta precisamente por esto a los comunistas. Y el candidato que le gustar¨ªa a De Mita, por su novedad, Leopoldo d'Elia, ex presidente de la Corte Constitucional, que no es ni verdadero democristiano y les gustar¨ªa mucho a los comunistas, no gusta, por el contrario, a los socialistas, ni a tantos diputados y senadores a quienes les parec¨ªa una ofensa que entre los 1.011 electores no haya uno s¨®lo digno del cargo.
Entonces quedan Giulio Andreotti, o Francesco Cossiga, presidente del Senado, o Amintore Fanfani, o el ministro del Interior, Luigi Scalfaro, o Benigno Zaccagnini. O mil otros. Por ejemplo, la ex ministra Tina Anselmi, presidenta de la comisi¨®n parlamentaria sobre la logia P-2, candidatura que para muchos significa la ¨²nica posibilidad de un recambio a Pertini en una l¨ªnea de diversidad y popularidad. Y de no ser un democristiano, no se excluye que pueda ser elegido incluso Norberto Bobbio o el mismo Bettino Craxi, el presidente del Gobierno. ?Podr¨ªan ponerle el veto los comunistas? Ya han dicho que no, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.
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