Nicol¨¢s Redondo: "Las medidas que toma el Gobierno ser¨¢n necesarias, pero no son de izquierdas"
"Ojal¨¢ el talante que el Gobierno ha tenido con los empresarios lo hubiera tenido con los trabajadores""Me motejan de arcaico por defender ciertas cosas, pero defender el socialismo no es arcaico"
Est¨¢, aparentemente, muy tranquilo. Y Nicol¨¢s Redondo sonr¨ªe con frecuencia, aunque, a veces, se aprecie en sus palabras un regusto de amargura. Pero no hay rencor en lo que dice. Est¨¢ convencido de sus razones y de la necesidad de haber tomado decisiones en el tema d¨¦ la reforma de las pensiones que no han sido comprendida por muchos de los que ¨¦l mismo ha llevado al partido socialista. Este hombre, que se pregunta si se han atenuado o aumentado las diferencias sociales, ha soportado que se les acusara -a ¨¦l y al sindicatode poner en peligro la unidad socialista. "Me han motejado de ser arcaico por defender ciertas cosas. Pero defender el socialismo no es akcaico", dice.Pregunta. La reforma de las pensiones ha supuesto uno de los mayores enfrentamientos entre UGT y el Gobierno, ?qu¨¦ es lo que realmente ha pasado?
Respuesta. Lo sudecido con las pensiones ha sido la culminaci¨®n de todo un proceso en el que la Uni¨®n General de Trabajadores ha estado demostrando su intenci¨®n de negociar con el Gobierno . Y en toda negociaci¨®n se producen situaciones muy delicadas. Pero ya antes se hab¨ªan registrado tensiones. Por ejemplo, en 1983 fue la forma en que se aplic¨® la jornada de 40 horas. Fueron tensiones parecidas a las que se dieron en la reconversi¨®n, que ahora aparece como un tema superado, pero no hay que olvidar los enfrentamientos que entonces hubo. Tampoco puede ignorarse que UGT se enfrent¨® al Gobierno en 1984, cuando fracas¨® el intento de lograr un acuerdo sobre la negociaci¨®n colectiva porque se pretend¨ªa imponer una pol¨ªtica de sacrificio salarial que no pod¨ªamos aceptar. Todas estas diferencias se han agudizado con la reforma de la Seguridad Social. Primero, por la forma en que se han llevado las negociaciones en comisi¨®n y, segundo, por la propia reforma. Posteriormente, estas diferencias se trasladaron al PSOE, la verdad que no con la misma virulencia.
Ni conspiraci¨®n ni conjura
P. Pero dicen que en los enfrentamientos hab¨ªa mucho de cuesti¨®n personal.
R. No es cierto. Ni ha habido nada personal, ni ha existido conspiraci¨®n o conjura, como dec¨ªan algunos. Ni tampoco, como tambi¨¦n se ha dicho por ah¨ª, se ha dado un intento de establecer un nuevo modelo sindical. Nosotros no hemos puesto en cuesti¨®n la compatibilidad de cargos, ni en el partido, ni en UGT, ni en el Gobierno. Ni hemos renunciado a la concertaci¨®n. Lo que ha ocurrido ha sido consecuencia de una l¨®gica sindical. Si una medida es mala, tienes que intentar cambiarla. Eso es coherencia.P. ?Usted cree, entonces, que han faltado ganas de negociar por parte del Gobierno o es que el Gobierno estaba seguro del apoyo de UGT.
