La amenaza de guerra nuclear y la izquierda
El lanzamiento de las dos primeras bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, demostr¨® que el ser humano hab¨ªa adquirido el potencial necesario para destruir literalmente el planeta Tierra, y que un Gobierno democr¨¢tico, presumiblemente civilizado, pudo decidir el lanzamiento de dichas bombas sobre ciudades densamente pobladas, con la muerte inevitable de decenas de miles de personas no combatientes. A lo largo de los casi cuarenta a?os transcurridos desde aquella terrible fecha, el mundo ha sido testigo de una ininterrumpida carrera de armamentos que supone la fabricaci¨®n no s¨®lo de las nuevas armas at¨®micas y de las m¨¢s modernas armas nucleares, sino tambi¨¦n las de las inimaginables destructivas armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas, que incluso utilizadas a peque?a escala podr¨ªan destruir, como sabemos, la vida en la Tierra. Durante estas cuatro d¨¦cadas se ha hablado de boquilla fingiendo estar de acuerdo con la necesidad del desarme, pero los acuerdos reales alcanzados no han hecho m¨¢s que establecer unos l¨ªmites superiores para la expansi¨®n de los arsenales nucleares. Hasta ahora no figura para nada la destrucci¨®n de una sola cabeza nuclear o veh¨ªculo de transporte de la misma. Mientras que se acumulan m¨¢s armas y los progresos de la tecnolog¨ªa se suceden sin interrupci¨®n, los escasos recursos naturales se est¨¢n malgastando en porcentajes cada vez mayores en la producci¨®n de armamento. Si llegara a estallar una guerra nuclear, la utilizaci¨®n de menos de la mitad del arsenal actual originar¨ªa en pocos d¨ªas de combate un invierno nuclear, con un descenso en masa de las temperaturas atmosf¨¦ricas y con la ocultaci¨®n del Sol durante varios meses, lo que acabar¨ªa con la mayor parte de la vida no destruida por la propia guerra.El conjunto de la econom¨ªa mundial, tanto en las naciones desarrolladas como en los pa¨ªses del Tercer Mundo, se ha convertido en una econom¨ªa de guerra y de preparaci¨®n para la guerra. La reciente y alabada prosperidad de Estados Unidos bajo el mandato del presidente Reagan es una prosperidad basada fundamentalmente en el presupuesto militar. Los aparatos de aviaci¨®n, carros de combate, submarinos y misiles cada vez m¨¢s sofisticados requieren de todo tipo de ordenadores y de microchips. Los contratos firmados para la producci¨®n de dicho material han permitido dar empleo a ingenieros y t¨¦cnicos ¨²ltimamente en paro, obtener beneficios a las grandes corporaciones y suculentas ganancias a las industrias de servicio y de consumo que suministran los productos necesarios y colman las apetencias y gustos de la reciente y pr¨®spera comunidad cient¨ªfico-militar. El d¨¦ficit tan descomunal consecuente con el masivo gasto militar, junto con la fuerza artificial del d¨®lar, se deriva del hecho de que los que adquieren billetes del Tesoro nacional de Estados Unidos reciben los m¨¢s altos tipos de inter¨¦s que puedan conseguirse actualmente en el mundo. La fabricaci¨®n de armas convencionales se ha convertido en el mayor desarrollo industrial sobre el globo, de las que el 70% de todas las ventas internacionales de armamento se realizan a los pa¨ªses del Tercer Mundo, con Estados Unidos y la URS S a la cabeza como principales proveedores, y con la Francia socialista y la m¨¢s, reciente socialista Espa?a compitiendo por los mercados de armamento en Pr¨®ximo Oriente, en ?frica y en Latinoam¨¦rica.
