Rosa Mar¨ªa Le¨®n
La alcaldesa socialista de Santaella ha sido la principal anirnadora de la huelga del municipio cordob¨¦s contra la reforma agraria andaluza
Lleg¨® a la pol¨ªtica a trav¨¦s del PSOE y "sabiendo lo que buscaba". Aunque roce en estas ¨²ltimas fechas el mito local, Rosa Mar¨ªa Le¨®n despide sonidos onomatop¨¦yicos de espanto cuando se le pregunta sobre tales consecuencias sociol¨®gicas. Antes de acceder a la alcald¨ªa era una licenciada en Geograf¨ªa e Historia que ejerc¨ªa de contable. Con todo, la memoria del lugar la recordar¨¢ como la mujer que llev¨® a un pueblo cordob¨¦s a la primera huelga general de su historia contra la Administraci¨®n.
Sucedi¨® la ma?ana solanera del 19 de agosto. Los 5.600 -y dispersos- habitantes de este pue blo, generoso en tierras y situado a 35 kil¨®metros de la capital cordobesa, se cruzaron de brazos para respaldar la protesta que ven¨ªa encabezando su alcaldesa contra el baremo establecido por el Instituto Andaluz de Reforma Agraria para repartir 5.000 hect¨¢reas de tierra pertenecientes a la segunda fase del plan de regad¨ªos Genil-Cabra. El argumento de vecindad hab¨ªa quedado olvidado para mejor ocasi¨®n y el empe?o cooperativista de la Junta elevado a una ostensible potencia En su lisa traducci¨®n, el pueblo entiende que, tal como establece el asunto el Instituto Andaluz de Reforma Agraria, una mayor cantidad de tierra de Santaella pasar¨¢ a manos forasteras.Tal decisi¨®n procede de sus compa?eros de partido en el Gobierno andaluz, pero eso son minucias "ante la dignidad de un al calde/sa, que est¨¢ en la defensa de los intereses de su pueblo".
A un abuelo republicano, tam bi¨¦n alcalde socialista de Santaella, lo mataron en octubre de 1936 en C¨®rdoba "sin saber por qu¨¦". El agosto de aquel a?o se refleja en las actas municipales pertenecientes a plenos celebrados bajo la presidencia de miembros de la Guardia Civil, con su abuelo reducido a alcalde en ftinciones, de espectador. El socialismo parec¨ªa, pues, el camino predestinado para que Rosa Mar¨ªa Le¨®n entrase en la pol¨ªtica. Lo decidi¨® en diciembre de 1982 a instancias ajenas, y en las pasadas elecciones municipales logr¨® la mayor¨ªa absoluta (siete concejales del PSOE, frente a dos de AP y dos del PCA).
A los tres a?os de horizonte andado, para Rosa Mar¨ªa Le¨®n la pol¨ªtica es "dura, laboriosa, ingrata, pero merece la pena". Casada con un concejal socialista y madre de un hijo de temprana edad, Rosa Mar¨ªa Le¨®n tambien tiene que estar pendiente de las tareas dom¨¦sticas. La pol¨ªtica, no obstante, la absorbe.
Sus primeros movimientos como alcaldesa definieron con claridad los esquemas y prejuicios persistentes, reflejados tambi¨¦n en organismos oficiales. La escena se repiti¨®: "Soy la alcaldesa de Santaella"."Muy bien", le contestaban, "pero su marido, ?donde est¨¢?"
Estos encuentros quedan como an¨¦cdotas, sin m¨¢s afl¨¢dido. Rosa Mar¨ªa Le¨®n no percibe en su entorno recelos. "Los concejales lo han asumido seriamente". El pueblo, por dem¨¢s, se ha entregado a su edil, seg¨²n todos los indicios. Santaella, con ella, rompi¨® un pasado de alcaldes varones, y ella, con Santaella, ha roto una historia callada y resignada, porque ¨¦ste ha sido siempre un pueblo noble que ahora levanta el grito".
El futuro de Rosa Mar¨ªa Le¨®n tiene los trazos pol¨ªticos de la ortodoxia bieripensante: "Lo que el pueblo decida. No def¨¦nder¨¦ el puesto por el puesto. No me parece f¨¢cil que vuelva a presentarme. No obstante, eso es algo que depende del partido y, sobre todo, de que el pueblo me lo pida".
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