Pedro Delgado impone su ley en los Pirineos
Pedro Delgado ha sido el ¨²nico corredor que ha conseguido poner en serios aprietos al l¨ªder Hinault. Delgado gan¨® ayer su primera etapa en un Tour y rellena, a pasos agigantados, espacios en blanco de S palmar¨¦s. Ayer provoc¨® la segunda victoria espa?ola de etapa, hecho que no ocurr¨ªa desde 1977, ascendi¨® al sexto puesto de la clasificaci¨®n general y socav¨® el dominio que quer¨ªa imponer el colombiano Herrera en los Pirineos. Su equipo, el Seat-Orbea, plante¨® una t¨¢ctica magistral y Delgado abre la expectativa ante lo que pueda suceder hoy.
LUIS G?MEZ ENVIADO ESPECIAL, Falta hace que Delgado no se caiga ni se descuelgue para rehabilitarse. Que un ciclista como ¨¦l, tenga que luchar a sus 25 a?os para demostrar que est¨¢ en el buen camino es demostraci¨®n elocuente de las expectativas que ha llegado a levantar, de la pol¨¦mica que ha originado, desde hace s¨®lo un par de a?os, en el mundo del ciclismo espa?ol. Pedro Delgado gan¨® ayer su primera etapa en tres a?os de Tour, un hecho que ya se le cuestionaba. Y regresa a la sexta posici¨®n en la general, que es puesto de privilegio en la m¨¢s importante prueba ciclista del mundo. Falta que no se caiga ni quede descolgado. Falta que desaparezca su d¨ªa negro. Con un poco m¨¢s de acierto en la contra reloj, con mejor equipo, Delgado estar¨ªa ahora bien pertrechado para subir al podio el domingo en Par¨ªs. Delgado esperaba llegar sin toser a los Pirineos; su equipo deb¨ªa aguntar hasta esas etapas para ponerse a trabajar. Cabestany ten¨ªa que rendir el m¨¢s sacrificado favor que pod¨ªa prestar en sus condiciones: nunca hab¨ªa sido, con un expediente de figura nacional, tan gregario como en la etapa de ayer. La presencia de los Pirineos significaba la ¨²ltima esperanza de no sufrir una derrota en toda regla ante el ciclismo colombiano y la pujante ascensi¨®n de Herrera. Delgado, en ausencia de Arroyo, era el ¨²nico candidato espa?ol. Todas estas circunstancias ten¨ªan .que considerarse d¨ªas antes de que llegara esta etapa.A primera hora de la ma?ana, el tiempo anunciaba fr¨ªo y niebla en las cumbres, pero la decisi¨®n sobre la carrera estaba tomada. Delgado hab¨ªa conversado con Cabestany ampliamente, ten¨ªa estudiado el recorrido de la etapa, y opt¨® por poner al equipo a trabajar por primera vez. Necesitaba que la carrera fuera un poco m¨¢s veloz a mitad de recorrido y un buen acompa?ante para un par de cosas: la recuperaci¨®n del primer esfuerzo y el salto final.
El fiel Cabestany
El compa?ero iba a ser Cabestany. "Dejarle que llene el est¨®mago primero, que ya me encargar¨¦ yo de lo dem¨¢s", dec¨ªa Delgado cada vez que se le preguntaba por la desmoralizaci¨®n creciente de Cabestany. Perurena, el director del equipo, se encargar¨ªa del resto y de procurar alg¨²n hombre m¨¢s para el primer ataque. Perurena, en los momentos de calma de la etapa, accedi¨® a hacer unas declaraciones para la radio colombiana en plena carrera: "Vamos a ver si les damos una lecci¨®n a los colombianitos", dijo sin reparo. Los colombianos buscaban un rival para Herrera. Lo encontraron.
El fr¨ªo y la niebla esperaban ya en el Col D'Asp¨ªn (kil¨®metro 144). No iban a encontrar espa?oles y colombianos ni una migaja de calor. En Toulouse, Hinault forzaba una sonrisa para aparentar; bien temprano sus p¨®mulos reflejaron una hinchaz¨®n descarada que dibujaba, adem¨¢s, unas ojeras amoratadas.
Hinault saludaba a la Prensa, como es su costumbre, pero no pudo evitar una oleada de fot¨®grafos en cuanto se extendi¨® la impresi¨®n de sufrimiento que ofrec¨ªa su rostro.
