La soledad del socialista de fondo
Nicol¨¢s Redondo se ha sentido solo. Ahora, cuando acaba de pasar el amargo trago de dos votaciones diciendo no a propuestas de su partido, en el peque?o despacho de San Bernardo, 20, confiesa esa sensaci¨®n de soledad, de des¨¢nimo. Reconoce un cierto desasosiego cuando aparec¨ªa en alguna reuni¨®n y se daba cuenta que ¨¦l, su presencia, resultaba inc¨®moda para los dem¨¢s.
Y sabe que la primera vez que se incorpor¨® ligeramente de su esca?o para pedir con voz clara que se devolviera al Gobierno la reforma de las pensiones, todas las miradas convergieron en ¨¦l. Sinti¨® entonces que el silencio, los flashes de las c¨¢maras fotogr¨¢ficas, eran algo m¨¢s que un instante. En aquel momento soport¨® en sus espaldas todo el peso del sindicato.
"S¨ª. Es verdad. Me he sentido solo" (hace una pausa). "Llevo bastante tiempo en el partido, y una decisi¨®n como la que adopt¨¦ no es comprendida por los compa?eros. Es una sensaci¨®n que no sabr¨ªa explicar". Vuelve a callar. Hasta aqu¨ª, hasta su despacho de secretario general de UGT, por cuyas ventanas se divisan los edificios de la Gran V¨ªa no llega el ruido de la calla. Habla casi en un susurro. "Me sent¨ªa inc¨®modo", contin¨²a, "llegas a un sitio y ves que eres inc¨®modo, que los dem¨¢s se sienten inc¨®modos en tu presencia. No era una soledad f¨¢cil de explicar, porque, en un sentido estricto, no me he sentido solo. Ten¨ªa el apoyo de la organizaci¨®n, recib¨ªa cartas y telegramas de militantes de base. Es dif¨ªcil decir lo que se siente en situaciones as¨ª. En la primera votaci¨®n, cuando ped¨ª la devoluci¨®n de la ley en contra de la opini¨®n de mi partido, sent¨ª una sensaci¨®n ... no digo de des¨¢nimo, pero ..."
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