El espacio del castellano
EL ESPACIO del idioma castellano, tema debatido recientemente en Madrid por un grupo de escritores espa?oles y latinoamericanos, presenta hoy serios problemas en la fijaci¨®n de sus fronteras. No s¨®lo se habla en pa¨ªses cuya cultura no est¨¢ en concordancia con el poder¨ªo econ¨®mico de sus concurrentes m¨¢s pr¨®ximos (el ingl¨¦s y el franc¨¦s), sino que adem¨¢s dispone de un n¨²mero menor de lectores dentro de su delimitaci¨®n espec¨ªfica. El resultado es una cierta tendencia a la separaci¨®n entre una especie de castellano-mandar¨ªn adoptado como lengua literaria y el lenguaje coloquial (y esto sucede por encima de las caracter¨ªsticas nacionales de los pa¨ªses que lo emplean). El peligro del surgimiento de dos idiomas distintos -el literario es dif¨ªcilmente comprensible por las clases populares- no puede descartarse.Para conjurar ese riesgo la operaci¨®n m¨¢s rentable desde el punto de vista cultural ser¨ªa la elevaci¨®n de la escolaridad y de la ense?anza en todos los grados. Es una constante en todos los pa¨ªses del mundo que los niveles culturales dependan de manera decisiva de los logros en educaci¨®n. El intento de un desarrollo aut¨®nomo de la cultura conduce a su aislamiento o a su instrumentaci¨®n por las aristocracias intelectuales. El trabajo de difundir -e incluso imponer- productos culturales a personas que no han sido adiestradas previamente en su uso no funciona -como extensi¨®n cultural, sino como mera ilusi¨®n para complacencia de las minor¨ªas.
Tal vez como consecuencia de la expansi¨®n de la t¨¦cnica, la educaci¨®n general presta cada vez menor atenci¨®n a una buena ense?anza del idioma. Este fen¨®meno de empobrecimiento ling¨¹¨ªstico resulta especialmente visible en el ¨¢mbito del castellano, donde las tecnolog¨ªas se reciben con ansiedad y se convierten en mito: una esperanza de salvaci¨®n del abismo del Tercer Mundo. Sin embargo, el desarrollo tecnol¨®gico tambi¨¦n depende de la familiaridad con el pensamiento abstracto y de su estrecha vinculaci¨®n con una utilizaci¨®n abundante de un idioma. La tendencia creciente hacia la separaci¨®n de ciencias y letras en las ense?anzas medias es el s¨ªntoma de una escisi¨®n mental cargada de peligros.
Los pueblos desescolarizados, en los que el semianalfabetismo suele quedar oculto tras la lucha primaria por la simple alfabetizaci¨®n, est¨¢n sometidos a un castellano oral empobrecedor, transmitido por los pol¨ªticos y reforzado por los medios de comunicaci¨®n. La presi¨®n continua de la propaganda y de la publicidad contribuyen a generalizar ese deterioro. Los pol¨ªticos tienden, por una parte, al eufemismo del disimulo; y, por otra, a la infatuaci¨®n t¨¦cnica de su vocabulario y a la creaci¨®n de una especie de jerga sacerdotal que sirva para hacerlos respetables. Los medios de comunicaci¨®n -sobre todo los de comunicaci¨®n oral- est¨¢n sometidos a ese lenguaje, que empeora adem¨¢s porque tienen que acudir muchas veces a la improvisaci¨®n; para comunicar supuestamente mejor ceden continuamente a la voz de la calle sus micr¨®fonos, desde donde ese lenguaje deformado alcanza difusi¨®n y se reviste de solvencia porque procede de un medio considerado como profesional. La radio espa?ola es culpable en gran medida de estas deformaciones culturales y conceptuales, que sumen por lo dem¨¢s a los ciudadanos en toda clase de confusiones. Si tenemos en cuenta lo ya dicho de los pol¨ªticos, no debe ser casualidad que el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez eligiera como portavoz a un locutor. El uso claro y distinto del castellano, aun dejando aparte los problemas de prosodia, pierde ¨¢mbito. Y es esa limitaci¨®n la que debe preocupar a quienes lo usan como instrumento de su trabajo.
Est¨¢ bien que se busquen medios materiales (editoriales, teatros, difusoras, abaratamiento) para combatir ese proceso degenerativo. Pero no se saldr¨¢ del c¨ªrculo cerrado si no se lucha en pro de una escolarizaci¨®n abundante del idioma com¨²n, si no pone frente a sus responsabilidades a quienes usan sin escr¨²pulos y empobrecen el idioma oral. Naturalmente que los escritores pueden incluir la creaci¨®n popular de la que est¨¢ hecha nuestro idioma y aceptar las incorporaciones que la din¨¢mica de vida va produciendo: son formas de nuevas posibilidades de pensamiento. En ¨²ltima instancia, sin embargo, el problema planteado no es la depuraci¨®n o el academicismo, sino el enfrentamiento con la dominaci¨®n del campo literario. Y la asimilaci¨®n del lenguaje como una forma de expresi¨®n del conocimiento antes que como un disfraz de la ignorancia.
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