Klaus Kinski: "Rodar una pel¨ªcula es como estar enjaulado"
El actor alem¨¢n Klaus Kinski se encuentra estos d¨ªas en Gerona, participando en el rodaje de la nueva pel¨ªcula de Fernando Colomo, que gira en torno a una interpretaci¨®n muy libre del mito de Sant Jordi, en la que se entremezclan elementos medievales y de ficci¨®n cient¨ªfica. Los principales protagonistas son -adem¨¢s de Kinski- Fernando Rey, Miguel Bos¨¦, Harvey Keitel y Mar¨ªa Lamor. Fiel al arquetipo que sugieren sus principales interpretaciones (Aguirre, Fitzcarraldo, Nosferatu), Kinski es una personalidad imprevisible, altamente abrasiva y en estado de perpetuo desasosiego, pose¨ªdo por la misma fuerza que genera su talento.
Klaus Kimski quiere un caf¨¦. Hace diez minutos que lo ha pedido y se impacienta. Los d¨ªas que Kimski est¨¢ de mal humor -y hoy parece ser uno de ellos-, desear¨ªa que "el tiempo fuera un flujo ininterrumpido de situaciones nuevas y excitantes. Sin palabras, sin pel¨ªculas, sin tener que contar una vez m¨¢s las cosas que ya he contado millares de veces en todas partes del mundo. Sin estar enjaulado en el rodaje de una pel¨ªcula".Estamos en el Castillo de Requesens, en las proximidades del pueblecito gerundense de Cantallops, a cinco kil¨®metros de La Junquera. El d¨ªa es resplandeciente y el castillo se yergue entre una vegetaci¨®n frondosa y umbr¨ªa, que con el tiempo nublado debe resultar fuertemente inquietante. Tanto como la presencia de un Klaus Kinski poco dispuesto a sutilezas.
"Ser¨¢ mejor que no me pregunte nada sobre esta pel¨ªcula. A m¨ª no me gustan las pel¨ªculas; no me interesa casi ninguna de las que he hecho, sobre todo despues de hacerlas. Tal vez mientras las rodaba tuve un par de momentos de intensidad; otras veces me ha gustado alg¨²n trozo de alguna pel¨ªcula, pero en la mayor¨ªa de los casos no quiero verlas, no me interesan".
Kimski ha conseguido finalmente su caf¨¦ y deambula de un lado para otro en busca de un escenario adecuado para pronunciar su discurso. Porque, por lo menos de entrada, Kimski s¨®lo est¨¢ dispuesto a hacer un discurso sobre la inutilidad de casi todo, menos un par de cosas esenciales; el tedio de no poder marcharse a otro lugar, cambiar, huir; el aburrimiento que implica hablar del trabajo del actor. No me gusta hablar de ello; yo no soy un actor; no soy nada; no tiene ning¨²n sentido hacer an¨¢lisis de lo que implica hacer un personaje de conquistador, de aventurero, de vampiro, de alquimista o de tran viario. En realidad me siento como una prostituta: estoy aqu¨ª porque me pagan mucho dinero, y tambi¨¦n porque me gusta Espa?a y me gusta alguna gente que hace cine en Espa?a, donde adem¨¢s he hecho un mont¨®n de pel¨ªculas".
En el cercado de un toro
Kimski ha encontrado ya su escenario. Se trata de un cercado de madera en una mas¨ªa pr¨®xima al castillo, en la que el equipo de rodaje ha instalado sus camiones y remolques, y donde est¨¢n filmando, Hasta hace unos minutos, en este cercado hab¨ªa un novillo que se utiliza para el rodaje y que ahora vaga tranquilamente por entre los remolques y los extras. Aqu¨ª dentro del cercado, Kimski se revuelve sin cesar; da golpes a lo barrotes como un minotauro en jaulado, como un hombre perpe tuamente privado de paz."S¨ª, soy una persona inquieta angustiada incluso. Sobre todo en los rodajes, no puedo descansar ni de d¨ªa ni de noche; no puedo esta quieto ni tampoco en movimiento Quisiera irme y no puedo, irme muy lejos de aqu¨ª y hacer otras co sas, algo que no sea una porquer¨ªa como casi todo, y no me refiero a esta pel¨ªcula. Ser¨ªa igual de todas maneras. Nada va a cambiar haga lo que haga o diga lo que diga". Y sin embargo, es el aut¨¦ntico Klaus Kinski el que gesticula, se mueve y se agita en este rinc¨®n de Gerona Con la misma punta de sinraz¨®n en la mirada que en Aguirre. Con la misma risilla autodespreciativa y desafiante que en Fitzcarraldo.
