Alfonso Lizarzaburu
Consultor de la Unesco, fue un impulsor de la reforma educativa de Per¨² en los setenta
Vestido con tejanos y parapetado detr¨¢s de barba y gruesas gafas, nadie pensar¨ªa que Alfonso Lizarzaburu, un peruano de 38 a?os, de ascendencia vasca, fue uno de los principales impulsores de la reforma educativa llevada a cabo en Per¨² bajo la dictadura progresista del general Velasco Alvarado a principios de los a?os setenta. En s¨®lo dos a?os y medio se consigui¨® alfabetizar a 250.000 campesinos y trabajadores pobres de Per¨². Militante cat¨®lico, profesor universitario, monitor de alfabetizaci¨®n y ahora consultor de la Unesco y medio exiliado en Par¨ªs, Lizarzaburu ha dedicado m¨¢s de 15 a?os "a estudiar y, sobre todo, a experimentar c¨®mo se puede acabar con el analfabetismo".
Formado en Lima, donde naci¨®, en un colegio de La Salle, curs¨® sociolog¨ªa en la universidad p¨²blica de San Marcos, donde ingres¨® en las Juventudes Estudiantiles Cat¨®licas (JEC). "Fue all¨ª", afirma Lizarzaburu, con un castellano suavemente afrancesado, "donde me di cuenta que, como cristiano, no pod¨ªa vivir sin asumir los problemas de mi pa¨ªs". Abandona entonces su inicial inter¨¦s por la f¨ªsica nuclear y se pone a trabajar, dentro de un programa del Consejo Mundial de las Iglesias, en los grupos de educaci¨®n de las barriadas populares de Lima.La llegada al poder, en agosto de 1968, del general Velasco Alvarado, "el hombre con m¨¢s habilidad, valor y olfato de lo popular que he conocido", dice Lizarzaburu, le hace participar en la reforma agraria, primero, y en la Comisi¨®n de Reforma de la Educaci¨®n, despu¨¦s, para dirigir en 1972 el programa de alfabetizaci¨®n denominado Alfin. En poco m¨¢s de dos a?os, y bajo su direcci¨®n, 1.500 monitores coordinados por 130 profesionales alfabetizaron a un cuarto de mill¨®n de peruanos.
Obras son amores
Lizarzaburu, que sigue declar¨¢ndose cristiano, afirma haber estado influ¨ªdo decisivamente por el te¨®logo peruano Gustavo Guti¨¦rrez, de quien fue secretario privado, justo cuando ¨¦ste preparaba sus primeros borradores de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. "Entonces entend¨ª", afirma sin titubeos Lizarzaburu, "que el Evangelio no es un dec¨¢logo de prohibiciones, sino un ideal de amor liberador de la explotaci¨®n material y espiritual que se mide por el viejo principio de obras son amores, y no buenas razones".El contragolpe del 29 de agosto de 1975, que acaba con el r¨¦gimen de Velasco Alvarado -"el intento m¨¢s importante para cambiar el Per¨² desde la independencia"-, le coge en Madrid, camino de un simposio internacional de educaci¨®n en Ir¨¢n.
Cortada la experiencia alfabetizadora y profundamente decepcionado de la situaci¨®n de su pa¨ªs, Lizarzaburu decidi¨® "dolorosamente" marchar a Par¨ªs. All¨ª, "tras dos primeros a?os vividos como un exilio", trabaja como consultor para la Unesco, instituci¨®n en la que representa tambi¨¦n al Consejo Internacional de Educaci¨®n de Adultos, una organizaci¨®n internacional no gubernamental que coordina los trabajos de 83 pa¨ªses de todo el mundo en la materia. "Me gusta definir mi trabajo", a?ade Lizarzaburu, "m¨¢s como la lucha por la alfabetizaci¨®n que simplemente la lucha contra el analfabetismo, que es algo cambiante con la evoluci¨®n de la sociedad y mucho m¨¢s complejo que el no saber leer y escribir". Su actual residencia en Par¨ªs, no le impide criticar a Sendero Luminoso, ni manifestarse esc¨¦ptico respecto el nuevo primer ministro aprista, Alan Garcia.
Lizarzaburu, casado y con dos hijos, uno en Par¨ªs y otro en Senegal de su primera mujer, ha centrado sus ¨²ltimos trabajos en Africa. Lector impenitente, tanto de Ciencias Sociales como de Teolog¨ªa o de los cl¨¢sicos de la literatura como Dostoiewski, y amante del cine noerrealista italiano, espera poder tener m¨¢s tiempo libre para comprarse un piano, instrumento que aprendi¨® a tocar en el Conservatorio de Lima.
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