Una mujer en Nairob¨ª
Es lamentable que tras haberse celebrado el Decenio de la Mujer en Nairobi, la enviada especial de EL PAIS no haya aprendido algo de feminismo.Las mujeres que est¨¢bamos all¨ª hab¨ªamos ido precisamente a denunciar y a tratar de acabar con el machismo, lo que supone acabar con otras muchas discriminaciones, como el racismo, por ejemplo.
Machismo y racismo es lo que rezuma el art¨ªculo publicado en EL PAIS el 28 de julio de 1985 (El muslo de Nairobi), que ha querido ser fr¨ªvolo porque, por lo visto, el tema no merece ser tratado seriamente.
No se puede hablar de la mujer refiri¨¦ndose al muslo, ni de los muslos de las diputadas, en ese estilo machista tan caracter¨ªstico de la Prensa espa?ola, que parece ser ha calado entre las propias mujeres, aspirantes siempre a obtener el benepl¨¢cito de sus maestros y jefes.
La descripci¨®n de la ciudad de Nairobi es absolutamente sorprendente. Nairobi no es m¨¢s oscura que Barcelona; la presencia policial, notoriamente m¨¢s discreta que en Espa?a, donde nuestros protectores van provistos de metralletas en lugar de las m¨¢s civilizadas porras de los agentes del orden keniatas. A las siete de la tarde y a medianoche, mis compa?eras del Partido Feminista y yo nos paseamos casi todos los d¨ªas tranquilamente por una ciudad semejante a cualquier capital occidental, bastante m¨¢s cosmopolita que muchas ciudades espa?olas, y poblada por ciudadanos notoriamente m¨¢s amables que la mayor¨ªa de los europeos, y, por supuesto, con un aire infinitamente m¨¢s airoso que el de la generalidad de nuestros compatriotas, sin que n¨ªnguna patrulla se acercara, ni ning¨²n taxista nos timara.
El espacio ocupado por esa vulgar y t¨®pica repetici¨®n de falsedades con que nos obsequia la periodista pod¨ªa haberlo dedicado a informar consciente y responsablemente de los trabajos que se llevaron a cabo en Nairobi para avanzar alg¨²n paso en la liberaci¨®n de la mujer, objetivo ¨¦ste que defiende muy poco Karmentxu Mar¨ªn en sus cr¨®nicas- Elvira Siurana
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