Basuras
Se explica a veces el car¨¢cter nacional a partir del paisaje. La tormentosa geolog¨ªa espa?ola relacionada con un modo de ser dram¨¢tico, el desbarate urban¨ªstico marcando un desarreglo de la voluntad social. Existe, sin embargo, una adici¨®n sobre esta estampa de Espa?a: su basura.Si hay algo m¨¢s significativo que una boscosa cordillera separando a Espa?a de la Europa desarrollada, eso es una cordillera de basura. Junto a las aceras o las carreteras, en los descampados, en los autobuses o en los aeropuertos, en hospitales o playas, hay un rastro que delimita lo espa?ol con el estigma de pertenecer a otro mundo.
Nunca fue obligado consentir que la vida de los no ricos, y por el hecho de ser modestos, hubiera de dar asco. M¨¢s bien, la suciedad, llegada a un grado, se acerca menos a la pobreza que al vicio. Y la porquer¨ªa, aqu¨ª, es sobre todo de este tipo. Se entiende bien que en ese escenario se haga dif¨ªcil hacer crecer una idea distinta o resolver los problemas con prontitud. La mayor¨ªa de las cuestiones nacionales, como es notorio, se atascan en una espesa y ardua disquisici¨®n de desperdicios.
Lo que la vista ve es posiblemente lo primero que alcanza a la conciencia. Y lo que nos alcanza en una proporci¨®n que amenaza con crecer, son desechos y residuos. El producto mental que provenga de ah¨ª ha de contener, con mucha probabilidad, este matiz de escombrera. Se hace dif¨ªcil trabajar rodeado de detritus, pero todav¨ªa m¨¢s se hace muy cuesta arriba cumplir con entusiasmo un trabajo para lo que parece una mierda. Seguramente no algo muy diferente de este pensamiento habr¨¢ estado en la mente de muchos gobernantes del Tercer Mundo. Y quiz¨¢ tambi¨¦n, hasta donde alcance el hedor, afecte a algunos dirigentes espa?oles.
En la idea de limpieza hay un contenido de autoestima que trasciende a las finuras de la urbanidad. Lo que ahora se ve en Espa?a no puede ya atribuirse al bajo nivel cultural de sus pobladores. En el ambiente de inmundicia que cubre el entorno hay tambi¨¦n un signo de desapego social y de autodesprecio individual todav¨ªa m¨¢s inquietante que la ro?a.
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