At¨ªpicos
Hace tiempo -?cu¨¢nto tiempo?que yo me re¨²no, regular e irregularmente, con mi otro yo, y con mi tercer yo en ocasiones, y con otros yo, an¨®nimos por ahora. Entre todos acabamos de crear el grupo de Los At¨ªpicos, que, instant¨¢neamente, se ha desintegrado. Habr¨ªa que admitir eventualmente que nunca hemos llegado a formar un grupo, aunque siempre hayamos existido bomo tal.Decir que Los At¨ªpicos no es un partido pol¨ªtico ser¨ªa mentira; decir lo contrario tambi¨¦n ser¨ªa falso. Afirmar que somos una mafia, una secta oculta, o visible, es cierto, como la afirmaci¨®n contraria. Etc¨¦tera.
El lema-ideolog¨ªa de Los At¨ªpicos es la subversi¨®n, lo cual no quiere decir absolutamente nada; pero cada at¨ªpico es un subversivo. Al cabo de nuestras C¨®rtes constituyentes se decidi¨® que era in¨²til codificar nuestros pensamientos, actitudes, debilidades y tal.
Pero alguien expuso lo que podr¨ªa ser un ejemplo aproximado del Libro de Oro de nuestra eclosi¨®n: "El at¨ªpico, mujer, animal, hombre o cosa, est¨¢ enamorado, sobre todo, y despu¨¦s de todo, de su ser, como cualquier hijo de vecino, pero sin sonrojarse".
La asamblea constituyente dud¨® durante brev¨ªsimos (largos) instantes. Pero, furiosa, se rebel¨® contra s¨ª misma, puso el grito en el m¨¢s all¨¢ del cielo, se babe¨®, impi¨® la baba y, serenamente, asesin¨® al alguien de marras, por incorrecto: no es posible, se pens¨® en t¨¦rminos impl¨ªcitos, se rumi¨® m¨¢s bien, que un d¨ªa, otro alguien, se ofrezca el lujo de fabricar nuestro primer m¨¢rtir. Si yo, hoy, me atrevo a mencionar la existencia de Los At¨ªpicos es porque, en verdad, yo no soy un at¨ªpico. Mi madre, viva, y mi padre, muerto, no me lo perdonar¨ªan. Y yo, que nunca los he respetado, desde hoy, pongamos por caso, los respeto. Y les ofrezco la esperanza de haber concebido, o de no haber concebido, un hijo at¨ªpico.
Se acab¨® todo para siempre. Hay que empezar de nuevo. Para ingresar en Los At¨ªpicos es preciso pedir la llave, no de la puerta precisamente. Esto no ser¨ªa oportuno.
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