La luz cerrada del estudio de Joan Mir¨®
Obras y bocetos del pintor duermen en su taller de Son Boter mientras se decide su destino final
No saldr¨¢n por las ventanas del taller de Son Boter m¨¢s silencios de los que guardaba el propio Joan Mir¨® cuando dibujaba en las paredes el ensue?o de sus formas perseguidas. En Son Abrines, cerca de la casa donde vive ahora sola Pilar Juncosa, viuda del pintor, la luz caliente ba?a los ventanales que dise?¨® Josep Llu¨ªs Sert para iluminar los arrebatos creadores de un ser dispuesto, como dec¨ªa, a no temer a la muerte y a trabajar sin fatiga.Lejos de estos pasillos y escaleras solitarias y de las telas amontonadas a la espera de su pared ¨²ltima, la ciudad de Palma transita los lugares se?alados por el artista para las epifan¨ªas de sus invenciones extraordinarias. En el quebrado parque del Mar, un mural realizado por el ceramista Castaldo espera nuevos dise?os ambientales capaces de amortiguar el peso excesivo de las terrazas de cemento.
En los jardines del S'Hort del Re?, una escultura de Mir¨® acoge la punter¨ªa de las Polaroid, mientras los turistas se sientan en sus lomos. Otra escultura tambi¨¦n en el parque del Mar -instalada primero en la plaza de P¨ªo XII y trasladada con pol¨¦mica- presenta el convencimiento ciego del ilustre pavo real a unos paseantes curiosos que acabar¨¢n por adoptar los vicios que dicta la costumbre y no ver nunca m¨¢s lo m¨¢s pr¨®ximo e inmediato. En las playas que las gentes del mundo chapotean, La Caixa de Barcelona ha distribuido tablas de windsurfing a cambio de imposiciones a plazo fijo. Las velas con los signos de Joan Mir¨® -que todos identifican ya claramente- se pasean hinchadas por los vientos por las costas mallorquinas, las mismas que Mir¨® quer¨ªa sembrar con estatuas gigantescas.
Casa para muchos
A pesar o a favor de los azares, el genio po¨¦tico de Mir¨® ha conseguido levantar presencias vivas desde la pura invenci¨®n de su esp¨ªritu. Las figuras de Mir¨® son los se?uelos para la visi¨®n descuidada del ciudadano, que recibe, quiera o no, en su ¨¢nimo las sugerencias ocultas de los nuevos modos de hacer la realidad que Joan Mir¨® mantuvo a lo largo de toda su vida.
?ste puede ser quiz¨¢ el mejor legado de un pintor que no disimul¨® nunca su generoso altruismo y su buena disposici¨®n en favor de las causas organizadas para el progreso social.
El cari?o abierto de Joan Mir¨® y su amabilidad alimentaron todos los anhelos, y la mayor¨ªa de los visitantes que subieron a Son Abrines durante todos estos a?os vieron satisfechas sus peticiones. A pesar del relativo aislamiento que protegi¨® sus primeros a?os en la isla -en sus notas manuscritas puede leerse: "M¨¦todo de trabajo: pasar absolutamente desapercibido en Palma y trabajar all¨ª con disciplina"-, el pintor particip¨® activamente en los espont¨¢neos prop¨®sitos de recuperaci¨®n cultural. En 1967, el Majorca Dady Bolet¨ªn, dirigido por Pedro Serra, organizaba el primer reconocimiento p¨²blico de la obra del pintor dedic¨¢ndole un n¨²mero especial. Poco despu¨¦s, los poetas y escritores mallorquines -entre los que estaban Guillem, Colom, Miguel Bota, Guillem Frontera, Josep Maria Llompart, Jaume Pomar y Miguel ?ngel Riera- publicaban los poemas de un homenaje que el mismo Mir¨® ilustr¨®. En 1968, el Ayuntamiento de Palma le nombra hijo adoptivo, y en 1970, la galer¨ªa de arte Pelaires organiza la primera exposici¨®n de Mir¨®. En 1974, la galer¨ªa Quatre Gats abre una muestra de grabados, y en 1978, el Ayuntamiento organiza en la lonja una exposici¨®n antol¨®gica que celebra los 85 a?os del pintor.