Al decir de quienes trabajan con ¨¦l, Kimski es un actor extraordinariamente rebelde y pr¨¢cticamente imposible de dirigir, pero en el momento del rodaje se entrega apasionadamente a su trabajo, con un instinto y una fuerza iropresionantes, que, seg¨²n todas las apariencias, no disminuyen un ¨¢pice fuera del rodaje. "Yo no s¨¦ qu¨¦ quiere decir ser actor, ni meterse dentro del personaje, ni todas esas tonter¨ªas. Se trata de una fuerza que est¨¢ ah¨ª, que es ajena a m¨ª y que me posee. Es la misma fuerza que se puede mani estar en el cielo, en los ¨¢rboles o en el oc¨¦ano. Un ¨¢rbol no explicar¨¢ de d¨®nde surge su fuerza; no puede hacerlo, pero la tiene. Yo siempre he sabido que ten¨ªa esa fuerza; no quiero hablar de porqu¨¦s ni de c¨®mos. Est¨¢ ah¨ª".
Tal vez fue esa personalidad altamente abrasiva la que convirti¨® en ¨¦picos sus enfrentamientos con directores de car¨¢cter semejante al suyo, como Andrej Zulawski, con quien rod¨® Lo importante es amar, o -sobre todo- con Werner Herzog, del que habla con una mezcla de resquemor y respeto.
"Herzog se ha pasado 15 a?os contando por el mundo que me oblig¨® a rodar Aguirre a punta de rifle, pero la realidad es exactamente lo contrario: yo le dije que era capaz de marcharme solo en canoa del lugar donde est¨¢bamos -a 200 kil¨®metros de la ciudad m¨¢s pr¨®xima- si quer¨ªa; ¨¦l me dijo 'si te vas te matar¨¦', pero era yo quien ten¨ªa el ¨²nico rifle -un Winchester- y fui yo quien le ense?¨® el rifle, que ten¨ªa guardado en mi caba?a. Pero esto no tiene importancia; con Her zog hemos tenido peleas incre¨ªbles y en una ocasi¨®n le golpe¨¦ y le dej¨¦ K. O., pero luego hicimos otras tres pel¨ªculas juntos (Nosferatu, Woycek y Fitzcarraldo); la violencia y el odio pueden durar un par de minutos pero pasan".
La absoluta falta de convencionalismos que Kimski exhibe para casi todo se transforma en discreci¨®n al hablar de otro rodaje sonado, el de Fitzcarraldo. "Yo lo ¨²nico que le voy a decir es que todo lo que se ha dicho y escrito sobre ese rodaje es falso. Ning¨²n peri¨®dico, ni siquiera Herzog han dicho la verdad. El ¨²nico que podr¨ªa decirla soy yo, pero para eso pienso cobrar much¨ªsimo dinero".
Los ojos de Klaus Kimski -azules claros; casi blancos en el centro de la pupila y con una l¨ªnea parduzca que unas veces se advierte y otras no- centellean desafiantemente cuando se le pregunta por su cara, por ese verdadero espejo de un alma turbulenta que, pese a sus perfiles inquietantes, resulta atractiva e inconfundible para un enorme n¨²mero de personas de toda condici¨®n: "todo esto son estupideces; yo no quiero ser atractivo ni monstruoso, yo soy yo y es mi problema o el del p¨²blico, pero es lo que dec¨ªa antes; se trata de una fuerza que me es ajena, que est¨¢ ah¨ª y se manifiesta a trav¨¦s de mi cara, de todo mi ser. Yo siempre he sabido que estaba ah¨ª; son los dem¨¢s quienes han tardado en darse cuenta".
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