R. Para pedir el apoyo de un sindicato tiene que haber una coincidencia, un acuerdo, negociar las cosas. Pero aqu¨ª nos hemos encontrado con una pol¨ªtica de hechos consumados. Quiz¨¢ muchas veces por falta de experiencia. Son 40 a?os de r¨¦gimen autoritario y hay una cierta inexperiencia. Por otra parte, las diferencias -que han sido importantes con UGT- se han dramatizado. No se nos puede acusar de que nosotros he dicho que si no hab¨ªa acuerdo en pensiones no habr¨ªa concertaci¨®n. Hemos dicho, y es verdad, que ese hecho gravitar¨ªa en el futuro de la concertaci¨®n. Pero es que lo que no se puede hacer es poner en pr¨¢ctica unas medidas y luego decirle al sindicato que sea responsable, que si no las acepta pone en peligro no s¨®lo a la familia socialista, sino la vida pol¨ªtica de todo un pa¨ªs. Eso no se puede hacer. Aqu¨ª nos hemos encontrado con las cosas hechas. No hay m¨¢s que recordar las medidas que Miguel Boyer puso en marcha. Cosas como ¨¦sa son un golpe bajo al Acuerdo Econ¨®mico y Social. No se puede seguir por ese camino. No s¨®lo queremos ser testigos, queremos ser protagonistas tambi¨¦n.
P. El caso es que, coincidiendo con los enfrentamientos con UGT, se produce una crisis de Gobierno.
R. La UGT no ha influido. La verdad es que yo estaba de acuerdo con lo que hab¨ªa dicho el propio Felipe Gonz¨¢lez de que conven¨ªa eso que llaman remodelaci¨®n para dotar al Gobierno de un nuevo impulso pol¨ªtico, como ¨¦l dec¨ªa. Me parece que, el Gobierno hab¨ªa sufrido un desgaste. A partir de ahora habr¨ªa que hacer un esfuerzo para seguir manteniendo ese clima de concertaci¨®n. Y habr¨ªa que buscar un equilibrio, porque ha habido una descompensaci¨®n negativa hacia lo social. No sabemos lo que va a hacer el Gobierno. Pero yo soy cauto. Yo no me f¨ªo m¨¢s que de los hechos, y hasta ahora s¨®lo tenemos las palabras, y las palabras valen poco. Parece que es cierta la buena disposici¨®n del presidente del Gobierno a reabrir el di¨¢logo. Y conflo en que sea as¨ª. Yo creo que se puede tener mejor talante que el Gobierno anterior. Para m¨ª hubiera sido una satisfacci¨®n que el talante con ¨¦l que algunos responsables del Gobierno se han comunicado con los empresarios lo hubieran tenido, no ya con UGT, sino con los trabajadores. Si yo hubiera o¨ªdo, dirigidas al movimiento obrero, las declaraciones que se han hecho en las sedes empresariales, me hubiera sentido muy contento. Pero eso no se ha producido.
P. ?Cree que a partir de ahora las cosas van a ir mejor?
R. No digo eso. Creo que es una situaci¨®n muy compleja. Los presupuestos generales, aunque a¨²n no tenemos datos, parece que apuntan hacia un recorte ¨ªmportante del gasto p¨²blico. Y eso va a tener influencias negativas para pr¨®ximos acuerdos.
Esperar el futuro
P. Se lo preguntaba porque, tal como usted mismo ha recordado, uno de los primeros enfrentamientos con el Gobierno se produjo precisamente con Carlos Solchaga cuando era ministro de Industria, con el tema de la reconversi¨®n.
R. El otro d¨ªa me entrevist¨¦ con Solchaga. Pero hac¨ªa un a?o que no hablaba con ¨¦l. Sin embargo, la reuni¨®n transcurri¨® en un tono distendido. Y es verdad que parece haber un deseo de establecer un mejor clima de di¨¢logo. Lo que ocurre es que por encima de esos deseos est¨¢ la realidad objetiva, que es distinta. En este caso yo soy muy cauto. No echar¨ªa las campanas al vuelo. Vamos a ver qu¨¦ es lo que nos depara el futuro.