Cuando me pregunto qu¨¦ factores son los que mantienen el impulso de la loca carrera armamentista, dos respuestas vienen a m¨ª inmediatamente. Una es la de que vivimos en un mundo de naciones soberanas, ninguna de las cuales est¨¢ dispuesta a ceder un ¨¢pice de su soberan¨ªa sobre los espacios a¨¦reos; sus derechos sobre las 200 millas de aguas jurisdiccionales, antiguamente mares abiertos; su derecho a contaminar la atm¨®sfera, a destruir bosques, a convertir los terrenos agr¨ªcolas en zonas des¨¦rticas y a consumir en armamento los insustituibles recursos minerales del planeta. Ellos sacrifican normalmente las necesidades civiles de su propia poblaci¨®n con miras a poseer el armamento suficiente que permita repeler cualquier posible alianza de fuerzas enemigas soberanas. En los. casos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Estados Unidos y a veces China existen enfrentamientos ideol¨®gicos de anta?o que han incrementado la sospecha natural que caracteriza sus relaciones. Sin embargo, hay que tener presente que la carrera de armamentos que precedi¨® a la I Guerra Mundial se produjo entre naciones todas ellas reivindicando ser cristianas, capitalistas y constitucionales, por lo que ser¨ªa ilusorio suponer que la batalla ideol¨®gica existente entre marxistas y antimarxistas no deja de ser m¨¢s que un elemento provocador adicional.
El otro factor que contribuye poderosamente al impulso de la carrera armamentista es la dependencia de la avanza da econom¨ªa capitalista de la preparaci¨®n para la guerra. La crisis econ¨®mica de los a?os treinta se pali¨® en la Alemania nazi y en el pa¨ªs democr¨¢tico de Estados Unidos mediante la repoblaci¨®n forestal, la construcci¨®n de carreteras y mediante programas de construcciones hidroel¨¦ctricas y de otros tipos de obras p¨²blicas, pero la prosperidad s¨®lo se recuper¨® como resultado del rearme en preparaci¨®n para la II Guerra Mundial. La guerra de Corea, la, carrera de armamento nuclear, el abastecimiento de armas para peque?os Estados clientes y las ventas de armas para los pa¨ªses tercermundistas han sido cada vez m¨¢s importantes para la prosperidad del capitalismo de Estados Unidos desde 1950, y la reciente recesi¨®n econ¨®mica de 1982 finaliz¨® con la inversi¨®n de varios billones de d¨®lares por parte de la Administraci¨®n Reagan en la investigaci¨®n . y producci¨®n de armamento. En el caso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el esfuerzo por emparejarse con Estados Unidos ha significado que la flor y nata de los recursos cient¨ªficos sovi¨¦ticos se hayan vertido en producci¨®n militar.
EXPLICACIONES DE LA GUERRACuando el imperio austro-h¨²ngaro declar¨® la guerra a Serbia en 1914, el doctor Sigmund Freud lo celebr¨® con satisfacci¨®n. Pensaba que: el imperio dar¨ªa una r¨¢pida lecci¨®n al advenedizo reino de porqueros eslavos. Cuatro a?os de guerra le hicieron cambiar por completo de forma de pensar. Mientras ten¨ªan lugar las batallas al norte de Francia, Freud se preguntaba qu¨¦ era lo que dentro de la naturaleza del ser humano pod¨ªa. explicar el dolor de tal autodestrucci¨®n. En consecuencia modific¨® las teor¨ªas que sosten¨ªa antes de 1914, en las que la libido era la ¨²nica fuente de energ¨ªa del inconsciente, y formul¨® la teor¨ªa de los instintos de la vida y de la muerte, Eros y Thanatos, respectivamente, que luchan en el interior del ser humano.
