Trabajar como un panadero entre el Louvre, el taller y la biblioteca [PU] Hoy se presenta en el Palacio de Vel¨¢zquez de Madrid una exposici¨®n antol¨®gica de Miquel Barcel¨®, pintor mallorqu¨ªn nacido en 1957. Se abre as¨ª la temporada art¨ªstica con la presencia de uno de los artistas j¨®venes espa?oles de m¨¢s prestigio internacional, cuyo lanzamiento se produjo en-1982, tras ser seleccionado como ¨²nico artista espa?ol para participar en la prestigiosa muestra Documenta, de Kassel, en la Rep¨²blica Federal de Alemania. En el siguiente texto, le¨ªdo en un reciente debate sobre arte joven en Santander, el pintor reflexiona sobre las motivaciones de los artistas contempor¨¢neos y sobre la situaci¨®n de la pintura en Espa?a vista desde el extranjero.
Yo nac¨ª el a?o de la muerte de Jackson Pollock y, ayudado por sustancias m¨¢s o menos psicotr¨®picas, prolongu¨¦ una prodigiosa adolescencia isle?a hasta la muerte de Franco, tan distinta de la de Pollock. En esta especie de exilio en ultramar era tal mi voracidad y tal la sequ¨ªa existente que una reproducci¨®n de tres cent¨ªmetros cuadrados en blanco y negro de Klee o de Rauschenberg con gallina consegu¨ªa mantenerme en estado hipn¨®tico durante varios d¨ªas. A veces ve¨ªamos pasar a Joan Mir¨® con un taxi por el paseo Mar¨ªtimo.Yo pertenezco a una generaci¨®n que, por el momento, ha producido poqu¨ªsimos poetas, pocos pintores, muchos guitarristas pop y, sobre todo, much¨ªsimos yonquis. Retocando un verso de Seferis se podr¨ªa decir: "Ya que tantas y tantas cosas nos metimos en el cuerpo, ?podremos morir normalmente?".
Imaginando la vida de Mallorca como un disco a excesivas revoluciones, me sent¨ª siempre sometido a dos fuerzas antag¨®nicas, la: centr¨ªfuga y la centr¨ªpeta. Es evidente que a m¨ª me afect¨® m¨¢s bien la primera. Irme de aqu¨ª para siempre, me repet¨ªa sotto voce, y me sigo repitiendo. Los mallorquines, cuando se van, suelen ir a Barcelona, pero era evidente que de la Barcelona modern¨ªsima de Quatre Gais, de Rusi?ol y Picasso, no quedaba ni rastro, sino, bien al contrario, hab¨ªa sido sustituida por un sistema jer¨¢rquico, en el que uno empieza de, botones y sube esca?os por antig¨¹edad. Y, desde luego, para m¨ª, chico pobre de provincias de finales de los setenta, con cuadros cuyo solo t¨ªtulo provocaba miradas oblicuas, fueron otros cuatro a?os de locus solus y de lecturas excesivas, en los que en un solo d¨ªa era capaz de pintarme cuatro cuadros y unas 50 acuarelas. Una pila de 3.000 dibujos, fechados d¨ªa a d¨ªa, fue para m¨ª la mecha para articular un lenguaje, que result¨® m¨¢s o menos coincidente con otras propuestas aparecidas en Nueva York, Berl¨ªn o Roma.
Alrededor de 1980 mis, cuadros adoptaron un aspecto animal¨ªstico o zoom¨®rfico, erizados, violentos, punzantes, groseros, escatol¨®gicos. Con t¨ªtulos como Mapa de carne, Algunas peleas de perros, o Los primeros bodegones con carnes mal cocidas y macarrones sobrecogidos. Todo realizado utilizando siempre en un mismo cuadro diversidad de materiales (desde Titanlux, ¨®leo, pigmento, latex, collages o m¨¢s bien potajes de todo tipo, hasta utilizar, por ejemplo, verdaderos espaguetis y el resto de las comidas, eso que dan a las gallinas) para fabricar pieles de venus gonorreicas, ofelias ahogadas en el puerto de Barcelona entre mondas de naranja. Las t¨¦cnicas utilizadas iban siempre desde el dripping al pincelito de marta, desde el tam tam al clavicordio. Hacerlo todo de todas las maneras.
En este estado de metamorfosis permanente, un poeta como Pessoa, que tambi¨¦n quer¨ªa ser varios, o un pintor como Picabia o el Art'Brut en general, resultaron esenciales, sobre todo para las entrevistas. La primera que me hicieron en mi vida, en la tele de Madrid, a prop¨®sito de la exposici¨®n Otras figuraciones, lo ¨²nico que logr¨¦ articular fue que me gustaba la pintura muy espesa, lo que, por otra parte, era evidente.
?l renegar de la tradici¨®n C¨¦zanne-Matisse, por una parte, y la posconceptual papadadalacanduchampbreton, por otra, y retomar un baile que iba para m¨ª desde Vald¨¦s Leal a los ignotos pintores de pulpos y mejillones murales en el barrio chino de Barcelona, fue casi un acuerdo t¨¢cito tomado por muchos artistas a la vez y en todas partes.