Kil¨®metros despu¨¦s, en terreno llano y soleado, Hinault se esforzaba en sonrisas, en gracias poco habituales, y comandaba el pelot¨®n en acciones de fogueo. As¨ª, cuando atac¨® un grupo de nueve corredores, entre los que iba Carlos Hern¨¢ndez, Hinault se precipit¨® a la cabeza, rebas¨® a los escapados y profiri¨® unas palabras a quien figuraba al frente del grupo neutralizado. "Otra vez ser¨¢", parece que dijo.
Eran acciones descaradas del l¨ªder que sembraron una falsa impresi¨®n de seguridad. Hinault lleg¨® ayer a la meta derrotado, mientras las emisoras y la televisi¨®n francesas se hartaban de cronometrar su desventaja y excalamar: "?El l¨ªder, en situaci¨®n comprometida."', "?el l¨ªder en dificultades!". El p¨¢nico se apoder¨® de la Prensa deportiva francesa desde que empez¨® este Tour. Lo curioso es que Delgado atac¨® a Herrera, pero nunca a Hinault.
Para socavar la superioridad de Herrera ante un puerto de monta?a, dicen los t¨¦cnicos que es necesario llevar al colombiano no en volandas como hizo Hinault, sino a todo tren. Si Herrera empieza lleno de energ¨ªas la subida a un puerto gana con facilidad. ?sta es la teor¨ªa, fruto de la lecci¨®n ofrecida en los Alpes, donde Hinault se encarg¨® de que nadie atacara por encima de su autoridad. Pero con el l¨ªder en situaci¨®n m¨¢s defensiva ante su dolencia, el Seat-Orbea decidi¨® hacer labor de equipo en ataque.
Del Ramo salt¨® del pelot¨®n para provocar un poco de circulaci¨®n; lleg¨® a contar con tres minutos de ventaja, hasta que Cabestany se encarg¨® de acompa?arle y de relevarlo en el ataque. ?ste aguant¨® la subida al Tourmalet, que coron¨® en primer lugar. Surgi¨® de la bruma para enderezarse en la bicicleta y colocarse un trozo de peri¨®dico como medida de protecci¨®n ante el fr¨ªo. Delgado fue segundo, a 1.19 minutos de su compa?ero. A -2.03 iban Parra, Lemond y Roche. Herrera e Hinault rozaban los tres minutos, y Chozas se aprovechaba de la situaci¨®n para mantenerse entre los mejores. Perurena indic¨® a Cabestany que se detuviese, para realizar a d¨²o el descenso. As¨ª lo hicieron hasta que Cabestany se qued¨® sin fuerzas en la ¨²ltima subida. Se par¨® en seco y, por un momento, se pens¨® en un pinchazo. En realidad, se hab¨ªan desinflado sus energ¨ªas para lanzar a Delgado.
As¨ª, la ascensi¨®n a Luz Ardiden, el ¨²ltimo puerto, qued¨® como un enfrentamiento personal entre Delgado y Herrera. El colombiano rebas¨® con descarada facilidad a todos los intermediarios y se lanz¨® a por el espa?ol. Fue una persecuci¨®n de 10 kil¨®metros, silenciosa y solitaria, porque Herrera no pod¨ªa divisar a Delgado, ni ¨¦ste al colombiano; s¨®lo referencias verbales y nunca visuales. Tal era la niebla, tan pesada, que Herrera s¨®lo habr¨ªa podido verle en el momento del contacto. Y no existi¨®.
Por vez primera, Herrera se lanz¨® con rabia en busca de una demostraci¨®n. Le faltaba derrotar al ¨²ltimo de los escaladores espa?oles en activo. Era el mejor reto a su alcance. Se qued¨® corto en 25 segundos despu¨¦s de un sprint desesperado que le oblig¨® a parar su bicicleta nada m¨¢s rebasar la l¨ªnea de meta. Lleg¨® completamente desfallecido. mientras Delgado tardaba su tiempo en bajar de la bicicleta y paseaba con ella durante 200 metros. Delgado s¨®lo mostr¨® una cargada tos, que le impidi¨® la necesaria fluidez en sus primeras declaraciones.
Las diferencias provocadas por la etapa fueron suficientes para demostrar d¨®nde podr¨ªa est¨¢ ahora Delgado sin tantos minutos derrochados en las pruebas centra el reloj. A diferencia de lo sucedido el pasado a?o, Delgado ha sacado una ventaja de casi cinco minutos al l¨ªder franc¨¦s en la monta?a. Las dificultades de Hinault colocan, por otra parte, a Lemond en situaci¨®n de alerta roja. Lemond se encuentra a 2.21 minutos del l¨ªder, por lo que pueda suceder. Delgado es sexto y s¨®lo necesita no caerse m¨¢s y terminar sin p¨¦rdidas notables la etapa de hoy.
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