Los historiadores liberales, influidos por el rebosante optimismo de la ¨¦poca ilustre de Francia relativo a la perfectibilidad del hombre, han explicado la guerra en t¨¦rminos de una lucha econ¨®mica racional por la escasez de tierras y de recursos, o en t¨¦rminos de la necesidad de zonas neutrales entre las grandes potencias o imperios. Los marxistas han explicado la guerra desde el punto de vista de una lucha de clases, y su convencimiento de que la lucha revolucionaria entre la burgues¨ªa y el proletariado industrial finalizar¨ªa en la consecuci¨®n de una sociedad sin clases y por tanto sin guerras fue un art¨ªculo de fe hasta las ¨²ltimas d¨¦cadas. A mi modo de ver, y me entristece el tener que decirlo, los motivos econ¨®micos racionales y la lucha de clases contribuyen efectivamente al estallido de la guerra, pero no se aproximan a explicarla completamente. Luis XIV derram¨® sangre inocente de Francia en cuatro guerras por la dinast¨ªa y de prestigio nacional, cuyos beneficios econ¨®micos apenas ha br¨ªan sido de consideraci¨®n incluso en el caso de que sus ej¨¦rcitos hubieran tenido m¨¢s ¨¦xito. La Alemania imperial comprendida entre los a?os 1880 y 1914 estuvo extendiendo continuamente su in fluencia econ¨®mica en la zona oriental y suroriental de Europa y en Pr¨®ximo Oriente, destruyendo sus propios logros al decidirse a intervenir en la guerra en 1914. All¨¢ para el a?o 1939, la Alemania nazi hab¨ªa recuperado gran parte de esa influencia, pero Hitler pensaba en t¨¦rminos de odio, de poder absoluto, y destruy¨® igualmente la hegemon¨ªa econ¨®mica que Alemania hab¨ªa conquistado por se gundavez. Ejemplos como el de Hitler o como el de la reciente dictadura en Argentina pueden quedar en parte descalificados por motivos de encontrarnos en casos de locura criminal, pero no puede decirse lo mismo de la expansi¨®n de Esta dos Unidos a trav¨¦s del continente americano. Repetidas veces una pr¨®spera comunidad de raza blanca con amplios re cursos a¨²n por desarrollar despojaba a los indios de sus tierras bajo considera ciones de destino manifiesto. La indiscutible evidencia de la historia muestra que muchasde las guerras se han librado por motivos de dominio, de codicia o de odio de razas, en las que los factores econ¨®micos racionales han tenido m¨¢s de raciona lizaci¨®n que de racionalidad. Y ahora entro en la cuesti¨®n de lo que la izquierda podr¨ªa hacer frente a la presente econom¨ªa de preparaci¨®n para la guerra. Pero lo primero que tengo que hacer es definir lo que yo entiendo por izquierda, puesto que el significado de este t¨¦rmino ha sido alterado mucho en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La izquierda sol¨ªa incluir a todos los partidos socialistas y comunistas, que con todos los defectos de acci¨®n fueron encomendados presumiblemente a la creaci¨®n de una sociedad internacional sin clases, sin guerras. Cuando tomaron las armas en defensa de la Rep¨²blica Espa?ola y cuando combatieron entusi¨¢sticamente al lado de los aliados occidentales durante la II Guera Mundial, no lo fue por propios motivos de agresividad, sino que lo hicieron en propia defensa contra la manifiesta agresi¨®n de los poderes fascistas. Pero yo no considero como acciones de la izquierda el establecimiento del imperio sovi¨¦tico en el Este europeo, o el env¨ªo de mercenarios cubanos a ?frica, o la venta de armamento a Gobiernos autoritarios en Oriente Pr¨®ximo y ?frica por parte de los Gobiernos socialistas de Francia y Espa?a.
De esta forma, mi propio concepto de la izquierda ya no incluye a los partidos socialista y comunista, aunque comprende a gran parte de los individuos que pertenecen a ellos. Para m¨ª la izquierda est¨¢ constituida por aquellas personas que est¨¢n dedicadas activamente a la no-violencia, a excepci¨®n de aquellos casos m¨¢s evidentes de inmediata autodefensa, como en el caso de la lucha contra el fascismo en los a?os treinta. En las pr¨®speras naciones de Occidente, la izquierda significa aquellos quienes sencillamente no disfrutan de los beneficios materiales de la libertad pol¨ªtica y econ¨®mica, sino que est¨¢n dispuestos a contribuir y a aceptar un estilo de vida ligeramente menos ostentoso con miras a la creaci¨®n de escuelas, hospitales, seguros de vejez para las clases m¨¢s pobres en sus propias sociedades y a proporcionar una importante ayuda econ¨®mica al Tercer Mundo. En el mundo dominado por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la izquierda comprende a aquellos que, con mucho mayor riesgo personal que el que pueda pedirse de alguien del Occidente democr¨¢tico, est¨¢n dispuestos a desafiar a los dogm¨¢ticos gobernantes autoritarios en nombre de la libertad pol¨ªtica y religiosa. En todas partes hay personas en la izquierda en defensa (te los derechos de la mujer y de las minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas; tambi¨¦n los que trabajan por la abolici¨®n del encarcelamiento pol¨ªtico. Volviendo de nuevo a la teor¨ªa de los instintos de Freud, deber¨ªa decir que la izquierda incluye a aquellos en los que Eros es m¨¢s fuerte que Thanatos, en los que los motivos de amor, labor creativa, justicia y tolerancia son superiores a los motivos de dominio, explotaci¨®n y destrucci¨®n.
