El cuarto, para estofado
, ENVIADO ESPECIALLe daba redondos Ortega Cano al cuarto, buenos por cierto, y ya hab¨ªa ca¨ªdo vasito gazpacho, el bocadillo de lomo con pimientos del piquillo, trago sangr¨ªa, y por all¨¢ corr¨ªan ollas con bacalao; por acull¨¢, bonito entomatado; un corcho saltaba en par¨¢bola desde la botella de champa?a hasta el callej¨®n, donde le ca¨ªa a un empleado justo encima del rabo de la boina. El cuarto toro, en Pamplona, no existe casi nunca. El cuarto toro deber¨ªa salir estofado.
En realidad, casi ni el quinto existe, pues para entonces a¨²n quedan restos de bocadillo, culos de botella, medias ollas. Una correcta organizaci¨®n de los sanfermines debiera replantear la cuesti¨®n del cuarto toro, y la del quinto, para que el torero no corra riesgos in¨²tiles y no se vea obligado a ensayar, con la calorina, faenas que nadie advierte.
Plaza de Pamplona
8 de julio. Tercera corrida de feria.Toros de Salvador Guardiola, con trap¨ªo y cornalones; destrozados en varas. Ortega Cano: oreja y palmas. Pep¨ªn Jim¨¦nez: silencio en los dos. V¨ªctor Mendes: ovaci¨®n y salida al tercio en sus dos toros.
Los individuos del castore?o son quienes mejor han entendido la funci¨®n gastron¨®mica del toro de lidia y lo mechan, sea en sanfermines o por carnestolendas. Los hay virtuosos, y siempre sale alguno de ¨¦stos que ofrece el espect¨¢culo de sus habilidades carniceras. Ayer fue el individuo contratado para picar al quinto, que lo agujere¨® hasta por el ri?¨®n. Cambiado el tercio, a¨²n segu¨ªa hincando lanza, con sa?udo frenes¨ª, y hasta echaba el pie abajo para paquetear al descuartizado animal con la bota de hierro.
Los mozos le tiraron almohadillas, pan, hielo, cuanto ten¨ªan a mano. Menos mal que los mozos pamplonicas no meriendan bombas at¨®micas. En realidad, ese individuo del castore?o se excedi¨® en su vocaci¨®n destructiva, pero sus colegas tambi¨¦n desarrollaron a placer el ejercicio de la carnicer¨ªa, que tanto les gusta. De esta forma, los Guardiola, ejemplares cuajados, largos, muy serios, de apabullante trap¨ªo e impresionantes cornamentas, aparatosas y astifinas, llegaron al ¨²ltimo tercio moribundos, con media arrancada, algunos echando arriba la cara, como los dos de V¨ªctor Mendes.
Ten¨ªan, adem¨¢s, casta, de forma que, aunque poseyeran nobleza (caso del que abri¨® plaza), hab¨ªa que torearlos empleando la t¨¦cnica m¨¢s acabada. As¨ª lo hizo Ortega Cano en ese toro primero al que construy¨® una faena torer¨ªsima sobre la mano derecha, cargando la suerte en los redondos, templando la embestida, ligando cada muletazo y adorn¨¢ndose mediante pases surtidos, desde los molinetes a los cambios de mano, desde las trincherillas al abaniqueo, pasando por una tanda de manoletinas. En uno de los cites, que hizo de largo, el toro le arroll¨®, pero continu¨® el muleteo tan relajado como hasta entonces, igual que si no hubiera ocurrido nada. Ortega Cano contin¨²a acumulando m¨¦ritos para entrar en el sacro colegio cardenalicio de la tauromaquia; tambi¨¦n le habr¨ªan valido los que hizo cuando toreaba el cuarto, si no fuera porque hab¨ªan tocado a refectorio.
Prendi¨® banderillas Ortega Cano a su primer toro y, alternando con V¨ªctor Mendes, al cuarto y al sexto, pero en este tercio estuvo vulgar. Mejor ejecutaba Mendes la suerte, reuniendo de frente y prendiendo arriba. El portugu¨¦s tuvo una actuaci¨®n muy torera. Los capotazos con que par¨® al tercero, bajando el enga?o y meti¨¦ndose materialmente en el costado del huido animal, poseyeron categor¨ªa. Tambi¨¦n los lances a la ver¨®nica, las navarras y un primoroso quite por chicuelinas. Con la muleta estuvo valiente, lidiador, sin que le descompusieran nunca las tarascadas de sus enemigos.
M¨¢s de puntillas pas¨® por Pamplona Pep¨ªn Jim¨¦nez, frente a dos Guardiola ¨¢speros. A su primero destac¨® naturales ayud¨¢ndose con el estoque, y cuando intent¨® derechazos, el toro le punteaba. El quinto, descuartizado por el individuo del castore?o, estaba para estofado, y fue contra natura que Pep¨ªn Jim¨¦nez lo intentara torear.
Antes del paseillo aparecieron en los tendidos de sol enormes pancartas alusivas a Germ¨¢n, el mozo tr¨¢gicamente muerto en los sanfermines de 1978, y la trompeta toc¨® silencio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.