Una defensa alternativa para Espa?a
El debate sobre la defensa nacional ha sido excluido e ignorado en Espa?a -se?ala el autor de este trabajo-, y eso en un momento en el que est¨¢n pendientes graves decisiones sobre nuestro futuro. En estas condiciones, y eliminando la defensa basada en el poder popular, el autor se inclina por la opci¨®n de que en Espafla se aplique otro modelo de tipo neutralista, en el que se disponga de un potencial militar m¨ªnimo y defensivo, y a favor de tomar un compromiso decidido a favor del desarme y la desmilitarizaci¨®n.
Uno de los centros de atenci¨®n m¨¢s destacables del actual debate pol¨ªtico es, a nivel internacional, el dise?o de lo que podr¨ªan ser pol¨ªticas de defensa alternativas; esto es, pol¨ªticas de defensa que no incurran en los defectos y patolog¨ªas que tradicionalmente han caracterizado a estas pol¨ªticas (nuclear?zaci¨®n mundial, provocaci¨®n, sujeci¨®n a los intereses de las grandes potencias, carrera de armamentos, militarismo, etc¨¦tera) y que han colaborado decisivamente a que el mundo sea cada vez m¨¢s inseguro e inestable, contrariando precisamente el principal objetivo para el que hab¨ªan sido elaboradas: crear mayor seguridad.Con pocas excepciones, este debate ha sido ignorado excluido en Espa?a, y justo en un momento en el que queda pendiente un conjunto de determinaciones en pol¨ªtica de defensa que a buen seguro hipotecar¨¢n notablemente el pr¨®ximo futuro.
Urge, por tanto, alentar y desarrollar una reflexi¨®n, un debate y una formulaci¨®n de propuestas que sean realmente alternativas y que, dentro de su idealismo, no incurran en una excesiva simplificaci¨®n utopista.
A mi entender, existen en el caso espa?ol unas premisas a las que atender antes de formular cualquier propuesta alternativa. Algunas de ellas ser¨ªan las siguientes:
a) Dada la estructura sociopol¨ªtica del pa¨ªs, no es posible proponer y adoptar, a medio plazo un modelo de defensa alternativa basada en una organizaci¨®n popular general. Lo m¨¢s sensato, aunque sea en un camino de transici¨®n a largo plazo, es apostar por la introducci¨®n de fuertes modificaciones en el dise?o de la pol¨ªtica de defensa tradicional.
b) Dada una opini¨®n p¨²blica mayoritariamente favorable a una pol¨ªtica de neutralidad respecto a los bloques militares, hay que asumir y practicar (ministros y militares incluidos) una pol¨ªtica exterior y de defensa basada en el neutralismo.
Un potencial m¨ªnimo
c) Puede partirse de la base de que Espa?a es un Estado que no est¨¢ sujeto a amenazas relevantes de car¨¢cter exterior ni est¨¢ envuelto en situaciones de conflicto que pudieran plantear a discusi¨®n la necesidad de un fuerte aparato militar. Por ello, un principio rector ser¨ªa el disponer de un potencial militar m¨ªnimo y de car¨¢cter puramente defensivo, y no provocativo, am¨¦n de tomar un compromiso decidido a favor del desarme y la desmilitarizaci¨®n.
A partir de estas premisas, las caracter¨ªsticas que creo podr¨ªa y deber¨ªa tener una pol¨ªtica de defensa alternativa en Espa?a ser¨ªan las siguientes: desnuclearizadora, no provocativa, no amenazante, desligada de los bloques y desacoplada de las grandes potencias, desestimuladora del rearme, independiente, reductora del militarismo y fomentadora de la seguridad internacional.
Desnuclearizar significa no solamente declarar que no se fabricar¨¢n o almacenar¨¢n armas nucleares en el pa¨ªs, sino no colaborar en la proliferaci¨®n de estas armas y en la extensi¨®n de la estrategia nuclear de otros pa¨ªses. Esto implica una pol¨ªtica sumamente cr¨ªtica respecto a la perpetuaci¨®n de las estrategias nucleares y apoyar, en cambio, el proceso de formaci¨®n de zonas desnuclearizadas en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y el Mediterr¨¢neo, por ejemplo.
La no-provocaci¨®n comporta reducir el h¨¢bito de "necesitar" enemigos que justifiquen la existencia de una capacidad militar propia, as¨ª como no confundir problemas con amenazas; la sobrepercepci¨®n de amenazas y el pretender dominar determinadas zonas geogr¨¢ficas (en vez de conformarse con un control) son algunas de las pr¨¢cticas tradicionales que generan temor, desconfianza e inseguridad a terceros pa¨ªses (el Magreb, en nuestro caso).