El nomadismo, la Ausencia de fijeza, la deriva, permanentemente ejercidos en mis cuadros de un cierto momento tuvieron como consecuencia una real deriva f¨ªsica, que me lleva a cambiar casi constantemente de taller, de ciudad, de pa¨ªs, y me lleva, entre otras cosas, a trabajar eficazmente contra m¨ª mismo. De alguna manera, el Barcel¨® de Barcelona es antag¨®nico al Barcel¨® de N¨¢poles, como el de Par¨ªs lo es al de Portugal.
Esta din¨¢mica me permite deslizarme eficazmente de unos temas a otros, de unas maneras a otras y, sobre todo, darme ¨²ltimamente cuenta de que, despu¨¦s de haber intentado dinamitar el estilo de mil maneras, el estilo fatalmente se ha quedado ah¨ª. Digo fatalmente por inevitable y porque pienso que con el estilo es mejor actuar como si no existiera, no mirarlo - nunca fijamente, pero sabiendo que ah¨ª est¨¢.
De alguna forma, la cuesti¨®n del estilo se ha convertido, m¨¢s o menos conscientemente, en el tema general de la pintura contempor¨¢nea. El hecho de que en un cierto momento la pintura haya sido capaz de invalidar a la cr¨ªtica y a la teor¨ªa de los setenta y haya tomado la delantera sorteando teor¨ªas zahor¨ªes y ep¨ªtetos de todo tipo, que son muchos, es lo que lleva a intentar agarrarla por lo menos cogible, lo m¨¢s invisible, que es lo de? estilo. Y eso es lo que permite que ahora mismo, sobre la pintura contempor¨¢nea, cualquiera se, atreva a largar o escribir lo que sea en cualquier momento, cosa imposible durante los a?os del conceptual o del minimalismo, en los que' los espectadores desfilaban por las exposiciones en un silencio sepulcral y en donde s¨®lo platicaba el especialista ante la desoladora mirada de un p¨²blico con el coraz¨®n encogido.
Esto me hace ser relativamente optimista con la situaci¨®n de la pintura actual. Jam¨¢s se hab¨ªan visto tales legiones de j¨®venes con manchitas multicolores en las perneras de los pantalones. Se ha sustituido la guitarra fender de los setenta por los pigmentos y el latex y se producen im¨¢genes al ritmo de una motora y, a veces, con el aspecto de una tostadora de pan anfetam¨ªnica. Como en todas las fiestas excesivamente largas, los menos convencidos se van dejando derrumbar detr¨¢s de los sof¨¢s y al final no vuelve a quedar m¨¢s que el anfitri¨®n abrazado al mayordomo hablando con una alfombra.
Amor a las im¨¢genes
?Por qu¨¦ en varios continentes a la vez tantos j¨®venes han decidido hacerse pintores al mismo tiempo? Evidentemente porque el tratamiento de los media con los pintores ha cambiado radicalmente y su status social ha pasado de poeta de bar a tenista al menos. Tambi¨¦n por la pasta, desde luego, que eso sigue fascinando, pero, sobre todo, y creo que por encima de todo, por amor a las im¨¢genes, y porque la pintura sigue siendo el sistema m¨¢s autom¨¢tico, directo y efectivo para producir im¨¢genes con m¨¢s o menos poder de seducci¨®n.
Es en este sentido en el que pienso que, en estos tiempos de individualismo feroz, la ¨²nica postura posible para un pintor joven es la m¨¢s audaz y radical, la osad¨ªa permanente y el ejercer de curioso profesional.
Es evidente que ser pintor, al menos para m¨ª, es un trabajo muy duro y, de alguna forma, uno es un exiliado siempre, incluso en su pueblo. La verdad es que la situaci¨®n de este pa¨ªs no ayuda nada, sino al contrario, y resulta casi un espejismo pensar que en un lugar en el que pr¨¢cticamente no hay coleccionistas, ni privados ni p¨²blicos, se d¨¦ una sobredosis tan brutal de cuadros.
Curiosamente, en Nueva York se ha dado una situaci¨®n algo parecida con los grafitistas que, desde el Bronx a Wall Street, han recubierto la ciudad de pintura. Esto ha servido, en todo caso, para sacar a la luz a algunos artistas muy interesantes. Para los pintores j¨®venes espa?oles, que ejercemos en el extranjero, resulta inquietante ese perpetuarse la tradici¨®n de francotiradores errantes, que parece que arrastramos como maldici¨®n secular.
He hablado tan s¨®lo de algunos de los cuadros pintados alrededor de 1979-1980, porque me parec¨ªa que explican muy bien los s¨ªntomas de una preocupaci¨®n com¨²n a muchos pintores de hoy. Tan s¨®lo cinco a?os despu¨¦s, no comparto ya nada la est¨¦tica expresionista de mis primeros cuadros. La progresiva incorporaci¨®n de perspectiva, claroscuro, me han alejado bastante tambi¨¦n de los tratamientos derivados de Action Painting. El rigor de los temas tratados: bibliotecas,. interiores de cine o de museo, me han separado bastante de toda la est¨¦tica, m¨¢s o menos, New Wave.
Como casi siempre, no s¨¦ lo que va a salir de todo eso y la ¨²nica realidad evidente para m¨ª es la de trabajar como un panadero entre el Louvre, el taller y la biblioteca.
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