EL PUNTO DE PARTIDA
En la cabecera de mi programa para la izquierda apunto la necesidad del desarpie nuclear-qu¨ªmico-biol¨®gico. Hago de ¨¦l el primer punto de todos porque, a menos que se lleve a cabo el desarme, no podr¨¢ conseguirse ning¨²n otro tipo de objetivos. Incluso en ausencia de guerra accidental o nuclear, las econom¨ªas de las naciones m¨¢s avanzadas se han visto inmersas cada vez m¨¢s en la producci¨®n de armas para la guerra, en detrimento de todas las actividades civiles normales. Si se produce una guerra nuclear, destrozar¨¢ la civilizaci¨®n, como todos sabemos, y traer¨¢ consigo una multitud de desastres tanto de tipo gen¨¦tico como ambientales, que no pueden predecirse con todo detalle pero cuyos efectos perdurar¨¢n durante cientos de a?os. Por otra parte, est¨¢ bien claro que las superpotencias, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, desconf¨ªan de forma tan poderosa la una de la otra, y con razones documentadas suficientes por ambas partes, que el resto de la humanidad no puede esperar posiblemente el desarme como consecuencia tan s¨®lo de sus negociaciones bilaterales.
Europa tiene aqu¨ª una oportunidad que tendr¨ªa que explotar con mucho mis vi
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gor de lo que lo ha hecho hasta ahora. En todas las tentativas e intenciones, las superpotencias pueden ignorar al Tercer Mundo en sus previsiones nucleares, as¨ª como el de las peque?as naciones desarrolladas, si todas estas peque?as naciones deciden actuar individualmente. Pero incluso las superpotencias tendr¨ªan que prestar atenci¨®n a las, exigencias de los pa¨ªses unidos del occidente y del norte de Europa, por no hablar de una Europa que eventualmente podr¨ªa incluir a algunos de los actuales pa¨ªses miembros del Pacto de Varsovia. (An¨¢logas consideraciones podr¨ªan aplicarse a los casos de Jap¨®n y de China como potencias que podr¨ªan presionar en favor del desarme y tendr¨ªan que ser escuchadas, pero estoy concentrando mi atenci¨®n en Europa y en las posibilidades de acci¨®n de la izquierda europea.) Los europeos deben presionar a sus propios Gobiernos en demanda de resultados, de un proceso de desarme espec¨ªfico y no tan s¨®lo de acuerdos que limiten el incremento del armamento.La izquierda europea deber¨ªa tratar tambi¨¦n en cada oportunidad que se le presente de multiplicar los contactos con las personas de la Europa oriental: en forma de turismo, reuniones atl¨¦ticas, intercambios culturales y art¨ªsticos de toda especie, congresos de asociaciones profesionales y acad¨¦micas, etc¨¦tera. El comportamiento de todos los Gobiernos de los pa¨ªses del Este, con la excepci¨®n de Albania, muestra que est¨¢n tambi¨¦n interesados en romper con el aislamiento ideol¨®gico y pol¨ªtico soportado durante el per¨ªodo que va desde 1945. Los hechos reales les han forzado a apoyar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica dentro del marco del, Pacto de Varsovia. La lealtad a esa alianza militar es el precio que pagan por la creciente importancia de los experimentos econ¨®micos, por la parcial libertad de expresi¨®n y libertad de prensa, por los cada vez mayor n¨²mero de contactos profesionales y por motivos de viaje con los pa¨ªses de Occidente y por una gradual eliminaci¨®n ideol¨®gica de su interior vida pol¨ªtica. Los europeos de Occidente deber¨ªan tener en cuenta que existen controles severos que limitan lo que puedan hacer los europeos orientales p¨²blicamente, pero sin desafiar el santo y se?a de democracia popular deber¨ªa hacerse factible en gran parte el aumentar los contactos personales y culturales, y puede uno imaginarse, sin pecar de optimista, que en los a?os venideros los Gobiernos de la Europa del