Terrorismo televisivo
LA EMISI?N en la noche del mi¨¦rcoles, en el telediario de m¨¢s audiencia, de un reportaje retrospectivo sobre la actuaci¨®n de Manuel Fraga en su ¨¦poca de ministro de la Gobernaci¨®n del Gabinete Arias fue una demostraci¨®n m¨¢s de los niveles de manipulaci¨®n, falta de profesionalidad, ausencia de respeto a los ciudadanos, sumisi¨®n al poder pol¨ªtico e incapacidad de gesti¨®n que la televisi¨®n oficial ofrece a diario. Porque ese reportaje no conculc¨® s¨®lo -ni principalmente- los derechos del l¨ªder de la oposici¨®n, sino tambi¨¦n la dignidad de todos los ciudadanos.La declaraci¨®n de Manuel Fraga de que acabar¨ªa con el terrorismo en seis meses si fuese presidente del Gobierno es tan absurda que ni siquiera resulta irresponsable: demuestra simplemente la incapacidad actual de este viejo corredor de fondo de la pol¨ªtica espa?ola, que ya no sabe a qu¨¦ recurrir para ocultar su falta de ideas. Por lo dem¨¢s, la promesa de estados de excepci¨®n a gog¨® constituye la mejor garant¨ªa para los socialistas de que la derecha presidida por Fraga no es una alternativa de poder. Pero el l¨ªder de Alianza Popular tiene pleno derecho a decir estas cosas, por torpes, burdas y lamentables que resulten, sin sufrir la agresi¨®n unilateral de un medio que presumiblemente debe ser de todos.
No hemos visto todav¨ªa a los telediarios comparar las promesas realizadas hace tres a?os por Felipe Gonz¨¢lez sobre la OTAN con sus actuales pronunciamientos sobre la Alianza Atl¨¢ntica. No hemos visto a la televisi¨®n gubernamental recordar qu¨¦ dec¨ªa el programa electoral del PSOE sobre un problema concreto cada vez que el Gobierno hace exactamente lo contrario de lo prometido por los socialistas hace dos a?os y medio. Hay hemeroteca suficiente en TVE sobre los aspavientos pasados de los actuales gobernantes. Pero nadie recuerda en los telediarios que los mismos socialistas que convocaron en 1977 un pleno de las Cortes por un empuj¨®n dado por la polic¨ªa de Santander a un diputado del PSOE callan ahora ante las denuncias de malos tratos o se niegan a investigar las acusaciones de espionaje policial sobre los partidos. No estamos solicitando el imposible de que lo hagan. Pedimos ¨²nicamente que la televisi¨®n p¨²blica no se convierta en un patio de monipodio; que los telediarios no se dirijan con el exclusivo ¨¢nimo de halagar a la Moncloa (por m¨¢s que as¨ª s¨®lo logren perjudicarla); que la informaci¨®n no se manipule; que Televisi¨®n Espa?ola no sea de un partido (ya lo fue de UCD, y menos que hoy lo es del PSOE, y recu¨¦rdese de qu¨¦ les sirvi¨® a los centristas), y que los profesionales de la informaci¨®n se respeten a s¨ª mismos. Para conseguirlo deben empezar por aceptar que no es lo mismo un medio de propiedad estatal que un medio privado; que no es lo mismo un medio institucional que una radio libre; que no es lo mismo una televisi¨®n que un peri¨®dico o una revista, y que no se puede pretender ganar credibilidad informativa a base de hacer propaganda de partido y de poner chicas guapas a leer noticias que no comprenden.
Por lo dem¨¢s, est¨¢ claro que Fraga no acabar¨ªa con el terrorismo ni en seis meses, ni en seis a?os, ni en seis lustros. Pero si el Gobierno socialista no acaba con el terrorismo informativo en los medios p¨²blicos, habr¨¢ que suponer entonces que da ¨®rdenes para practicarlo. Muchos ciudadanos dem¨®cratas, progresistas y liberales, que consideran justificadamente a Manuel Fraga como el emblema de la reacci¨®n, se sintieron la otra noche, sin embargo, tan agredidos en su dignidad por Televisi¨®n Espa?ola como el l¨ªder de Alianza Popular. Ocho a?os despu¨¦s de las primeras elecciones democr¨¢ticas, en la fecha de incoporaci¨®n a la Europa de Occidente, Televisi¨®n Espa?ola ha vuelto a rendir homenaje a las pr¨¢cticas totalitarias de una propaganda que no desprestigia al adversario al que directamente ataca sino al gobernante al que indirectamente adula.
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