Para que una pol¨ªtica de defensa no sea amenazante, adem¨¢s, ha de prescindir de todo tipo de armamento y de sistemas de armas que tengan una capacidad claramente ofensiva (portaeronaves, submarinos, cazas polivalentes, etc¨¦tera), por lo que deber¨ªa optarse por tipos de armamentos que no puedan amenazar a ning¨²n pa¨ªs vecino. En este sentido, deber¨ªa estimularse la cooperaci¨®n no-militar con las zonas consideradas como "conflictivas" o "amenazantes", abandonando la pr¨¢ctica reciente de cooperaci¨®n militar con ellas para controlar as¨ª los flujos armamentistas de la zona.
Tendencias al enfrentamiento
Reducir el papel de las alianzas militares resulta igualmente vital en estos momentos, dadas las tendencias hacia el enfrentamiento que domina al antagonismo entre los bloques. Retirarse totalmente de la OTAN ser¨ªa la mejor forma de favorecer la reducci¨®n de la hostilidad entre los bloques y de que las alianzas militares vayan dejando de ser instrumentos de presi¨®n. Ello reforzar¨ªa el componente pol¨ªtico, en detrimento del militar, en la concepci¨®n de la seguridad europea.
L¨®gicamente, ello habr¨ªa de suponer tambi¨¦n un desacoplamiento de la pol¨ªtica militar de las grandes potencias y, en el caso espa?ol, el cierre a corto plazo de todas las instalaciones militares norteamericanas. Paralelamente, estas medidas ir¨ªan acompa?adas de una pol¨ªtica muy activa en la cooperaci¨®n econ¨®mica y cultural interbloques.
Para desestimular el rearme es necesario promover aquellos aspectos de la defensa que no sean de car¨¢cter militar, de forma que los armamentos dejen de ser la principal representaci¨®n de la pol¨ªtica de defensa. En un planteamiento de unas fuerzas armadas reducidas y de car¨¢cter exclusivamente defensivo, el actual proceso de militarizaci¨®n de la investigaci¨®n y de varios sectores industriales dejar¨ªa de tener sentido, por lo que se habr¨ªa de iniciar una reconversi¨®n de varias industrias militares hacia producciones de car¨¢cter civil y prescindir de cualquier exportaci¨®n de material b¨¦lico ofensivo.
Se prestar¨ªa especial atenci¨®n en no incurrir en procesos de crecimiento autogenerado y aut¨®nomo de la propia industria b¨¦lica, con lo que los gastos militares podr¨ªan reducirse, al menos, a la mitad de los actuales.
El sentir mayoritario
Si la capacidad de decisi¨®n y de elaboraci¨®n de la pol¨ªtica de defensa han de ser exclusivamente nacionales, debe conectarse esta pol¨ªtica con el sentir mayoritario del pueblo y de la forma m¨¢s directa posible. El ocultamiento o retraso en solucionar problemas pol¨ªticos, como el futuro de Ceuta y Melilla, disminuir¨¢ la probabilidad de resolver pol¨ªtica y pac¨ªficamente estos problemas.
Una defensa alternativa no pretende nunca destruir al adversario, sino que busca la defensa propia, en contra de un discurso realmente extendido que tiende a depositar su confianza en el uso de la fuerza y de la violencia de forma prioritaria y gratuita. Reducir los niveles de influencia del pensamiento militarista que todav¨ªa existe en una parte de la sociedad (y no s¨®lo dentro del colectivo militar) resulta vital para lograr una completa subordinaci¨®n de las fuerzas armadas al poder civil.
El derecho a la objeci¨®n de conciencia (y no su castigo), el fomento de la investigaci¨®n sobre la paz desde una perspectiva cr¨ªtica e independiente, la divulgaci¨®n de temas relacionados con el desarme, la aportaci¨®n de los civiles en la planificaci¨®n de la defensa, etc¨¦tera, son medidas que permitir¨ªan dar cabida a todas aquellas opiniones sobre la defensa que existen en la sociedad, desmilitarizando su concepci¨®n y su puesta en pr¨¢ctica.
Finalmente, todas las propuestas expuestas para dibujar una defensa alternativa a nivel nacional deben perseguir tambi¨¦n y ser compatibles con el fomento de la seguridad a nivel internacional. Para el caso de Espa?a, esto significar¨ªa optar por el Magreb como zona prioritaria de cooperaci¨®n econ¨®mica, social y cultural, dentro de un esp¨ªritu mediterr¨¢neo y pac¨ªfico, que seguramente tendr¨ªa m¨¢s probabilidades de contribuir a la seguridad de la zona que apostando por nuestra participaci¨®n en una guerra de las galaxias que no deseamos.
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