Om¨¢n, la monarqu¨ªa petrolera m¨¢s estable del Golfo
"Si los brit¨¢nicos perdieron la India", repet¨ªa en su palacio el sult¨¢n Said Bin Taimur, "es porque ense?aron a leer a sus habitantes". Y para no incurrir en los mismos errores que su aliado, el Gobierno de Londres, s¨®lo exist¨ªan hace 15 a?os en el sultanato tres escuelas primarias, que acog¨ªan a 909 alumnos, todos varones, mientras aquellos que deseaban cursar en el extranjero estudios de ense?anza media o superior deb¨ªan solicitar un permiso al monarca, que les era frecuentemente denegado.
Las restricciones en el acceso a la ense?anza constitu¨ªan uno m¨¢s de los aspectos del oscurantismo cultural impuesto por Said Bin Taimur, que prohib¨ªa, por ejemplo, la posesi¨®n de una radio y otorgaba autorizaciones para adquirir gafas s¨®lo para aquellos cuyo uso les era indispensable en su trabajo.
En el Om¨¢n de la d¨¦cada de los sesenta, no s¨®lo el alcohol estaba prohibido, sino el tabaco, y los fumadores hallados in fraganti eran azotados en p¨²blico para, se explicaba, obligarles a proteger su salud, de la que, desde luego, no pod¨ªa hacerse cargo un sistema sanitario muy deficiente que s¨®lo contaba con un hospital de 12 camas en la capital.
En el resto del pa¨ªs, los djinns (demonios) del cuerpo enfermo eran expulsados aplicando sobre el pecho y la frente hierros incandescentes, que obviamente no pudieron erradicar la malaria, la tuberculosis, la lepra y una mortandad infantil del 75%.
Diez kil¨®metros de asfalto
En el segundo pa¨ªs por extensi¨®n -300.000 kil¨®metros cuadrados- de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga hab¨ªa en 1970 tan s¨®lo 10 kil¨®metros de carretera asfaltada, y menos de 800 veh¨ªculos -tambi¨¦n su compra requer¨ªa un permiso real-. La vida en Mascat, la ¨²nica ciudad que dispon¨ªa de luz el¨¦ctrica, transcurr¨ªa lentamente.A la sombra de los dos fuertes portugueses que dominaban su vetusto palacio, el monarca deb¨ªa de so?ar con el esplendor pasado cuando, a partir del siglo XII, la marina mercante oman¨ª surc¨® en busca de mercados los mares de China y ?frica oriental, en tuya costa, en Zanz¨ªbar y Mombassa, los s¨²bditos del sult¨¢n establecieron colonias. A causa de esta etapa de su historia, y acaso porque, si se except¨²an los 52 a?os de dominio portugu¨¦s, nunca fue colonizado, Om¨¢n es, de todo el Golfo P¨¦rsico, se?ala un diplom¨¢tico acreditado en Mascat, "el pa¨ªs cuyos ciudadanos tienen el mayor sentido de su historia y son algo m¨¢s conscientes de formar una naci¨®n".
A pesar de la cautela casi enfermiza de Said Bin Taimur, la pobreza de sus s¨²bditos condujo a los habitantes de Dhofar, alentados por el r¨¦gimen prosovi¨¦tico de Yemen del Sur, a empu?ar las armas contra el sult¨¢n, provocando una guerra civil de 12 a?os de duraci¨®n que incit¨® a su hijo, Qabus Bin Said, a dar en 1970 un golpe de palacio y, una vez en el poder, imponer un giro copernicano de la pol¨ªtica interior y econ¨®mica seguida por su padre.
La combinaci¨®n de una eficaz lucha antiguerrillera y de una h¨¢bil pol¨ªtica de desarrollo permiti¨® al joven sult¨¢n acabar en cinco a?os con la rebeli¨®n izquierdista y, en sus hasta ahora 15 a?os de reinado, Om¨¢n ha alcanzado "el ritmo m¨¢s elevado de crecimiento en el Golfo", recalca orgulloso Ahmed Bin Nasser el Ritaischy, director general del Plan.
Con una multiplicaci¨®n por 315, en d¨¦cada y media, de la red de carreteras, por 185 de la poblaci¨®n escolarizada, por 170 del n¨²mero de camas de hospitales y por 50 del n¨²mero de m¨¦dicos, Om¨¢n se ha desarrollado en menos tiempo que los Estados vecinos, pero tambi¨¦n es verdad que las exportaciones de oro negro empezaron algo m¨¢s tarde a impulsar el crecimiento de su econom¨ªa.
Recaudados a partir de 1967, los ingresos del petr¨®leo comenzaron a invertirse de forma productiva tres a?os m¨¢s tarde, pero s¨®lo cuando acab¨® la guerra civil del Dhofar (instigada por guerrilleros marxistas y que concluy¨® en 1975), se produjo el verdadero despegue, que evitar¨¢ as¨ª caer en los errores de las monarqu¨ªas hermanas, cuyos proyectos industriales grandilocuentes han quedado cuestionados por la actual recesi¨®n econ¨®mica, achacable a la disminuci¨®n del precio del crudo. Su no afiliaci¨®n a la OPEP ha permitido hasta ahora a Om¨¢n obviar los efectos de la crisis.