P. Y con el presidente del Gobierno, ?c¨®mo son sus relaciones?
R. En los dos ¨²ltimos meses he estado con ¨¦l en dos ocasiones, el 14 de junio y el 8 de julio. Fueron reuniones fluidas, pero ninguna de ellas fue determinante para ninguno de los temas a tratar. Desde el 8 de julio no hemos vuelto a tener contactos. ?l est¨¢ muy ocupado. El problema es que todas las cosas confluyen en el presidente. Yo creo que un presidente de Gobierno no tiene que estar detr¨¢s de cada uno de los problemas. A m¨ª eso no me parece lo mejor. Para eso est¨¢n los ministros. Que lo hagan ellos y lo hagan bien. Trato de no molestarle, y s¨®lo pido una entrevista cuando es absolutamente necesario. ?l fue quien me llam¨® a la entrevista de junio. Fue despu¨¦s del llamamiento de la ejecutiva del PSOE para negociar la referma de las pensiones. Tal vez en aquel momento la entrevista era necesaria. Pero en otras ocasiones a lo mejor no lo es tanto. Mis relaciones con el Gobierno y el PSOE est¨¢n muy matizadas. Desde el mes de octubre no he asistido a las ejecutivas del partido y expliqu¨¦ mis razones.
P. ?Cu¨¢les fueron?
R. Pues mis diferencias con los temas de reconversi¨®n, la reforma de la Seguridad Social, el no acuerdo de 1984.
P. ?Es que no coincide con el modelo de sociedad que propone el Gobierno?
R. Nuestro pa¨ªs tiene muchos problemas, y nadie pretende que se resuelvan todos ni en 24 meses ni en cuatro a?os. Pero comprender esto no quiere decir que se comprenda que no se haga. Yo creo que hay una Espa?a pobre que terminar¨¢ expresando sus frustraciones, sus esperanzas fallidas. Lo que habr¨ªa que preguntarse es si las diferencias sociales se est¨¢n atenuando o aumentando. Es indudable que hay colectivos que han mejorado su situaci¨®n, como los pensionistas actuales, gracias en parte a nuestras presiones, pero hay otras cosas que no han mejorado. Han bajado las rentas salariales, y han subido las rentas de los empresarios. El a?o pasado fue de sacrificio para los trabajadores. Me pregunto si estamos en el buen camino. Comprendo que hay imperativos econ¨®micos que est¨¢n ah¨ª, y que puede haber demandas sociales que es imposible satisfacer. Pero ?es que acaso el sacrificio econ¨®mico tiene ahora su contrapartida social? Porque aqu¨ª corremos el riesgo de ganar las batallas en el terreno
econ¨®mico y perderlas en lo social y en lo pol¨ªtico. Si hay que hacer una pol¨ªtica de austeridad, que sea para todos -que a m¨ª me parece que no lo es- y que haya compensaciones sociales importantes.
La Espa?a pobre
P. En sus recientes intervenciones ha mostrado una gran preocupaci¨®n por lo que usted llama Espa?a pobre, ?es que UGT tiene intereses afiliativos con esas capas de la poblaci¨®n?
R. El movimiento sindical es una parte importante de la poblaci¨®n. Nosotros llevamos una pol¨ªtica de concertaci¨®n. Y eso hace que se aplique la solidaridad de manera amplia, porque si se termina defendiendo s¨®lo a los que trabajan, se cae en el corporativismo. ?Es que no tenemos la obligaci¨®n de defender a los parados o a los jubilados? Cuando te planteas esto, vas entrando en una franja amplia de la pobreza. Otra cosa es c¨®mo integrarlos sindicalmente. Ni pensionistas ni jubilados lo est¨¢n. Hay veces que a uno le motejan de arcaico por defender ciertas cosas. Pero, mire usted, defender el socialismo no es arcaico. Y nadie ha hecho m¨¢s que UGT por establecer un sindicalismo moderno y un socialismo moderno, renunciando a una serie de t¨®picos que hab¨ªan quedado desfasados. Sin embargo, hay que seguir defendiendo lo fundamental. Con esto quiero decir que no hay que olvidar que estamos viviendo en una sociedad capitalista, que se la puede llamar como se quiera, de econom¨ªa de mercado... pero es una sociedad capitalista, con sus gran
des contradicciones. Y nos parece, como sindicato socialista, que ni en ¨¦ste ni en ning¨²n pa¨ªs va a haber eficacia si no hay eficacia social.
