Tercer Mundo, deuda y desarrollo
Hace una d¨¦cada, en 1974, renacieron las esperanzas para el Tercer Mundo, cuando se inici¨® el llamado di¨¢logo Norte-Sur. En las Naciones Unidas se escuchaba un nuevo lenguaje. Surgieron iniciativas factibles. En la misma ONU se planearon negociaciones globales. Se constituy¨® la comisi¨®n Brandt, que dio como resultado el conocido informe Norte-Sur: un programa para la supervivencia.?Qu¨¦ ha pasado al correr del tiempo? Recientemente, en una reuni¨®n organizada por el Grupo Bellerive, en Ginebra, me toc¨® presentar una visi¨®n del Tercer Mundo en medio de las agrias y agresivas imputaciones que se hac¨ªan mutuamente los representantes de Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
All¨ª pude constatar c¨®mo han variado las cosas en los ¨²ltimos 10 a?os. El di¨¢logo Norte-Sur no s¨®lo se ha interrumpido, sino que la palabra di¨¢logo ha dado paso a la palabra controversia y podr¨ªa desembocar en la palabra confrontaci¨®n. Los conflictos que se generan en los pa¨ªses del Tercer Mundo se enlazan con las tensiones Este-Oeste y pueden conducir a nuevos enfrentamientos que, a su vez, entra?en la amenaza de choques entre las superpotencias. Nuestros pa¨ªses son el centro de la violencia mundial. La escalada armamentista, que ahora pretende violar el reino de las estrellas, nos toca muy de cerca. ?Hasta d¨®nde la locura del terrorismo se nutre psicol¨®gicamente de la inseguridad que agobia al mundo?
Explotaci¨®n y subdesarrollo
La deuda externa de nuestros pa¨ªses, que suma la monstruosa cifra de 900.000 millones de d¨®lares, est¨¢ inflada y deformada por el c¨²mulo de exacciones que nos imponen las naciones industrializadas. Como ha dicho Paulo Evaristo Arns, el cardenal de S?o Paulo, hay una "deuda real y una deuda fabricada", la cual se convierte en la contribuci¨®n forzada del Tercer Mundo a los proyectos armamentistas de las grandes potencias.
No se trata solamente del abuso de los intereses. Hay otras razones para la inconformidad de nuestros pa¨ªses: el continuo crecimiento de los precios de los bienes d¨¦ capital y las manufacturas que importamos; la baja creciente en el valor de los productos que exportamos; las insolentes barreras proteccionistas y las maniobras de dumping que acorralan y entraban el comercio de nuestros productos. Estimaciones recientes revelan que por este solo concepto disminuy¨® en un 25% el valor de las exportaciones de Am¨¦rica Latina. ?Acaso es distinta la situaci¨®n para las dem¨¢s regiones del Tercer Mundo?
Con un cuadro semejante, la deuda externa no s¨®lo resulta impagable, sino que las estipulaciones que nos imponen para su refinanciamiento sacrifican toda. perspectiva valedera de desarrollo y crecimiento econ¨®mico. A ello se a?aden las pol¨ªticas de austeridad que decretan el desempleo masivo y la postergaci¨®n de los programas de aliento social.
El desarrollo y la paz
El Fondo Monetario Internacional es visto como el s¨ªmbolo perverso de estas pol¨ªticas y de estas orientaciones. Pero, obviamente, ¨¦sta es una simplificaci¨®n ingenua del problema. En definitiva, se trata de un sistema econ¨®mico que se afirma en la explotaci¨®n de las materias primas y el trabajo de los hombres y mujeres del mundo en desarrollo y en la preservaci¨®n de un orden socialmente in usto y despiadado.
Para el Tercer Mundo se ¨ªmpone una lucha firme y sin tregua en la b¨²squeda de un nuevo orden econ¨®mico internacional y a favor de la distensi¨®n en el plano de la pol¨ªtica mundial. No aspiramos a soluciones s¨²bitas ni milagrosas en las injustas y distorsionadas relaciones con el Norte. Deseamos un di¨¢logo sincero y la apertura de negociaciones para la conformaci¨®n de un consenso en torno al desarrollo de un mundo inspirado en valores m¨¢s altos y equitativos.
Deseamos que las relaciones Sur-Sur trasciendan las simples f¨®rmulas de intercambio para sobrevivir, tan comunes en nuestros pa¨ªses, y alienten el fortalecimiento de nuestra capacidad de decisi¨®n y de presi¨®n ante la intransigencia del mundo desarrollado.
Las Naciones Unidas deber¨¢n recuperar no s¨®lo su fuerza moral, sino su eficacia operativa y pr¨¢ctica, sensiblemente d¨ªsminuida por el hostigamiento a que han sido sometidos sus organismos multilaterales por quienes se empe?an en colocar a la humanidad ante el dilema absurdo del esquema bipolar.
No es una tarea f¨¢cil. Pero tampoco hay razones para una resignaci¨®n fatalista y cobarde. El Tercer Mundo tiene potencialidades suficientes para alcanzar los objetivos del desarrollo, la paz y la seguridad en un solo mundo.
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