Pedro y el p¨¢ramo

Un consuelo le tiene que quedar a Pedro Ruiz al final de sus siete espect¨¢culos televisivos: ha hecho honor al juvenil consejo de Neruda "el que huye del mal gusto cae en el hielo". El s¨¦ptimo programa, como el primero, vino a confirmar que Ruiz cultiva un humorismo zafio y una seriedad cursi, pero que ha logrado introducir, en ese terreno bald¨ªo que son nuestras variedades televisivas, unas gotas de ¨¢cido y un grato ritmo loco.El c¨®mico demostr¨® una vez m¨¢s el viernes sus innegables dotes mim¨¦ticas, haciendo imitaciones convincentes y a veces muy afiladas de padres de la Patria como Gonz¨¢lez, Guerra, Fraga o Adolfo Su¨¢rez. Luego, ¨¦l mismo y una selecci¨®n de humoristas conocidos, como Summers, Chummy Ch¨²mez o Forges, adoptaron el papel de hijos respondones. Fue el mejor sketch de la noche y hay que reconocerle a Ruiz la modesta caballerosidad de haberse rodeado en su serie de c¨®micos y actores mejores que ¨¦l. Jos¨¦ Luis Coll, Maruja Asquerino o Amparo Rivelles, entre otros, han dado al programa sus brillos m¨¢s notables.

Musicalmente, Pedro Ruiz llev¨® como padrinos al plat¨® a Serrat y a Luis Cobos. El primero, sometido al intenso fuego confesional de ese sentimental que es Pedro Ruiz, a punto estuvo de echar sus lagrimitas; Cobos, por el contrario, dijo que se ve¨ªa a s¨ª mismo como un "prestidigitador" de la m¨²sica, algo que ya sab¨ªamos los que hemos sufrido sus batidos zarzueleros. Una cosa ha quedado clara en Como Pedro por su casa: el Se?or, que le ha dado otras dotes, no ha llamado a Pedro Ruiz al sendero de la m¨²sica vocal.