Gracias, probablemente, al feudalismo ilustrado del sult¨¢n Qabus, Oman no s¨®lo ha evitado la recesi¨®n, sino que el pa¨ªs de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga que parec¨ªa tener en 1970 el futuro m¨¢s incierto ha pasado desde entonces, sin grandes traumas sociales, de la edad media a una prosperidad industrial que en vez de desgarrar su tejido social le ha convertido en un modelo de estabilidad. La repentina mejora del nivel de vida -la renta per c¨¢pita ronda los 8.000 d¨®lares- acall¨® la sublevaci¨®n comunista protagonizada en el Dhofar por el Frente de Liberaci¨®n de Om¨¢n.
La presencia en el aeropuerto de Mascat de j¨®venes polic¨ªas uniformadas demuestra al viajero occidental que, a diferencia de la mayor¨ªa de los pa¨ªses hermanos del Golfo, el sexo d¨¦bil en Om¨¢n no s¨®lo est¨¢ autorizado a desempe?ar empleos, sino que las mujeres -que no suelen taparse la cara con el velo isl¨¢mico- conducen coches, frecuentan colegios mixtos en zonas rurales e incluso pueden ba?arse en las mismas piscinas y a la misma hora que los hombres.
Los ciudadanos de Om¨¢n invitan a veces, hecho tambi¨¦n ins¨®lito en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, a sus socios occidentales en los negocios a que vayan a sus casas, con el prop¨®sito de presentarles a su mujer; y, si la ley suprema del sultanato es la sharia (ley cor¨¢nica), no se aplican, sin embargo, castigos corporales como en Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n, y el alcohol se vende en los bares de los hoteles o en la tienda libre de impuestos del aeropuerto.
"Sin duda", reconoc¨ªa Qabus Bin Said en una entrevista concedida el a?o pasado, "hay gentes que lamentan algunos aspectos del progreso", pero el disgusto de esta minor¨ªa ante tanto liberalismo no reviste por ahora ninguna expresi¨®n pol¨ªtica p¨²blica.
Evaluados oficiosamente en un 1% de la poblaci¨®n -aunque, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, alcanzar¨ªan por lo menos el 5%- los shi¨ªes del sultanato, originarios de Ir¨¢n y de India, s¨®lo manifestaron abiertamente cierto descontento cuando hace a?os intentaron prohibir el acceso a sus mezquitas a los sun¨ªes e ibah¨ªs, la rama del Islam fundada por Abdulla Bin Ibad que s¨®lo predomina en Om¨¢n. Qabus Bin Said, que hab¨ªa tomado anteriormente algunas medidas para incitarles a salir de su gueto urbano, les record¨® firmemente la tradicional tolerancia oman¨ª y todo volvi¨® a su cauce.
Para la casi totalidad del mill¨®n de oman¨ªes, el sult¨¢n es, a sus 44 a?os de edad, un personaje popular asociado con la espectacular mejora de sus condiciones de vida. Las an¨¦cdotas que se cuentan sobre sus encuentros fortuitos con beduinos que recogi¨® en su veh¨ªculo todo terreno, cuando recorr¨ªa el desierto con un ayuda de c¨¢mara, y a los que pregunt¨®, aprovechando que no hab¨ªa sido reconocido, su parecer sobre el monarca, son una buena ilustraci¨®n de las simpat¨ªas que genera.
Una sucesi¨®n dif¨ªcil
El ¨²nico problema interno que puede plantearse al sultanato es la sucesi¨®n de Qabus, divorciado de su esposa, con la que no tuvo hijos, motivo por el cual se especula hace a?os con la designaci¨®n del viceprimer ministro, Sayid Fahad Bin Mahamud al Said, como pr¨ªncipe heredero, aunque ¨²ltimamente se rumoreaba tambi¨¦n que el sult¨¢n tal vez se case de nuevo.Acaso para hacer olvidar su ejercicio solitario del poder, acaso porque est¨¢ sinceramente convencido de la necesidad de crear cauces de comunicaci¨®n entre gobernantes y gobernados, el sult¨¢n cre¨® hace tres a?os y medio el Consejo Consultivo de Estado, especie de organismo legislativo cuyos 55 miembros, representantes designados de las diversas tribus y regiones, controlan t¨ªmidamente al Ejecutivo al tiempo que le proponen reformas limitadas.
Los folletos del Ministerio de Informaci¨®n aseguran que la convocatoria de elecciones libres no es a¨²n posible en Om¨¢n porque sus ciudadanos "no gozan del m¨ªnimo nivel de educaci¨®n ( ... ) y carecen de la necesaria multiplicidad de las fuentes de informaci¨®n" para formarse una opini¨®n, pero el monarca confesaba en una entrevista en el semanario norteamericano Time que es consciente "de que la televisi¨®n en color y el aire acondicionado no bastan para satisfacer a un pueblo que desea su propio Parlamento". "?ste", a?ad¨ªa, "es el mensaje del siglo XX ante el que deben inclinarse reyes y shas, sultanes y emires y, por supuesto, dictadores". Y, aunque hasta el momento apenas haya dado pasos concretos para poner en pr¨¢ctica esta filosof¨ªa pol¨ªtica, al menos el sult¨¢n Qabus es, junto con el emir de Kuwait, el ¨²nico jefe de Estado del Golfo P¨¦rsico que se expresa en estos t¨¦rminos.
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