El infierno de Beirut
LOS ?LTIMOS atentados que han tenido lugar en Beirut a?aden p¨¢ginas particularmente tr¨¢gicas a la serie, que ya parece interminable, de los horrores que vive la capital de L¨ªbano. El m¨¦todo de hacer estallar coches cargados de explosivos en lugares particularmente concurridos por la poblaci¨®n civil s¨®lo puede provocar el repudio y la condena m¨¢s absolutos de cualquier persona civilizada. Cuesta pensar que puedan existir mentes que preparen atentados de ese g¨¦nero, en los que se utiliza a la poblaci¨®n civil, indefensa, sea musulmana o cristiana, mujeres, ni?os, ancianos destrozados por las bombas, como v¨ªctimas para que una bander¨ªa pueda hacer alarde de superioridad sobre otra. La semana pasada, las explosiones se produjeron en el sector cristiano; ayer fue en el musulm¨¢n; se han intercambiado palabras escalofriantes de que .nos vengaremos usando los mismos m¨¦todos", "al terrorismo hay que contestarle con terrorismo"... Con tal din¨¢mica, en la que ya se pierde contacto con todo razonamiento humano, es evidente que la perspectiva ser¨ªa la destrucci¨®n del pa¨ªs.Sin duda, para comprender c¨®mo pueden suceder hechos de este g¨¦nero hay que recordar que la guerra civil dura ya 10 a?os; las metralletas, los callones, los explosivos se han convertido en elementos de la vida cotidiana. Se han ido acumulando sentimientos irracionales de resentimiento y revancha dif¨ªciles de imaginar en las condiciones de una vida normal. Sin embargo, las explosiones sucesivas, en zonas cristiana y musulmana, parecen tan directamente encaminadas a sabotear, como sea, los esfuerzos que tienden a lograr una reconciliaci¨®n nacional que es dif¨ªcil pensar solamente en actos demenciales de grupos irresponsables.
El dirigente de la milicia shi¨ª Amal, Nabih Berri, ha llegado a acusar a Israel de la explosi¨®n ocurrida el s¨¢bado pasado en el sector musulm¨¢n; pero esa acusaci¨®n no tiene fundamento si se tiene en cuenta el conjunto de lo que est¨¢ ocurriendo; ser¨ªa atribuir a Israel unas posibilidades de las que hoy no dispone. Razonando en t¨¦rminos exclusivamente de intereses de Estado, Israel puede desear que perdure cierta inestabilidad en L¨ªbano, sobre todo para crear dificultades a Siria. Las tropas israel¨ªes no puede decirse que hayan realizado ¨²na verdadera retirada del sur del pa¨ªs, todo lo cual es un factor serio de inestabilidad. Pero la terrible situaci¨®n de la capital libanesa es otra cosa.
Las terribles explosiones se han recrudecido en Beirut precisamente en un momento en que una serie de signos pol¨ªticos parec¨ªan anunciar condiciones m¨¢s favorables para la superaci¨®n de la guerra civil entre sectores libaneses y para una recuperaci¨®n, sobre bases concertadas, de la tan ansiada paz. La creaci¨®n del Frente Unido Nacional, en el que se han asociado todos los partidos isl¨¢micos llamadosprogresistas, con los shi¨ªes de Berri y los drusos de Jumblatt como fuerzas principales; el agrupamiento por otro lado de las fuerzas cristianas, se han hecho con cierto esp¨ªritu de di¨¢logo, para buscar nuevas soluciones para estructurar el pa¨ªs; es obvio que el viejo equilibrio que estaba en la base del sistema constitucional ya no corresponde a las realidades de hoy; pero se trata de lograr un acuerdo sobre bases m¨ªnimas, que, reconociendo las diferencias, religiosas y otras, que existen entre las poblaciones libanesas, permita su convivencia en un Estado com¨²n. Un factor esencial es el de que hoy tanto los musulmanes como los principales dirigentes cristianos reconocen el papel especial que cumple desempe?ar a Siria para ayudar a la reconciliaci¨®n y al retorno de la paz en L¨ªbano.
Las explosiones criminales de estos d¨ªas pueden dar al traste con toda posibilidad de ¨¦xito de un proceso de pacificaci¨®n. Es evidente que los interesados en impedir que siga adelante tal proceso, patrocinado por Siria, son muchos. Dentro mismo de los partidos libaneses, oficialmente favorables a la reconciliaci¨®n, todo indica que existen n¨²cleos extremistas irresponsables. Cabe agregar que un defecto tradicional de la clase pol¨ªtica libanesa ha sido una propensi¨®nexagerada al fraccionalismo, el supeditar a los intereses de grupo el inter¨¦s general del pa¨ªs. Sus consecuencias se convierten hoy en tragedia nacional. Ello mismo eleva la responsabilidad de Siria en la actual coyuntura. El presidente Assad no puede rehu¨ªr obligaciones que se derivan de una situaci¨®n especial que ¨¦l ha buscado y conseguido. Siria est¨¢ interviniendo ya en L¨ªbano de diversas formas, militares y pol¨ªticas. Es algo aceptado ya por la comunidad internacional. En el momento actual, urge poner fin al infierno que vive Beirut, y eso dif¨ªcilmente es posible m¨¢s que actuando desde Damasco.
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