Psicodrama para adolescentes
En estos momentos El club de los cinco es uno de los grandes ¨¦xitos veraniegos de la taquilla en Estados Unidos, demostrando una vez m¨¢s que los productos calan en el p¨²blico a trav¨¦s de mecanismos no siempre previsibles y computadorizables. As¨ª, mientras Los goonies quedan muy lejos de alcanzar las cotas esperadas, que auguraban una repetici¨®n del fen¨®meno Gremlins, esta modesta producci¨®n dirigida por John Hughes s¨ª ha logrado atraerse a ese espectador adolescente, que hoy es mayor¨ªa. ?C¨®mo? ?Desplegando grandes efectos especiales, decorados hijos de presupuestos elefanti¨¢sicos o teor¨ªas sobre el retorno del gusto por la aventura?No, el gancho no est¨¢ ah¨ª, sino en proponer una versi¨®n modernizada de aquellos filmes para j¨®venes que proliferaron a partir de los cincuenta, es decir, una actualizaci¨®n de Rebelde sin causa.
El club de los cinco
Director y guionista: John Hughes. Int¨¦rpretes: Emilio Est¨¦vez, Paul Gleason, Anthony Michael Hall, Judd Nelson, Molly Ringwald y Sally Scheldy. Fotograf¨ªa: Thomas del Ruth. M¨²sica:Keith Forsey y Simple Minds.Estadounidense, 1985. Estreno en los cines Pompeya, Gayarre y Sainz de Baranda.
La puesta al d¨ªa queofrece Hughes consiste en rebajarle los humos a la ¨¦pica so?adora de Dean, Hopper, Mineo y sus colegas, en centrarse m¨¢s en los personajes y menos en las peripecias y en evitar a toda costa un mensaje final esperanzador o regeneracionista. Los protagonistas parten del "no me cuentes tu vida" y acaban, no pod¨ªa ser de otra manera, cont¨¢ndola entre sollozos, l¨¢grimas que ser¨¢n las ¨²ltimas de su infancia y las primeras de la madurez.
La fuerza de El club de los cinco radica en los actores, en los jovenc¨ªsimos actores encargados de llevar a buen puerto un filme planteado casi como una obra de teatro, con unidad de espacio y tiempo: un instituto y un s¨¢bado, lugar y tiempo en el que purgar unas faltas escolares. Los cinco alumnos simbolizan opciones reconocibles: el chico heavy que provoca a todo el mundo, el empoll¨®n que quisiera hacerse perdonar su sometimiento a las normas, la ni?a rica, el muchachote sano y fuerte que sue?a con ser un gran atleta y practica el humor y las novatadas de corte cuartelero, la inadaptada que esconde la timidez bajo una capa de desprecio y superioridad.
El club de los cinco dedica sus casi dos horas de duraci¨®n a hacer cre¨ªbles sus simplificaciones psicol¨®gicas e ideol¨®gicas. John Hughes no es un buen guionista y se queda en el t¨®pico, sin ir m¨¢s all¨¢ de una formulaci¨®n que hace recaer toda la responsabilidad en los padres.
Los mejores momentos son los que escapan a la redundancia, los instantes de comedia, casi siempre relacionados con el tratamiento que se da a los adultos, que es m¨¢s caricaturesco y menos costumbrista.
Ah¨ª, en la presentaci¨®n del enfrentamiento concreto entre profesor y alumnos, el previsible discurso sobre la lucha generacional se borra y los esquemas adquieren nervios y carne. Al final, sin embargo, el misterio sigue en pie: ?c¨®mo logran los padres que los hijos se les parezcan tanto?
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