Ni?eras
Estamos en verano, y los ni?os, como otras criaturas del reino animal, sienten en sus cuerpecitos la llama del calor. Lo propio de los ni?os -en cualquier estaci¨®n- es llorar, orinarse, orinar a los que est¨¢n debajo, untarse de caramelo las manitas, manchar de caramelo y baba al familiar, pisar y despertar de siestas, romper cristaler¨ªas, romper casas enteras. Y en verano, al igual que nosotros, seres meridionales y mayores, sufren m¨¢s. Lloran m¨¢s, gritan m¨¢s, pisan m¨¢s, comen muchos helados, tambi¨¦n se orinan m¨¢s, tienen mucho m¨¢s tiempo de aburrirse, de hastiarnos.Pero el verano ofrece otra caracter¨ªstica. En verano se cierran los colegios, jardines de infancia, guarder¨ªas y otros refugios ben¨¦ficos. Los ni?os, como el resto, tienen derecho a tomar vacaciones. ?Qu¨¦ sucede? Pues que las toman los mismos d¨ªas, a las mismas horas y en los mismos transportes que el adulto. El resultado es obvio: en aviones y trenes y autobuses, los ni?os nos lloran, nos despiertan, nos pisan, beben sus biberones y comen sus helados en nuestros faldones, nos lanzan sus carritos a las piernas, nos rompen sus espadas de pl¨¢stico en la cara, nos invocan -encima- a re¨ªrles sus gracias.
Mi modesta proposici¨®n es la siguiente. Dado que no es correcto ni tan siquiera sano que los padres se separen de sus hijos peque?os en los viajes por tierra, mar o aire, sugiero que los ni?os acompa?antes vayan bien protegidos, y que esa protecci¨®n nos proteja de ellos a nosotros. No ser¨ªa costoso y s¨ª, por el contrario, de mucha utilidad, habilitar al fondo o en la sentina de los transportes p¨²blicos unas jaulas que, a semejanza de las higi¨¦nicas perreras usadas para el mejor amigo del hombre, albergasen en los largos trayectos a los ni?os. Todos all¨ª reunidos ser¨ªan m¨¢s felices, con juguetes, baberos, taca-tacas y una azafata-tata vigilante. Y el padre o la madre que sintiera nostalgia del reto?o podr¨ªa visitarle en su ni?era, escuchar sus berridos, hacerle caranto?as, llevarle un sonajero, mientras que el pasajero sin descendencia estar¨ªa entregado sin molestia, voluptuosamente, a sus cuitas.
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