"Y establecer¨¦ alianza entre yo y mi pueblo..."
El sistema racista que impera en Sur¨¢frica no es un invento nuevo ni tiene nada que ver hist¨®ricamente, aunque s¨ª filos¨®ficamente, con el nazismo alem¨¢n. El apartheid est¨¢ clavado a golpes de Biblia en el alma afrikaner desde el establecimiento de la primera colonia holandesa en Ciudad del Cabo por Jan van Riebeeck, en 1692. Forma parte de la doctrina que los pastores de la Iglesia calvinista predicaron a los colonizadores durante tres siglos y que ni siquiera la dominaci¨®n brit¨¢nica desde 1806 fue capaz de erradicar. Se trata del pacto descrito en el Libro del G¨¦nesis entre Dios y el pueblo de Israel, y figura descrito admirablemente en el libro de James Mitchener The covenant.Generaciones y generaciones de afrikaners han vivido con los vers¨ªculos de la Biblia referidos al covenant, repetidos hasta la saciedad por los ministros de la Iglesia reformada. "Y establecer¨¦ mi alianza entre yo y mi pueblo, y te dar¨¦ a ti y a tu semilla la tierra donde eres un extranjero, toda la tierra de Canaan para una posesi¨®n eterna... Y Abraham le dijo a Isaac: Y te har¨¦ jurar por el Se?or, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomar¨¢s mujer entre las hijas de Canaan, sino que ir¨¢s a mi pueblo y tomar¨¢s mujer entre sus hijos".
Ese pacto o alianza entre Dios y su pueblo elegido -el afrikaner se consider¨® en un principio como el pueblo de Israel en ?frica- ha constituido la filosof¨ªa fundamental del sistema de apartheid, que ha proporcionado entre otras cosas a la minor¨ªa blanca una mano de obra barata y complaciente sobre cuyo trabajo est¨¢ basada su actual prosperidad.
En los lujosos suburbios blancos de Houghton, Sandton o Rosebank de Johanesburgo, o en Bishop Court y Seapoint, en la Ciudad del Cabo, la violencia racial es todav¨ªa desconocida, aunque por primera vez el jueves hizo irrupci¨®n en Kraaifontein, un barrio blanco de Ciudad del Cabo, donde un grupo de j¨®venes mestizos apedre¨® var¨ªas casas.
Por ahora, la vida sigue igual en las suntuosas mansiones blancas con jardines inmaculados, piscinas y pistas de tenis, mientras que los servidores negros obedecen las ¨®rdenes de sus baas o patronos. La televisi¨®n surafricana ofrece s¨®lo escenas seleccionadas de la violencia en los guetos negros porque en opini¨®n de sus dirigentes "no hay que airear las actividades de los terroristas". Sin embargo, esas escenas inundan los noticiarios de las cadenas de televisi¨®n norteamericanas y europeas, y constituyen un elemento fundamental en la creaci¨®n del clima de rechazo a la represi¨®n de los disturbios.
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