Periferias
Sigue siendo un relativo misterio el porqu¨¦ de los maremotos y en cambio en alg¨²n rinc¨®n de nuestro cerebro de ex anfibios debe estar el quid de la cuesti¨®n. Cuestiones un tanto anf¨ªbicas las que se debaten en el fondo de la nueva operaci¨®n de acoso, que no de derribo, iniciada por parte de los Gobiernos auton¨®micos de Catalunya y Euskadi contra el Gobierno del Estado. De vez en cuando, tanto el PNV como Converg¨¨ncia i Uni¨® se dedican a operaciones de baldeo general de su propia conciencia hist¨®rica y sacuden el centralismo como una estera: a veces para animar la propia musculatura y otras veces, pues porque s¨ª.Pero en ocasiones el Gobierno central demuestra un prurito especial en excitar los ¨¢nimos, en tocar los congojos a las autonom¨ªas y nadie sabe si este juego del centro a la periferia es fruto simple de la insensibilidad m¨¢s o menos impune o una programada t¨¢ctica de demostrar qui¨¦n tiene la sart¨¦n por el mango. El peat¨®n de la historia, perif¨¦rico o del meollo, contempla una serie de hechos aparentemente inconexos que suelen envolver estas salvas cargadas que se cruzan de vez en cuando. ETA mata por aqu¨ª o declara por all¨¢. Arzallus se radicaliza. Retolaza impugna. Los movimientos de masas asimilables al pujolismo se excitan. Roca se excita. Terra Lliure comprende que ha llegado el momento de poner un petardo. Pujol calma los ¨¢nimos, pero deja su pica clavada en Madrid.
Estos maremotos de tan secreta l¨®gica tienen como epicentro m¨¢s o menos real alguna acci¨®n desafortunada del Gobierno, ll¨¢mese proyecto de ley sobre las fuerzas de seguridad o el recorte de los presupuestos destinados al financiamiento de las autonom¨ªas y las pol¨ªticas municipales. Preferible suponer que la aparentemente inoportuna tocata de congojos es fruto de un maquiavelismo de Estado y no sospechar que pueda ser simple improvisaci¨®n de conducta a ver qu¨¦ pasa y salga el sol por Antequera. Al fin y al cabo, la c¨®lera vasca ya es cuesti¨®n de estad¨ªsticas de disuasi¨®n mutua, y los catalanes, cuando se sienten humillados u ofendidos, se van ante el muro de las lamentaciones y se lo pasan en grande. Visto desde Madrid: pelillos a la mar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.