Este podr¨ªan jugar un papel mediador y tranquilizador en el desarrollo de una Europa neutral que a la larga servir¨ªa al propio beneficio de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En segundo lugar, y a efectos s¨®lo de desarme, la izquierda debe poner especial ¨¦nfasis en los derechos humanos en sus formas m¨¢s variadas y espec¨ªficas. La base de apoyo de la izquierda no est¨¢ en la preparaci¨®n de una revoluci¨®n marxista o anarquista, sino en el empe?o de la defensa de los derechos humanos. Los matices diferir¨¢n en gran medida de un pa¨ªs a otro. En los pa¨ªses industrialmente m¨¢s desarrollados, el elemento m¨¢s importante de lucha puede ser el de los derechos de la mujer y de las minor¨ªas ¨¦tnicas. En aquellos pa¨ªses de d¨¦bil desarrollo econ¨®mico y tradiciones constitucionales de poca raigambre, como en el caso de Latinoam¨¦rica y de gran parte de ?frica y Asia, los elementos de lucha m¨¢s importantes pueden estar en la libertad de expresi¨®n y de organizaci¨®n y en la desaparici¨®n del encarcelamiento y tortura por cuestiones de opini¨®n -el esfuerzo por liberar a los prisioneros de conciencia, tal como son llamados por Amnist¨ªa Internacional-. En los pa¨ªses m¨¢s pobres, los derechos humanos pueden significar sencillamente el derecho fundamental a no carecer de una m¨ªnima asignaci¨®n de terreno cultivable. Pero cualquiera que sea la combinaci¨®n de elementos debidos a los diferentes niveles de desarrollo anterior, la izquierda debe significar en todas partes tolerancia, igualdad de oportunidad y el trato como personas de los seres humanos.
UNA ECONOM?A CIVIL
En tercer lugar de mi programa para la izquierda europea. deber¨ªa figurar el desarrollo de una variopinta econom¨ªa civil sin doginatismos sobre lo privado en contra del sector p¨²blico. Durante casi un siglo, en el per¨ªodo comprendido entre los a?os 1880 y 1960, fue un art¨ªculo de fe para la izquierda que todos los recursos naturales e instalaciones de producci¨®n deber¨ªan ser expropiados del capital privado y que los bienes sociales y el control de los mismos traer¨ªan consigo una mayor producci¨®n y justicia distributiva. La experiencia aportada tanto por la Europa occidental como por la Europa oriental ha demostrado que la nacionalizaci¨®n no es ninguna panacea.
El problema principal que surgir¨¢ de la creaci¨®n de una econom¨ªa orientada de forma civil ser¨¢ la necesaria reconversi¨®n de la producci¨®n militar. En teor¨ªa, los empresarios capitalistas asumen riesgos, riesgos con los que se supone justifican sus altos beneficios. Sin embargo, en la econom¨ªa de preparaci¨®n para la guerra los contratos deprecio de coste m¨¢s beneficio se han convertido en orden del d¨ªa. La Boeing, Lockheed, la General Dynamics, etc¨¦tera, reciben del Gobierno de Estados Unidos contratos a largo plazo por cantidades especificadas a precios especificados. Si los costes se elevan durante el per¨ªodo de contrato, como sucede siempre de alguna u otra forma, las corporaciones se dirigen de nuevo al Gobierno con objeto de recuperar sus costes extras y que se han estimado en una media de alrededor de un 30% a trav¨¦s de los a?os. Mientras tanto, los principales contratistas han subcontratado un gran n¨²mero de corporaciones m¨¢s modestas para la obtenci¨®n de las herramientas, piezas de repuesto, uniformes, mobiliario, hamburguesas para el almuerzo, etc¨¦tera, y que son necesarias para producir el equipo militar. Es un sistema que, cuando ense?aba historia contempor¨¢nea en California, sol¨ªa llamar "socialismo para el rico". De hecho, los beneficiarios de ese sistema tienen toda la raz¨®n para votar al presidente Reagan, y en el futuro, a quienquiera que mantenga esta bonanza econ¨®mica.
