Gromiko, presidente
LA ELECCI¨®N de Andrei Gromiko como presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, cargo que equivale al de jefe de Estado, ha causado cierta sorpresa en las canciller¨ªas; exist¨ªa una opini¨®n bastante general de que Gorbachov, como sus tres antecesores -Chernenko, Andropov y Breznev-, concentrar¨ªa en su persona los dos cargos de secretario general del partido y de jefe del Estado. Las cosas se han producido de una manera diferente; ell¨® se debe probablemente a que Gorbachov se ha sentido con la suficiente fuerza para cambiar una costumbre introducida por Breznev en 1977.Al ser elegido presidente del Presidium, Gromiko asciende a un cargo de m¨¢s alta jerarqu¨ªa en el sistema estatal de la URS S; sobre todo en el plano de los honores, de la formalidad jur¨ªdica y del protocolo. No se puede olvidar que Gromiko desempe?¨® un papel esencial, en el seno del Bur¨® Pol¨ªtico, cuando se trat¨® de elegir al sucesor de Chernenko; entre los veteranos de dicho Bur¨®, fue el partidario m¨¢s resuelto de la candidatura de Gorbachov.
Al mismo tiempo, es evidente que, habiendo desempe?ado durante 28 a?os la cartera de Exteriores del Gobierno de la URSS, Gromiko tiene t¨ªtulos ¨®ptimos para el cargo de jefe del Estado. Pero la historia de la URSS indica, a la vez, que este cargo ha sido en numerosas ocasiones un retiro dorado para personalidades que hab¨ªan rendido servicios relevantes al Estado sovi¨¦tico. Fue ocupado, en la ¨²ltima etapa de su vida, por figuras como Chvernik, Vorochilov, Mikoyan, que hab¨ªan desempe?ado, antes de llegar a esa presidencia, los trabajos m¨¢s importantes, militares y pol¨ªticos, que les han asegurado un lugar en la historia sovi¨¦tica. El actual nombramiento de Gromiko tiene ciertas semejanzas con los casos citados.
Un hecho significativo para comprender las causas que han determinado el cambio de ministro de Asuntos Exteriores de la URSS es la personalidad de Eduard Shervardnadze, el dirigente del PC de Georgia, designado para sustituir a Gromiko. Se trata de una persona que no tiene ninguna experiencia en el terreno de la pol¨ªtica exterior. Ha merecido la confianza de Gorbachov porque ha sabido superar las enormes dificultades que se planteaban en la Rep¨²blica de Georgia, con fen¨®menos de corrupci¨®n y despilfarro que afectaban a toda la estructura de dicha rep¨²blica.
Es considerado como un pol¨ªtico inteligente y en¨¦rgico, sensible a los nuevos problemas que el actual secretario general pone en primer plano. Su nombramiento supone una concepci¨®n diferente de lo que debe ser el ministro de Exteriores. En casos anteriores, como los de Chicherin y Litvinov, eran personas experimentadas en las cuestiones internacionales, que a partir de esa especialidad llegaron a desempe?ar un papel pol¨ªtico importante. Gromiko fue nombrado ministro de Exteriores en 1957, despu¨¦s de una carrera diplom¨¢tica bastante larga. Y su nombramiento para el Bur¨® Pol¨ªtico se produce en 1973, cuando llevaba ya m¨¢s de 15 a?os como ministro. En el caso actual, Shevardnadze es ya miembro del Bur¨® Pol¨ªtico; se ha formado en tareas pol¨ªticas de diverso orden, incluido el Ministerio del Interior de Georgia. Tendr¨¢ que adquirir su experiencia en cuestiones internacionales ya con la cartera de Exteriores. Una conclusi¨®n se desprende: existe por parte de Gorbachov la voluntad de poder enfocar con ojos nuevos la pol¨ªtica exterior de la URSS; no s¨®lo los temas de coyuntura, sino los problemas estrat¨¦gicos de fondo. Sin esa voluntad, las medidas tomadas ser¨ªan costosas e ?l¨®gicas. Pero considerar con nuevos ojos la pol¨ªtica exterior no era posible mientras permaneciese como ministro la misma persona que lo ha sido desde 1957. Una permanencia tan larga, fuente sin duda de experiencia, significa a la vez un peso aplastante. El desplazamiento de Gromiko de ese cargo supone, pues, un intento de renovaci¨®n, si bien su presencia en la jefatura del Estado permitir¨¢ que siga ejerciendo funciones de consulta y de consejo; y que siga simbolizando la continuidad de una pol¨ªtica exterior.
Los recientes cambios en la cumbre sovi¨¦tica denotan una voluntad de abordar con nuevas miras las cuestiones internacionales, pero no permiten, por ahora, decir si se producir¨¢n cambios de fondo o si aparecer¨¢ simplemente un estilo renovado. Hasta el congreso del PCUS, fijado para los inicios de 1986, no ser¨¢ f¨¢cil saber qu¨¦ consecuencias van a tener, en t¨¦rminos de pol¨ªtica sustancial, las modificaciones de estos d¨ªas.
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