El Atletico de Madrid, en lucha con los maleficios
Han superado su crisis psicol¨®gica. Esa angustia de ¨²ltima hora que les imped¨ªa ganar alg¨²n t¨ªtulo pese a jugar al f¨²tbol, cuando menos, tanto como el campe¨®n. La noche en que derrotaron al Athl¨¦tic de Bilbao, los jugadores del Atl¨¦tico recibieron, por fin, el alta m¨¦dica. Atl¨¦tico, un equipo que ha perdido a Hugo S¨¢nchez y ha hallado a Fillol, Da Silva y Quique Seti¨¦n. Un conjunto, en la m¨¢s estricta acepci¨®n del t¨¦rmino, que camina a la b¨²squeda de un t¨ªtulo de Liga ya olvidado desde 1977, y que cuenta con un cuerpo t¨¦cnico de primera magnitud (Luis Aragon¨¦s y ?ngel Vilda), que suspira por un tapiz rodante para efectuar las pruebas risicas de sus futbolistas. El caso es que el tapiz s¨®lo cuesta dos millones de pesetas."Desterrado el maleficio que nos imped¨ªa ser campeones", en acertada frase de un miembro del equipo, Luis Aragon¨¦s ya lo ha advertido: "Ahora vamos a por la Liga".
Mientras tanto, esas pruebas f¨ªsicas se deben realizar en un cicloerg¨®metro, dando pedales, que es muy bueno, pero es, al fin y al cabo, distinto. Y lo que los t¨¦cnicos aseguran es que el tapiz resulta ideal para delimitar en los futbolistas su capacidad pulmonar y la adaptaci¨®n del coraz¨®n al esfuerzo.
En cualquier caso los dirigentes y seguidores del club -en la ¨²ltima temporada m¨¢s bien escasos- pueden respirar tranquilos: los chicos siguen fuertes, han respondido a las exigencias del profe Vilda y del jefe Luis y la mayor¨ªa, incluso, no s¨®lo no gan¨® peso en las vacaciones, sino todo lo contrario. As¨ª que se dedicaron en la concentraci¨®n de Segovia a coger los kilos que perdieron en los d¨ªas de asueto de playa o monta?a con un exhaustivo entrenamiento. Todo tiene su explicaci¨®n. En vacaciones los futbolistas pierden l¨ªquido muscular con el descanso.
Los nuevos
Se ha ido Hugo porque quer¨ªa marcharse, porque desea entrar con el "realdemadrid" en la historia del f¨²tbol, pero ah¨ª est¨¢n los nuevos. Un Pato, un Polilla y un buen disc¨ªpulo de Karpov, es decir, Fillol, Da Silva y Quique Seti¨¦n, respectivamente. Y el ex jugador del Murcia, L¨®pez, presto para suplir las funciones del alem¨¢n Votava, si Julio Prieto se lo permite, y a quien los graciosos del grupo ya le han bautizado con el cari?oso apodo deTobi, el fortach¨®n y sonrosado amigo de la peque?a Lul¨².Lo de Quique Seti¨¦n, fichado del R¨¢cing por 48 millones de pesetas, es un caso t¨ªpico del f¨²tbol hispano. Puede ser la explosi¨®nde la temporada. Quique Seti¨¦n se ha venido de su regi¨®n, Cantabria, porque espera que en la capital del Estado llame m¨¢s la atenci¨®n.
En la concentraci¨®n de pretemporada en Segovia el equipo ha disfrutado, entre las palizas de Vilda, de televisi¨®n y v¨ªdeos individuales enla habitaci¨®n. A Polilla Da Silva, el goleador uruguayo, lo situaron estrat¨¦gicamente con Rocky Ruiz para que no se sintiera acorralado. Quique Seti¨¦n, result¨® emparejado con su paisano Arteche, el l¨ªder. Algarrobo Arteche no le ha dejado dormir, es un inquieto, gasta bromas antes de apagar la luz y adem¨¢s hay quien asegura que es un cara dura, porque protesta cuando el sufrido Seti¨¦n osa poner la radio diez minutos antes de bajar a desayunar. Quique, Sergio, L¨®pez y Da Silva pasaron con ¨¦xito la prueba del novato: con chaquetilla blanca sirvieron, con excelentes maneras, la comida a sus compa?eros.
Carlos Pe?a es el delegado del grupo. Un delegado inquieto: se salv¨® de la piscina la gloriosa noche del ¨¦xito en la final de Copa, y en el hotel segoviano miraba a un lado y otro por si le zambull¨ªan esta vez. Es tan atl¨¦tico que si pudiera le quitar¨ªa las franjas blancas a las camisetas y se quedar¨ªa s¨®lo con las rojas. Los jugadores le llaman Pe?aspiller, aunque Carlos Pe?a no e s de la tierra de Gardel, ni siquiera es cojo, no se llama Jorge y tampoco se ha llevado un solo peso de Maradona.
Un equipo, el rojiblanco, armonizado y unido -s¨®lo en la planta de vestuarios, porque el entorno es un gallinero- hasta en las desgracias pecuniarias, que, por el momento, se han acabado. Como el maleficio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.