A ritmo de 'jazz'
Cuentan que, durante el rodaje de Cotton Club, Coppola, consciente .de manejaba la iconograf¨ªa de dos g¨¦neros cl¨¢sicos, las del cine negro y del musical, se mostraba obsesionado por no caer en las f¨®rmulas narrativas de tales g¨¦neros, codificadas y afinadas a lo largo de centenares de filmes del pasado. Quer¨ªa hacer, con materia antigua, algo nuevo. Y lo hizo.En Cotton Club est¨¢n todas las im¨¢genes, personajes y situaciones que poblaron a esos g¨¦neros. Pero el filme no se parece a ninguno de ellos. Coppola tom¨® su variad¨ªsima imaginer¨ªa, pero la disolvi¨® en una forma in¨¦dita de ponerle en movimiento. Tal forma arranca de un ins¨®lito hallazgo: introducir en la sustancia del filme, en su ritmo interior, la propia intensidad del ritmo del jazz que envuelve la memoria del legendario club y de la ¨¦poca en que naci¨® y muri¨®.
Cotton Club
Director: Francis Ford Coppola. Gui¨®n: Coppola, William Kennedy y Mario Puzo. Fotograf¨ªa: Stephen Goldblatt. Banda musical: John Barry. Producci¨®n norteamericana de Robert Evans para Zoetrope Studios, 1984. Int¨¦rpretes: Richard Gere, Gregory Hines, Diane Lane, Lonette McKee. Estreno en Madrid: Lope de Vega, Cartago, Benlliure, J. de Austria, Infante.
De otra manera, mont¨® su Cotton Club como si compusiese con armas cinematogr¨¢ficas una aut¨¦ntica jam sesion, en un deslumbrante ejercicio de traslaci¨®n de la cadencia de los sonidos de esta m¨²sica a la cadencia de las im¨¢genes del filme. No es Cotton Club un filme sobre m¨²sica sino m¨²sica en s¨ª mismo; no es una pel¨ªcula con o sobre jazz, sino jazz. La m¨²sica no ilustra, no complementa al suceso filmado: la m¨²sica es ese suceso, la materia del filme.
De ah¨ª que Cotton Club sea un filme de montaje, un prodigioso ejercicio de dominio de las posibilidades combinatorias de la moviola, con la que Coppola juega hasta el delirio: acelera, frena, vuelve a acelerar, alcanza instantes fren¨¦ticos, tras de los que aplaca la sucesi¨®n. Y nos hace asistir a la interioridad de estos ritmos o, de otra manera, nos hace ver la m¨²sica e interpretar, a trav¨¦s de nuestra participaci¨®n en ella, una ¨¦poca de la vida en su pa¨ªs.
Cotton Club va a chocar a muchos espectadores, que buscar¨¢n en ella una cosa y encontrar¨¢n otra inesperada. En su estreno espa?ol, el filme ha sido doblado y esto es toda una fechor¨ªa, porque, en un filme-m¨²sica, el sonido de cada palabra es parte vital de la imagen. De ah¨ª que en, las pocas escenas no dobladas el poder de convicci¨®n de las im¨¢genes se multiplique. El conjunto del filme es brillante, pero abrumador. Coppola pone demasiados est¨ªmulos en cada toma y esto sobrecarga la retentiva del espectador, que se inquieta al darse cuenta de que muchas cosas se le escapan.
Si el conjunto abruma a causa de ese exceso de est¨ªmulos, hay innumerables momentos e incluso escenas enteras -reuni¨®n entre los g¨¢nsters Dutch Schultz, Madden y Lynch; muerte del primero a ritmo de claque; doble encuentro entre las dos parejas de hermanos, entre otras- que dejan boquiabierto al degustador m¨¢s exigente de inventiva cinematogr¨¢fica.
Int¨¦rpretes excelentes redondean la fuerza y originalidad de las im¨¢genes y su sucesi¨®n en forma de jazz. El p¨²blico va a acudir, pero una buena parte de ¨¦l va sentirse desorientado. Buscar¨¢ un filme de acci¨®n y trepidaci¨®n convencionales y se encontrar¨¢ una obra de gran audacia formal, sin precedentes fuera de la propia obra de Coppola, mucho m¨¢s dif¨ªcil de lo que esperaba y, sobre todo, atravesada por una acci¨®n y una trepidaci¨®n totalmente anticonvencionales. Notable y arriesgada obra de un cineasta de fuste y con aut¨¦ntico sentido del riesgo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.