P. ?Existe esa misma preocupaci¨®n en el Gobierno?
R. Es innegable que, muchas veces, ¨¢reas muy importantes del Gobierno est¨¢n utilizando unos t¨¦rminos que son de la derecha. Y no lo digo porque defiendan, por ejemplo, la eficacia en la empresa o los beneficios. Todo el mundo defender¨¢ una mayor eficacia y mayores beneficios que permitan un mejor reparto. Lo grave es que
no creo, adem¨¢s, que sea s¨®lo una parte del Gobierno, ni el ¨¢rea econ¨®mica quien tenga una insensibilidad social. Es el Gobierno como tal, no es un determinado ministro. Es el Gobierno en su conjunto. Algunas declaraciones denotan una falta total de sensibilidad. Pueden estar abrumados por la situaci¨®n econ¨®mica, pero tienen que salir, acercarse al hecho social. Un Gobierno tiene que dar una imagen, un mensaje globalizador. Es como no haber llamado a Comisiones Obreras a negociar. Debe hacerlo. No se puede ignorar una fuerza social porque no sea af¨ªn a tus planteamientos.
Distinto tratamiento
P. A lo peor es que el PSOE ha modificado sus objetivos sociales.
R. Los objetivos son los mismos. Siguen escritos. Otra cosa es decir que las medidas que toma el Gobierno son de izquierdas. Ser¨¢n necesarias, pero no de izquierdas. Estamos jugando con los conceptos. Se puede decir: miren ustedes, la situaci¨®n es tan mala que no tenemos m¨¢s remedio que tomar estas medidas. Pero no pueden justificarse diciendo que son de izquierdas porque las tome un Gobierno de izquierdas. Que sean indispensables, bien. Pero no me diga que son de izquierdas.
P. Se dice que el Gobierno ha querido comprar el silencio de UGT devolvi¨¦ndole el patrimonio sindical.
R. En absoluto. De las tres cartas que el ministro de Trabajo nos envi¨®, la m¨¢s importante es la que afirma que no modificar¨¢ la legislaci¨®n sobre despido colectivo. Y as¨ª se valor¨® en el Comit¨¦ Confedera
[ de UGT. La devoluci¨®n del patrimonio es positivo y bueno para todos los sindicatos. Pero no hemos abandonado la presi¨®n. Lo que pasa es que nosotros, como cualquier central sindical, no podemos circunscribir toda nuestra lucha a las pensiones y dejar lo dem¨¢s. El tema de la reforma no lo hemos cerrado, est¨¢ ah¨ª. Y seguimos con otras cosas. Si sacamos la huelga general, sabemos que despu¨¦s del verano ya no ser¨ªa por las pensiones. Habr¨ªa otras discrepancias. Tampoco yo he cambiado porque me abstuviera en el Parlamento en la ley de pensiones. Si se hubiera votado la ley, hubiera votado otra vez en contra. Pero se votaban enmiendas que mejoraban el texto original. No pod¨ªa rechazarlas.
P. S¨®lo usted y Antonio Rosa, senador por Badajoz, entre los parlamentarios ugetistas, tomaron una postura de clara oposici¨®n. A Rosa le han quitado como portavoz del Parlamento extreme?o, ?qu¨¦ opina?
R. Eso, por decirlo de alguna, manera, me parece que es una reacci¨®n de castigo. Me parece tremendamente injusto... Tremendamente injusto.
P. ?Y qu¨¦ opina de que a los ex ministros se les d¨¦ un cargo?
R. Como norma general, y sin entrar en casos particulares, cuando un ministro deja de serlo debe volver a su casa y a su trabajo. Si es tornero, a la f¨¢brica. Y es verdad que mucha gente me puede tachar de simplista por esto, pero yo creo que actuar en esa l¨ªnea es un ejercicio pedag¨®gico de cara al pueblo. Siempre hemos dicho que no aceptar¨ªamos las canong¨ªas.
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