Las "cumbres' tienen su mec¨¢nica interna
A. O., Los Consejos Europeos de jefes de Estado y de Gobierno, las llamadas cumbres de Europa, tienen una m¨ªstica propia que, en parte, viene apoyada por su forma de trabajar. Los ¨²nicos que saben lo que ocurre realmente son ellos.
En la sala de reuniones, normalmente s¨®lo entran los mandatarios m¨¢ximos, acompa?ados de sus ministros de Asuntos Exteriores. No se trata s¨®lo de un m¨¦todo de trabajo, es que, a menudo, en la sala no hay sitio para m¨¢s personas. Fuera, aunque reuni¨¦ndose en sesiones paralelas, quedan los secretarios de Estado, los representantes permanentes y los t¨¦cnicos que preparan los documentos de las discusiones. Si un asesor entra en la sala de los grandes, requerido por su superior, los mandatarios suelen interrumpir su discusi¨®n y callarse hasta que el intruso vuelve a salir.
A menudo, las decisiones de estas cumbres se dilucidan en los debates -tras la tradicional cena del primer d¨ªa- alrededor de la chimenea -expresi¨®n que ya ha entrado en el lenguaje comunitario-, en discusiones confidenciales, en que los jefes de Estado y de Gobierno est¨¢n solos. Los ministros cenan por separado, aunque se suelen luego reunir con sus superiores para la segunda parte de la chimenea.
La de Mil¨¢n, los pr¨®ximos d¨ªas 28 y 29, ser¨¢ la primera cumbre para Espa?a, cuya delegaci¨®n estar¨¢ compuesta por entre 15 y 20 personas, entre ellas el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez; el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Mor¨¢n; el secretario de Estado, Manuel Mar¨ªn, y el embajador ante la CEE, Gabriel Ferr¨¢n.
El sistema de informaci¨®n es muy distinto del de los Consejos de Ministros de la CEE, pues los que informan -los portavocesen las cumbres (salvo en las conferencias de prensa finales) no han escuchado directamente los debates en la sala.
El portavoz es informado por el jefe de Gobierno o de Estado, por el ministro de Asuntos Exteriores o por tercera persona interpuesta. Y as¨ª -como ocurri¨® en la cumbre de Atenas de diciembre de 1983- la querella entre Frangois Mitterrand y Margaret Thatcher se inici¨® a trav¨¦s de los portavoces antes de que empezara en la sala.
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