La tarea creadora de la lectura
En estos tiempos de predominio, social y personal, de la comunicaci¨®n audiovisual, parecer¨ªa natural pensar que la lectura se ha quedado en comunicaci¨®n pobre, (como de imprenta), libresca. ?Es as¨ª? Importa poner de relieve que no. Y veamos por qu¨¦.Para empezar por lo social e hist¨®rico, la lectura, aunque ya no nos lo parezca as¨ª a los largamente habituados a ella, es siempre una interpretaci¨®n de signos, es un ejercicio de desciframiento. Ver es un acto natural (o por lo menos, nos lo parece, digamos que es relativamente natural). Leer es un acto cultural. La cultura en tanto que hist¨®rica empieza a partir de de documentos escritos: lo anterior es prehistoria. Si desde el fondo de los siglos podemos escuchar unas palabras y saber lo que pensaban nuestros lejanos antecesores, no es ciertamente porque oigamos sus voces, sino porque podemos leer lo que ellos pensaron y escribieron.
Casi todo lo que hemos aprendido de los muchos hombres que nos precedieron y que nunca vimos lo hemos aprendido leyendo sus escritos. Cultura no es s¨®lo escritura y lectura, pero es, sobre todo, escritura y lectura.
La importancia personal de la lectura apenas es menor que la social. Con mis contempor¨¢neos me puedo comunicar oralmente, pero necesito conocer su lengua. Ahora bien, la lengua hablada no es plenamente pose¨ªda si no se la sabe escribir y leer. M¨¢s a¨²n: lo que nos decimos verbalmente unos y otros pertenece, por lo general, a la vida cotidiana, y no nos saca de ella, no ampl¨ªa nuestro horizonte intelectual y vital.
Lectura e imaginaci¨®n
Se dir¨¢ que esta ampliaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de la cotidianidad, nos la da el teatro y, ahora, el cine y la televisi¨®n. Pero me pregunto: ?es lo mismo ver una telenovela o un filme que leer una novela? La lectura demanda nuestra colaboraci¨®n, somos nosotros mismos quienes tenemos que imaginar lo que el libro dice, verlo imaginariamente. La lectura es un acto creativo por el cual nos convertimos en los escenaristas, decoradores, montadores de la obra en nuestro teatro interior, el de la imaginaci¨®n.
La lectura nos fuerza a la representaci¨®n de lo le¨ªdo. Y de ah¨ª que la novela que, por haberla le¨ªdo ya, llevamos con nosotros representada, es frecuente que nos decepcione cuando la vemos llevada al cine. ?Por qu¨¦? Porque all¨ª est¨¢ vista y presentada con otros ojos, no con los nuestros; porque nosotros no la imagin¨¢bamos as¨ª. En suma, porque ya no es tan nuestra como lo era representada en nuestra imaginaci¨®n.
S¨ª, toda lectura es re-creadora o co-creadora, un acto de creaci¨®n. (Probablemente, como insinuaba al principio, tambi¨¦n entre par¨¦ntesis, toda audici¨®n y visi¨®n son, asimismo, re-creadoras, pero en menor grado: la distancia entre lo o¨ªdo o lo visto y nuestra percepci¨®n es much¨ªsimo menor que la existente entre la cr¨ªtica literaria actual, consciente de la unidad -y la variedad- de la estructura libro-lector.) S¨ª, queridos lectores; lo que vosotros hac¨¦is es, tambi¨¦n, una tarea creativa.
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