Pero al fin y a la postre, cuando prevalezca la cordura y los desembolsos militares se reduzcan quiz¨¢ al 10% de su nivel actual, la econom¨ªa armamentista, de beneficios garantizados, tendr¨¢ que ceder el paso a una econom¨ªa de producci¨®n en pro de las necesidades y gustos civiles. La izquierda deber¨ªa pensar muy seriamente en la forma de llevar a cabo esa transici¨®n. Si no se dispone r¨¢pidamente de nuevas formas de demanda, la crisis econ¨®mica ser¨¢ desastrosa no s¨®lo para los ejecutivos asociados e ingenieros y t¨¦cnicos, sino igualmente para los millones de obreros industriales y de empresas de servicio cuyos trabajos han dependido de la econom¨ªa de preparaci¨®n para la guerra. Por fortuna se dispone de claros precedentes que permiten ayudar a tal planificaci¨®n. Inmediatamente despu¨¦s de finalizar la II Guerra Mundial, unos 10 millones de soldados americanos fueron desmovilizados, y los obreros industriales, liberados de las f¨¢bricas de armamento. No se produjo un desempleo en masa debido a un consenso social acerca de la necesidad de reconstruir la completa infraestructura de f¨¢bricas, industrias de m¨¢quinas herramientas, medios de comunicaci¨®n, vivienda y educaci¨®n que hab¨ªan estado abandonadas durante los a?os de la guerra. Un consenso similar en la Europa occidental con respecto al Plan Marshall, la Comunidad del Carb¨®n y del Acero y finalmente el Mercado Com¨²n hicieron posible no s¨®lo la recuperaci¨®n de la econom¨ªa europea, sino la consecuci¨®n de niveles de prosperidad sin precedentes para todas las clases de poblaci¨®n.
NECESIDADES MEDITERR?NEAS
Desde el punto de vista del futuro econ¨®mico, sugerir¨ªa que la tarea m¨¢s importante para la izquierda es mostrar el gran n¨²mero real de necesidades econ¨®micas en que podr¨ªa emplearse el capital y la fuerza del trabajo que actualmente se de dican a la econom¨ªa de guerra. Personal mente veo una mejora potencial de la econom¨ªa espa?ola por lo que se refiere a una infinidad de necesidades civiles. Toda la costa mediterr¨¢nea espa?ola padece de una end¨¦mica escasez de agua y que la amenaza la salud del pueblo y la de la propia existencia de la industria tur¨ªstica. En la soluci¨®n de este problema encontramos terreno para una productiva y ¨²til labor social a cargo de mete¨®rologos, in genieros hidr¨¢ulicos, programadores, constructores de instalaciones auxiliares para el aprovisionamiento, t¨¦cnicos agr¨ªcolas y de repoblaci¨®n forestal, ecologistas, ingenieros y t¨¦cnicos del Departa mento de Higiene y Sanidad y para miles de trabajadores industriales y de empresas de servicio en la construcci¨®n y mantenimiento del complejo de instalaciones necesarias para maximizar los escasos recursos de agua. Otro tanto puede decir se aproximadamente acerca del mejor aprovechamiento del suministro de agua para las tierras agr¨ªcolas del interior que tienen una pluviometr¨ªa irregular.
