Traducciones sin traductor

Leo en EL PAIS (16 de junio de 1985) una rese?a titulada Mozart, desdramatizado, firmada por A. F. P., en la que se habla del segundo volumen de la serie New Grove de biograf¨ªas de m¨²sicos, publicado en Muchnik Editores. Al igual que ocurri¨® con la rese?a del primer volumen, Wagner, en este mismo diario, se omite consignar (siquiera en la ficha t¨¦cnica de la cr¨ªtica, en la que aparece hasta el precio del libro) el nombre del traductor, que en ambos casos es el de quien esto escribe.Desprecio todo af¨¢n de notoriedad, el cual, dicho sea de paso, ser¨ªa incluso dif¨ªcil y rid¨ªculamente concebible de acariciar en tan modesto asunto como el que me ocupa. S¨®lo reivindico el derecho a que no se cometa con los traductores ese indiscutible acto de filibustera prepotencia que es silenciar el nombre de un trabajador gracias a cuya labor no solamente est¨¢ en el mercado ese producto de la industria cultural que es un libro, sino que adem¨¢s posibilita otras actividades remuneradas, como por ejemplo la de los rese?adores, cuya firma aparece al pie de sus trabajos en los peri¨®dicos.

Mi caso no es ning¨²n drama. Sin ning¨²n tipo de falsa humildad, afirmo que me habr¨ªa parecido infinitamente m¨¢s grave y escandaloso el que lo aqu¨ª denunciado pudiera haberles sucedido, entre otros, a Miguel S¨¢enz, Esther Ben¨ªtez y Genoveva Dieterich, puesto que se trata de profesionales de excepci¨®n. Pero ello no rebaja un ¨¢pice la flagante injusticia de que un traductor cualquiera, sea el que fuere, bueno, malo o regular, vea silenciado su nombre hasta en la ficha t¨¦cnica de una rese?a.

Mozart podr¨¢ estar desdramatizado, pero a los traductores, por muchos y tristes motivos, y bien a nuestro pesar, se nos mantiene dramatizados hasta la n¨¢usea.-