Hern¨¢n Cort¨¦s y Moctezuma, personajes de una obra de Schneider
Las figuras antag¨®nicas del emperador de los aztecas, Moctezuma, y de su conquistador, el espa?ol Hern¨¢n Cort¨¦s, han inspirado al escritor alem¨¢n Peter Schneider su primera obra teatral, Totoloque, que acaba de estrenarse en M¨²nich.Schneider, de 45 a?os, conocido especialmente por su novela Lenz -sobre un estudiante marxista que pas¨® por la experiencia desmitificadora de Mayo del 68- y por su reciente El saltador del muro, donde el muro es, naturalmente, el de Berl¨ªn, ha querido hacer nuevamente una obra que constituye, en el fondo, una reflexi¨®n pol¨ªtica. Totoloque es un juego de los antiguos mexicanos, similar en cierto modo al del tejo, y que consiste en lanzar unas bolas lo m¨¢s cerca posible de un chito, sobre el que se deposita la apuesta.
El espa?ol Cort¨¦s apuesta lo que ha robado a su reh¨¦n: un sol de oro, un manto con 20.000 plumas de p¨¢jaro, la corona y su libertad. En el drama de Schneider, que comienza cuando los conquistadores empiezan a darse cuenta de que los espa?oles no son dioses, sino hombres sedientos de oro, Cort¨¦s y Moctezuma juegan tres partidas, cada una relacionadas con un complejo tem¨¢tico: la sexualidad, la religi¨®n, el poder.
Pero cuando hablan de Dios, de la mujer o de la conciencia, el espa?ol y el indio no se entienden: sus culturas, sus creencias, sus sensibilidades son dos mundos aparte. En el fondo, lo que se plantea en la obra de Schneideer es a qui¨¦n pertenece la tierra: Cort¨¦s, fiel a la Biblia, argumenta que la tierra se la dio el creador al hombre para que la domine.
Moctezuma sostiene, por el contrario, que el hombre la recibi¨® s¨®lo prestada, est¨¢ subordinado a ella y tiene que pagar con sacrificios humanos ese empr¨¦stito: Moctezuma adora la tierra, Cort¨¦s la explota.
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