Espa?a produce tambi¨¦n una amplia variedad de art¨ªculos de cer¨¢mica, met¨¢licos y de cuero, pescado, vinos, nueces y c¨ªtricos. Todas estas industrias. gozan de un cartel tradicional de productos excelentes y disponen tambi¨¦n de mucho terreno para la incorporaci¨®n de mejoras t¨¦cnicas. La izquierda debe exigir la formaci¨®n de toda clase de qu¨ªmicos industriales, la inversi¨®n en favor de una mejor calidad de los productos agr¨ªcolas, met¨¢licos, madereros y de cer¨¢mica espa?oles. Ser¨ªa bien recibido la utilizaci¨®n de ordenadores para la consecuci¨®n de un mejor proyecto, para el control de calidad de los productos qu¨ªmicos, cooperando en la b¨²squeda de mejoras en la relaci¨®n coste-beneficio, proporcionando r¨¢pida informaci¨®n en lo referente a mercados, etc¨¦tera. Los ministros de Econom¨ªa del Gobierno central, de la Generalitat y del Gobierno aut¨®nomo vasco, junto con los banqueros, deber¨ªan centrar m¨¢s su atenci¨®n en la modernizaci¨®n de la infraestructura del transporte y de los medios de comunicaci¨®n en Espa?a y preocuparse menos de la atracci¨®n de algunas operaciones espectaculares con multinacionales de alta tecnolog¨ªa. A este respecto recuerdo una conversaci¨®n mantenida hace algunos a?os con un veterano americano de las Brigadas Internacionales, un hombre que sigue queriendo y visitando Espa?a y que comenzando all¨¢ por los a?os cincuenta ha conseguido una fortuna dentro de la industria internacional del transporte camionero. Tras describir sus instalaciones y medios de comunicaci¨®n en B¨¦lgica y Francia, le pregunt¨¦ por qu¨¦ no dispon¨ªa de ninguna en Espa?a. La respuesta que me dio fue que tras inspeccionar las carreteras y embarcaderos espa?oles hab¨ªa decidido, en contra de sus deseos, no operar en Espa?a, pues no le resultar¨ªa productivo.
Una tarea m¨¢s que asignar¨ªa a la izquierda, menos tangible que las tareas pol¨ªticas y econ¨®micas pero igualmente importante a la larga, es pregonar sencillamente el amor a la vida. Volviendo por un momento a la teor¨ªa de los instintos de Freud, puede afirmarse que todos nosotros estamos motivados por una compleja combinaci¨®n de los instintos de la vida y de la muerte: Eros, significando amor, consideraci¨®n para con los dem¨¢s, imaginaci¨®n y satisfacci¨®n creativa, respeto por toda la naturaleza org¨¢nica e inorg¨¢nica, es decir, la postura que el difunto doctor Albert Schweitzer calific¨® de "veneraci¨®n por la vida"; Thanatos, significando dominio, posesi¨®n, manipulaci¨®n, explotaci¨®n y destrucci¨®n. Los impulsos que mueven a explotar el poder pol¨ªtico y econ¨®mico son en un grado muy considerable el resultado de impulsos er¨®ticos frustrados o subdesarrollados. Dicho de un modo m¨¢s familiar, aquellos que son felices en su vida privada no tratan de explotar o de destruir a sus vecinos. Siempre ha sido cierto, y seguir¨¦ si¨¦ndolo, que los seres humanos est¨¢n motivados por una combinaci¨®n de potenciales creativos y destructivos. En el pasado, los Atilas y los Hitlers fueron literalmente incapaces de destruir el mundo, pero a partir de 1945 la posibilidad de una destrucci¨®n universal ha sido un constante y nuevo factor que ha pasado a formar parte del drama del ser humano. Si queremos que en el futuro florezca la civilizaci¨®n humana, tenemos que hacer todo lo posible para tratar de que Eros sea m¨¢s poderoso que Thanatos dentro de la combinaci¨®n de pasiones que motivan tanto la vida individual como la colectiva. Resumiendo brevemente lo que he tratado de establecer en este informe, dir¨¦ que la tarea m¨¢s inmediata, la de mayor emergencia para la izquierda, es la de trabajar por la consecuci¨®n del desarme biol¨®gico-qu¨ªmiconuclear. A continuaci¨®n, en condiciones espec¨ªficas, figuran los derechos humanos y el desarrollo de una diversificada econom¨ªa civil en tiempo de paz. Y siempre, como objetivo a largo plazo, insistir en la importancia de Eros frente a Thanatos como instintos que rigen la vida humana.
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