Ensayo de orquesta
SI LA vitalidad musical de un pa¨ªs se expresa a trav¨¦s de la cantidad y la calidad de sus orquestas, es evidente que la actual situaci¨®n de la m¨²sica espa?ola resulta poco halag¨¹e?a. Es cierto que la Espa?a democr¨¢tica ha alumbrado alguna formaci¨®n nueva y ha elevado el nivel de otras que se encontraban casi en estado de abandono durante la dictadura, pero no es menos cierto que las grandes orquestas estatales pasan actualmente por dificultades muy agudas y de orden muy diverso, que inevitablemente repercuten de manera negativa en su trayectoria art¨ªstica.La reciente suspensi¨®n de sueldo y empleo con la que los rectores de RTVE han sancionado a los m¨²sicos de la orquesta del ente p¨²blico y, de paso, al p¨²blico que sigue sus conciertos, y las tambi¨¦n recientes manifestaciones del maestro Jes¨²s L¨®pez Cobos, director titular de la Orquesta Nacional de Espa?a, son signos de una conflictividad que, aunque sus or¨ªgenes no sean de hoy, hay que resolver precisamente hoy.
Uno de los problemas b¨¢sicos de ambas orquestas est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con los problemas end¨¦micos de la ense?anza de la m¨²sica en los conservatorios espa?oles. Estos problemas han acabado por generar en Espa?a una carencia cr¨®nica de instrumentistas, especialmente en las especialidades de cuerda. Otra vieja cuesti¨®n subyacente es la relativa a las graves carencias existentes en la infraestructura de las orquestas oficiales y al mal funcionamiento de sus aparatos gestores, que contin¨²an inmersos en el amparo ortop¨¦dico de la Administraci¨®n y est¨¢n lastrados por la falta de agilidad derivada de ¨¦l.
Es ya un hecho de dominio p¨²blico el bajo rendimiento de nuestras orquestas estatales, tanto por la poca renovaci¨®n del repertorio como por el escaso n¨²mero de conciertos que ofrecen. Y se aduce como causa la cortedad de unos salarios que si, comparados, por ejemplo, con los de los m¨²sicos de la Rep¨²blica Federal de Alemania, pueden considerarse bajos, ante el nivel medio de los salarios de los espa?oles, no lo son tanto.
El p¨²blico se pregunta cada vez con m¨¢s suspicacia si el bajo rendimiento, tanto en cantidad como en calidad, de nuestras orquestas se debe a la falta de una planificaci¨®n adecuada de su trabajo o a la negativa de sus componentes a aumentar su jornada laboral. Seg¨²n, hablen unos u otros, el problema cambia de tonalidad, pero es evidente que ambos extremos de la opci¨®n contribuyen al actual empantanamiento de la situaci¨®n.
Mientras tanto, la tecnolog¨ªa de nuestras orquestas se mantiene en un nivel s¨®lo discreto, sin que en ellas pese demasiado la labor de los directores anteriores y de los actuales. Tanto las orquestas como sus directores son prisioneros de un cors¨¦ burocr¨¢tico que, en definitiva, acaban sufriendo las personas que menos culpa tienen de la situaci¨®n, que son los amantes de la m¨²sica y quienes, cargados de raz¨®n, la consideran como un insustituible bien cultural y social.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.