A quien una vez compararon con Nicholas Ray ...
Este verano ha sido pr¨®digo en muertes. De aquellas tan pr¨®ximas que casi sientes como propias, porque arrancan brutalmente de la memoria, hasta secarla, la planta del recuerdo. Una planta que ya no echar¨¢ m¨¢s hojas.Primero la de Carlos Chac¨®n y Julio Fern¨¢ndez, luego la de Manolo Sacrist¨¢n, y ahora la de Jacinto Esteva. Con Jacinto pas¨¦ muchas noches y muchos d¨ªas, m¨¢s noches que d¨ªas (pues no era hombre de despertar temprano), durante varios a?os. Juntos beb¨ªamos. Juntos hicimos una pel¨ªcula, Dante no es ¨²nicamente severo; juntos montamos aquel tinglado llamado Escuela de Barcelona (tinglado que pese a su endeblez, y por mucho que molestara y moleste, fue y sigue siendo la ¨²nica cosa sonada que Catalu?a ha hecho en cine en los ¨²ltimos 20 a?os, sin y con autonom¨ªa); juntos nos re¨ªmos de ¨¦l; juntos viajamos tras la pel¨ªcula que hab¨ªamos hecho; y juntos vimos la muerte, la del montador Joan Oliver, muerto a pie de moviola y a quien dedicamos aquella pel¨ªcula.
Luego dejamos de vernos. ?l hizo unas cuantas m¨¢s que alcanzaron poca resonancia, yo hice otras que no alcanzaron ninguna.
?l se fue a Kenya, o no s¨¦ d¨®nde. Yo a Italia. Pero siempre restaba la posibilidad de que esta mutua ausencia fuera temporal, la remediara cualquier encuentro afortunado. Ahora ya no. Y esto duele.
Cuando nos conocimos" all¨¢por el a?o 58, Jacinto me regal¨® un cuadro. Pintaba entonces de manera elegante, geom¨¦trica, en tonos austeros, muy influido probablemente por sus estudios de arquitectura.
Hace menos de un a?o expuso en una sala madrile?a. La cr¨ªtica a no le prest¨® ninguna atenci¨®n. Yo tampoco fui a ver la exposici¨®n.
Lo siento, pero ya es tarde.
Nadie habl¨® entonces de ¨¦l, pero esta tarde me han llamado de EL PAIS para que escriba estas l¨ªneas acerca de su muerte. La necrofagia da bastante asco, y ahora lo siento de m¨ª al colaborar con ella. Pero ya est¨¢ hecho. Jacinto, ?qu¨¦ bocado prefieres que elija?
Supongo que el mejor espect¨¢culo que alguien puede desear vivir es el de asistir al de su propio entierro, a las honras f¨²nebres que siguen a las deshonras en vivo. Me gusta imaginar que Jacinto llegue a conseguirlo. Y me gustar¨ªa poder oir su carcajada, una carcajada ronca y rota por el alcohol: "?Qu¨¦ dicen estos locos!".
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