Los suecos optan el domingo entre el Estado del bienestar n¨®rdico o el liberalismo puro
Los suecos acudir¨¢n el domingo a las urnas para unas elecciones parlamentarias, comunales y provinciales, de las que saldr¨¢n los gobernantes de los pr¨®ximos tres a?os. Una de las notas caracter¨ªsticas de estos comicios es la incertidumbre sobre el pronunciamiento electoral entre el Estado del bienestar n¨®rdico y el liberalismo que ofrece la oposici¨®n.
Resulta imposible tener, a dos d¨ªas de la votaci¨®n, la m¨¢s m¨ªnima certeza sobre si la socialdemocracia, dirigida por Olof Palme, seguir¨¢ conduciendo a Suecia por "el buen camino" que pregona su propaganda, o si, por el contrario, el bloque de partidos burgueses, integrado por conservadores, centristas y liberales, volver¨¢ al Gobierno como entre 1976 y 1992.Habitualmente, las elecciones en Suecia -y podr¨ªa decirse que, con peque?as diferencias de matices, en los dem¨¢s pa¨ªses n¨®rdicos- se cumplen en el marco de las m¨¢s estrictas reglas del juego democr¨¢tico, con un estilo peculiar que no es com¨²n a los dem¨¢s pa¨ªses de Europa occidental, pero tambi¨¦n con una cierta sensaci¨®n de rutina, de que poco cambiar¨¢ sustancialmente, sea el que sea el Gobierno que surja de las urnas.
Largos a?os de prosperidad econ¨®mica, cimentada en parte en factores externos, en la neutralidad que le permiti¨® capear el vendaval de la II Guerra Mundial con su aparato productivo intacto, pero principalmente en el aprovechamiento inteligente y disciplinado de los recursos naturales y humanos del pa¨ªs, permiten explicar la estabilidad pol¨ªtica, la ausencia de conflictos laborales graves y una homogeneidad social poco com¨²n.
Sea porque la prosperidad es el mejor sustento de la soluci¨®n pac¨ªfica de las contradicciones, sea por la ausencia de guerras del pa¨ªs durante 160 a?os, sea porque ya no existen zonas marginadas del entorno universal, lo cierto es que desde hace algunos a?os las grietas en la fachada del edificio de apariencia inconmovible no s¨®lo se han hecho visibles, sino que se han ahondado. Ahora hay dos concepciones bastante definidas y antag¨®nicas del rumbo que debe tomar el modelo sueco. Y eso es lo que confiere a estas elecciones una peculiar significaci¨®n.
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