Un gesto inamistoso y un hecho real
LA INCLUSI?N entre las resoluciones de la reci¨¦n constituida Asamblea parlamentaria libio-marroqu¨ª de una frase que habla "del car¨¢cter ¨¢rabe de Ceuta y Melilla y las islas Chafarinas" y de "la necesidad de liberarlas" es un gesto inamistoso hacia Espa?a. Independientemente de los dudosos t¨ªtulos que Libia pueda esgrimir para entrometerse en una cuesti¨®n esencialmente bilateral entre Marruecos y Espa?a, no deja de llamar la atenci¨®n la inclusi¨®n de ese tema en un contexto en el que, por ejemplo, no hay una alusi¨®n al S¨¢hara, cuando es precisamente el problema en el que Marruecos vuelca hoy sus mayores esfuerzos. Pero tal alusi¨®n pod¨ªa ser molesta para Gaddafi, porque pondr¨ªa en evidencia de forma llamativa el giro de 180 grados que ha dado a su actitud con relaci¨®n al pueblo saharaui. Es evidente que la Uni¨®n libio-marroqu¨ª, a pesar de sus "¨®rganos conjuntos", tiene un car¨¢cter principalmente coyuntural. En cuestiones esenciales de la situaci¨®n internacional, y del propio mundo ¨¢rabe, Rabat y Tr¨ªpoli tienen pol¨ªticas discrepantes, cuando no opuestas. Y esas discrepancias se tratan de disimular con la referencia a Ceuta y Melilla.Por otro lado, este hecho desagradable para Espa?a, sobre todo en un momento de buenas relaciones con Marruecos, puede ser ¨²til si contribuye a una toma de conciencia de que el tema de Ceuta y Melilla puede, en cualquier momento, saltar y envenenarse en el plano internacional. Y que conviene por ello propiciar una discusi¨®n sosegada, en el seno de la sociedad espa?ola, de sus aspectos fundamentales, tal como se plantean hoy, a finales del siglo XX; poniendo por delante un razonamiento fr¨ªo y no pasiones encendidas. Sacar enseguida la bandera, invocar la soberan¨ªa, convertir lo que debe ser un debate tranquilo en un enfrentamiento maniqueo entre patriotas y traidores, s¨®lo puede llevar al inmovilismo; y a mantener entre muchos espa?oles ideas equivocadas; y, sobre todo, la ilusi¨®n absurda de que basta con gritar fuerte para que los problemas, y los peligros, desaparezcan.
Ceuta y Melilla son ciudades espa?olas, por razones hist¨®ricas y porque la gran mayor¨ªa de sus habitantes son espa?oles. Pero decir que son ciudades espa?olas como otras cualesquiera no responde a la verdad. Son casos muy espec¨ªficos; est¨¢n situadas en el continente africano; las zonas rurales que las rodean son marroqu¨ªes; y asimismo lo son una parte de sus habitantes, bien residentes fijos, bien en tr¨¢nsito. Para lograr un futuro lo m¨¢s seguro y positivo para esas dos ciudades, un factor decisivo es la calidad de las relaciones entre espa?oles y marroqu¨ªes. Todo lo que sea perpetuar situaciones de discriminaci¨®n, de intolerancia, de racismo en una palabra, significa contribuir a aumentar las posibilidades de un conflicto internacional, en las peores condiciones para Espa?a, aunque pueda invocar t¨ªtulos hist¨®ricos indiscutibles.
Con frecuencia, los primeros que invocan la espa?olidad a la vez aceptan y justifican situaciones como la de la Ca?ada de la Muerte en Melilla, denunciada recientemente en estas mismas p¨¢ginas.
Con un esfuerzo de las dos administraciones, Ceuta y Melilla pueden ser un factor importante para elevar el nivel de vida de una poblaci¨®n marroqu¨ª bastante numerosa, incluso en las zonas rurales circundantes, sobre todo en cuestiones de sanidad, ense?anza, cultura, trabajo. Una pol¨ªtica seria de inversiones en este sentido tendr¨ªa una rentabilidad en el plano pol¨ªtico dificil de medir. Cuando llegue el momento de iniciar con Marruecos una discusi¨®n sobre la mejor soluci¨®n a largo plazo es fundamental que el Gobierno espa?ol est¨¦ en las mejores condiciones para defender, mirando al futuro y no s¨®lo al pasado, los derechos y los intereses de las poblaciones de Ceuta y Melilla.
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