Un dudoso remordimiento por las censuras del pasado o las nuevas conveniencias de la transici¨®n pol¨ªtica estimularon en las viejas instituciones isle?as el anhelo de las artes como penitencia posible En abril de 1983, cuando Joan Mir¨® reposaba todav¨ªa la apoplej¨ªa que le asalt¨® un a?o antes, su nieto, David Fern¨¢ndez Mir¨®, recordaba los a?os de la indiferencia: "Creo que los mallorquines y Mir¨® se ignoraron mutuamente. De ellos sol¨ªa decir que eran mediocres, fenicios y cobardes. Luego, cuando conoci¨® a los j¨®venes m¨¢s activos, cambi¨® de opini¨®n".
El 27 de marzo de 1979, Joan Mir¨® firmaba las escrituras de la Fundaci¨®n Pilar y Joan Mir¨®, mediante las que se hac¨ªa efectiva la donaci¨®n a la ciudad del taller de Son Boter y del estudio de Son Abrines. La nueva fundaci¨®n, que, junto a la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona y la Fundaci¨®n Maegth de Saint Paul de Vence, deb¨ªa conformar un tri¨¢ngulo de cultura en el Mediterr¨¢neo, seg¨²n expres¨® el artista, materializaba las ansias de Mir¨® por legar a la ciudad de Palma y al uso colectivo parte de su patrimonio. Pero en las notas firmadas se detallaban tambi¨¦n las condiciones y las obligaciones p¨²blicas a las que quedaba atado el patronato de la fundaci¨®n, integrado por representantes del Ayuntamiento: "la fundaci¨®n tendr¨¢ por objeto el fomento y difusi¨®n del conocimiento art¨ªstico, facilitando la labor creadora de futuros artistas, en ¨ªntima y constante colaboraci¨®n con todos los sectores ciudadanos, superando los esquemas muse¨ªsticos habituales con una realidad cardinal, din¨¢mica, que explique vivencialmente la est¨¦tica del arte contempor¨¢neo".
Pero el ambicioso plan -la fundaci¨®n posee adem¨¢s car¨¢cter perpetuo-, impuesto personalmente por Joan Mir¨® como la condici¨®n irrenunciable que justificaba plenamente la donaci¨®n, comprometi¨® excesivamente a una corporaci¨®n que consideraba imprecisos y dificilmente realizables algunos de los art¨ªculos del documento fundacional.
La herencia
El 25 de diciembre de 1983, la herencia que el pintor dej¨® a su familia estaba constituida por 64 obras sobre tela, 111 obras sobre papel y cartulina, 2.405 piezas de obra gr¨¢fica y 37 piezas m¨¢s depositadas en la galer¨ªa Maegth de Barcelona. Sobre este inventario se aplicar¨¢n los porcentajes que el Ministerio de Hacienda debe cobrar a la familia en concepto de derechos de sucesi¨®n. La nueva ley del Patrimonio Hist¨®rico espa?ol permitir¨¢, sin embargo, al Ministerio de Cultura aplicar por primera vez en Espa?a un criterio de intercambio mediante el que la f¨¢milia podr¨¢ entregar al Estado un conjunto no determinado de obras del pintor en concepto de pago por los derechos de sucesi¨®n y que integrar¨¢n el patrimonio art¨ªstico, evitando de este modo que las obras puedan salir del pa¨ªs o ser adquiridas por alg¨²n particular.
En el libro Mir¨® y Mallorca, escrito por Pedro Serra y patrocinado por el Consell Insular de Mallorca, se reproduce una de las ¨²ltimas conversaciones de Joan Mir¨® recordadas por Pilar Juncosa: "¨²ltimamente s¨®lo piensa en este viaje. Cada d¨ªa me dice que tenemos que ir a Madrid. No entiendo bien por qu¨¦". El pasado mes de mayo, la viuda del pintor hizo p¨²blica su intenci¨®n de donar al Museo del Prado de Madrid parte de las obras de su propiedad que en vida le regal¨® su marido. La intenci¨®n de Pilar Juncosa es la de donar un lote de obras de Joan Mir¨® para ser instaladas en una sala del Museo del Prado. Una parte, a la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona, y otra, a la Fundaci¨®n Pilar y Joan Mir¨® de Palma. Aunque esta donaci¨®n no est¨¢ condicionada a la operaci¨®n prevista por la nueva ley para las herencias art¨ªsticas, es probable que la decisi¨®n definitiva acerca de las piezas legadas a cada instituci¨®n ser¨¢ anunciada cuando se haya llegado a un acuerdo.
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