Arne Larsson
El hombre al que se le implant¨® el primer marcapasos, hace 27 a?os, ha logrado olvidar que vive "gracias a ese aparato"
Arne Larsson es un sueco alto y sonrosado que el mes pasado cumpli¨® 70 a?os y que desde hace 27 vive gracias a un marcapasos. ?l es el primer hombre del mundo al que se le implant¨® este peque?o dispositivo que en la actualidad mantiene con vida a m¨¢s de un mill¨®n de personas. Desde 1958 hasta ahora Larsson ha usado 24 marcapasos distintos y ha experimentado directamente la evoluci¨®n del invento, que, entre otras cosas, ha pasado de una complicada operaci¨®n tor¨¢cica a una intervenci¨®n menor que ¨¦l compara con una visita al dentista.
Arne Larsson estuvo recientemente en Torremolinos, adonde acudi¨® con motivo de la celebraci¨®n, en la primera quincena de junio, de un un congreso europeo de marcapasos.Los problemas cardiacos de este ingeniero, especialista en centrales el¨¦ctricas, comenzaron en 1955 despu¨¦s de una hepatitis. Durante tres a?os, Larsson lo intent¨® todo, pero su estado empeoraba progresivamente hasta llegar a desmayarse a menudo en casa, en el trabajo y en plena calle. Su m¨¢xima preocupaci¨®n era la familia, especialmente sus dos hijos, de nueve y tres a?os de edad.
"Segu¨ª tratamientos con atropina, isprenalina, caf¨¦, champ¨¢n y mucho whisky, que de hecho fue la mejor medicina. Pero un d¨ªa los m¨¦dicos le dijeron a mi mujer que ya no pod¨ªan hacer nada m¨¢s por m¨ª. Si en aquellos momentos me hubiera dicho alguien que ahora estar¨ªa aqu¨ª, disfrutando de la vida, le hubiera contestado: 'Amigo, ya no ocurren milagros".
La esperanza, sin embargo, resurgi¨® en los ¨²ltimos meses de 1958 cuando su esposa se enter¨® de que en el hospital Karolinska de Estocolmo el cirujano Aske Senning realizaba experimentos con perros. El escaso perfeccionamiento del invento hac¨ªa que la decisi¨®n de implantarlo a un ser humano se convirtiera en una tarea muy arriesgada. "Mi pulso era entonces de 20 latidos por minuto y sab¨ªa que el marcapasos era mi ¨²nica oportunidad y ten¨ªa que aprovecharla". De esta manera, el profesor Senning y el doctor Elmqvist, inventor del aparato, comienzan a trabajar en el proyecto, y el 8 de octubre de 1958, por la noche, deciden abrir la cavidad tor¨¢cica de Arne Larsson para insertarle dos cables en el m¨²sculo del coraz¨®n.Arne Larsson volvi¨® a nacer aquella noche. Despu¨¦s de un a?o y medio de reposo se reincorpora a su trabajo hasta 1973, en que se jubila. Ahora hace una vida casi normal y el tratamiento m¨¦dico es escaso. Ha tenido que renunciar a practicar su deporte favorito, el golf, pero monta en bicicleta, da grandes paseos y acude de vez en cuando a la discoteca "porque me gusta mucho bailar con mi esposa". Cuando se le pregunta qu¨¦ es lo m¨¢s importante para el paciente que vive con un marcapasos, Larsson responde que "debe intentar olvidar que est¨¢ viviendo con y gracias a este aparato. El paciente tiene que evitar obsesionarse con el coraz¨®n y sentirse seguro".
Esta recomendaci¨®n, dif¨ªcil de asumir hace 27 a?os, es ahora totalmente posible gracias a los avances t¨¦cnicos. En la d¨¦cada de los sesenta ya se consigui¨® evitar la necesidad de una complicada operaci¨®n para implantar un marcapasos, y a mediados de los setenta se resolvieron los problemas de fiabilidad y longevidad del dispositivo, que dura actualmente hasta 10 a?os sin fallar. Los marcapasos m¨¢s modernos han alcanzado un asombroso nivel tecnol¨®gico, hasta el extremo de dialogar con el m¨¦dico, facilit¨¢ndole informaci¨®n sobre la actividad del paciente y la energ¨ªa gastada, por ejemplo.
Estos marcapasos, de forma y tama?o similares a un mechero, se controlan a distancia, y el que todav¨ªa no hayan alcanzado el ideal no se debe a inconvenientes t¨¦cnicos, sino a un conocimiento insuficiente sobre cardiolog¨ªa y fisiolog¨ªa.
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