Tsukuba, una feria junto a la 'ciudad de los cerebros'
La exposici¨®n de las tecnolog¨ªas para el siglo XXI es criticada por los extranjeros y admirada por los japoneses
Robots que tocan m¨²sica cl¨¢sica en un piano, robots que dibujan caricaturas humanas, robots que hacen malabarismo de platos de porcelana sobre sables de samurai y robots que con figuras humanas hacen las delicias de los ni?os en un futur¨ªstico teatro son s¨®lo algunas de las muestras de c¨®mo los japoneses presentan, bajo un ambiente de feria, lo que son ya algunas aplicaciones tecnol¨®gicas y lo que ser¨¢n las innovaciones en la frontera del siglo XX. Todo ello en la exposici¨®n internacional de Tsukuba, donde las grandes multinacionales japonesas muestran al p¨²blico los productos de hoy y de ma?ana.
Pero, naturalmente, adem¨¢s de la rob¨®tica -uno de los sectores en que la industria japonesa es pionera- en Tsukuba se exhiben otras m¨²ltiples tecnolog¨ªas que van desde un monumental televisor, de 25 metros de alto por 50 metros de ancho, hasta sistemas de telecomunicaciones a trav¨¦s de la luz, o cultivo sin tierra de una sola planta de tomates capaz de producir hasta 10.000 frutos.As¨ª es Tsukuba, una exposici¨®n internacional criticada por muchos visitantes extranjeros, que alegan que no hay realmente nada nuevo en la Expo 85, pero admirada y honrada, con sentido patri¨®tico, por las largas colas de japoneses que esperan horas y horas para ver una pel¨ªcula tridimensional o pilotar un simulacro de nave espacial donde los errores para esquivar a los meteoritos se pagan con la deshonra de salir despu¨¦s retratado directamente en la pantalla de los perdedores.
Otros prefieren echar una carta en el buz¨®n del a?o 2001, que ya ha recibido mas de medio mill¨®n de ellas, incluida una del primer ministro japon¨¦s Yasuhiro Nakasone. El servicio de correos guardar¨¢ las misivas y las repartir¨¢ en el a?os 2001.
Antesala de la innovaci¨®n tecnol¨®gica
En la Expo 85 de Tsukuba participan 37 pa¨ªses y 47 organizaciones internacionales, adem¨¢s del Gobierno japon¨¦s y 28 grandes empresas del pa¨ªs. Los gastos totales de la muestra alcanzan los 425.000 millones de pesetas.
Tsukuba, situado a unos 60 kil¨®metros y al noreste de Tokio, abri¨® sus puertas el pasado 17 de marzo y las clausura el 16 de septiembre. A mitad de camino han desfilado ya unos 8,5 millones de visitantes, lo que todo deja indicar que, con la mayor afluencia del verano, pueden cumplirse las previsiones de 20 millones de visitantes.
Tsukuba no es m¨¢s, en realidad, qu¨¦ la antesala de algunas de las cosas que est¨¢ preparando la industria japonesa para continuar en al brecha de la innovaci¨®n tecnol¨®gica, como elemento capital para mantener el alto ¨ªndice de competitividad en los mercados mundiales, aun a riesgo de hundir sectores econ¨®micos enteros en otras latitudes. En Tsukuba los visitantes ven la feria, pero la, realidad se cuece, entre otros sitios, en la extensa ciudad de los crebros, principal concentraci¨®n de materia gris de todo Jap¨®n.
Desde 1967, el Gobierno japon¨¦s decidi¨® transformar unas
Tsukuba, una feria junto a la "ciudad de los cerebros"
1.500 hect¨¢reas de campos de arroz en una de las operaciones m¨¢s ambiciosas y m¨¢s discretas de la ofensiva comercial nipona hacia el mundo.Cre¨® la denominada ciudad de los cerebros, donde hoy se esparcen dos universidades y 45 centros diferentes de investigaci¨®n, con una poblaci¨®n de unos 11.000 cient¨ªficos e investigadores.
La realidad de Tsukuba que no est¨¢ expuesta en la feria va desde el centro de investigaciones espaciales -que acaba de enviar a Huston (Estados Unidos) su primera selecci¨®n de seis astronautas para los pr¨®ximos vuelos del transbordador espacial de la NASA norteamericana- hasta el Instituto Nacional de Investigaci¨®n para Materiales Inorg¨¢nicos, el de Investigaciones sobre Fermentaci¨®n, o el Laboratorio Nacional para la Qu¨ªmica, o el de Investigaciones Agrobiol¨®gicas, por citar s¨®lo unos pocos escogidos al azar entre el impresionante muestrario de 47 instituciones de investigaci¨®n.
En estas instituciones los cient¨ªficos investigan en la apacible zona de Tsukuba, lejos de la ca¨®tica aglomeraci¨®n de casi 25 millones de personas del ¨¢rea del gran Tokio.
Centros p¨²blicos y fundaciones privadas
Para Yasuo Kamata, del centro de la Agencia de Desarrollo Espacial, especie de NASA japonesa, "estamos todav¨ªa en los inicios de nuestra exploraci¨®n espacial". Pero Jap¨®n cuenta ya con cohetes y sat¨¦lites propios y estrecha su colaboraci¨®n con los proyectos norteamericanos para investigaci¨®n de nuevos productos en el foro del espacio.
Aunque los centros son oficiales y las fundaciones cuentan con participaci¨®n privada de las empresas pioneras japonesas, la ciudad de los cerebros ejerce de correa de transmisi¨®n entre la investigaci¨®n p¨²blica y la privada, con aplicaciones cient¨ªficas que en la feria de la Expo 85 se presentan bajo su ¨®ptica m¨¢s comprensible.
"Sornos todav¨ªa muy d¨¦biles en investigaci¨®n b¨¢sica", dice con cierta modestia Matuzui, director del Centro de los Institutos de Tsukuba. Recuerda que Jap¨®n no puede depender de otros pa¨ªses para importaciones tecnol¨®gicas y no excluye que la actual guerra comercial entre Jap¨®n, Estados Unidos y Europa pueda adquirir en el futuro formas de guerra de investigaci¨®n en la que Jap¨®n tampoco quiere perder la carrera.
Jap¨®n es actualmente el segundo pa¨ªs, despu¨¦s de EE UU, que m¨¢s invierte en investigaci¨®n. En algunos casos, como la robotica, telecomunicaciones e inform¨¢tica, con resultados tan espectaculares como los logrados en Estados Unidos o Europa. Jap¨®n, en definitiva, ha dejado ya de copiar desde hace mucho tiempo y comienza a marcar el ritmo en muchos campos de la investigaci¨®n. Aunque no sean del todo visibles en la feria de Tsukuba, donde los robots, bajo el lema de ciencia y tecnolog¨ªa para el hombre en el hogar, se presentan bajo su aspecto m¨¢s humanista y donde, posiblemente, las verdaderas innovaciones queden a¨²n en el pabell¨®n invisible de los secretos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.