Galicia
Aunque una vez m¨¢s se confirma el hecho de que en agosto Espa?a deja de tener calles y s¨®lo tiene costas, la relativa proximidad de las elecciones al Parlamento gallego mantiene vueltas hacia el Noroeste las m¨¢s preclaras cabezas pol¨ªticas. Galicia tiene su propia l¨®gica electoral y no sirve como punto de referencia en relaci¨®n con la suerte electoral del resto de las Espa?as. Pero s¨ª aportar¨¢ dos datos fundamentales: hasta qu¨¦ punto los fraguistas conservan su clientela y en qu¨¦ medida el PSOE crece o decrece. Mientras que un buen resultado fraguista no podr¨ªa ser interpretado absolutamente como un s¨ªntoma de buenas perspectivas de Coalici¨®n Popular para las generales, el resultado de los socialistas s¨ª va a ser indicativo relativamente de una predisposici¨®n del electorado estatal.Al fraguismo se le vota en Galicia por una raz¨®n fundamental: Fraga es el Gran Paisano y encabeza all¨ª un poscaciquismo fin de siglo, a la medida del ensimismamiento gallego. Se ha intentado romper esa hegemon¨ªa del paisanaje que detenta don Manuel, hasta ahora sin ¨¦xito. Ni los nacionalistas, sea cual sea su grado de moderaci¨®n, ni los intentos centristas de nuevo tipo, han conseguido prefabricar un Gran Paisano alternativo. Fraga es ese emigrante que se ha ido a trabajar o a servir a Madrid, pero que siempre vuelve a jugar sus partidas de domin¨® y a comerse la empanada en el terru?o. Un paisano que pisa fuerte y que suele exagerar el acento cuando pregunta por la salud de las vacas o por el precio de las lampreas.
Adem¨¢s, Fraga ya tiene un monumento en su pueblo, y eso le da una ventaja simb¨®lica de salida frente a la que nada puede hacer la m¨¢s escrupulosa junta electoral central. El gallego respeta a cualquiera que est¨¦ bien colocado en Madrid o Barcelona. Durante 3,5 a?os de carrer¨®n, Fraga ha tenido tiempo de tejer una red de poder pegada a la orograf¨ªa gallega que hasta ahora nadie ha podido destejerle. ?Programas? ?Ideolog¨ªas? Una partida de domin¨®, cuatro tazones de Ribeiro, dos carallos a tiempo, una siesta con ronquidos vern¨¢culos, la Santa Companha clientelar y hay Fraga para rato.
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