El relevo en el Insalud
LA DIMISI?N de Francesc Ravent¨®s al frente de la direcci¨®n general del Instituto Nacional de la Salud (Insalud) ha abierto una nueva fisura en la ya cuarteada imagen del Ministerio de Sanidad y Consumo, donde los ceses y dimisiones han menudeado a lo largo de casi tres a?os. Un subsecretario, dos directores generales y dos subdirectores generales han precedido a Ravent¨®s, y en ning¨²n caso estos abandonos se han podido presentar bajo la piadosa luz de la tarea cumplida.La dimisi¨®n de Ravent¨®s se ha producido cuando la ley de Sanidad se encuentra pendiente de aprobaci¨®n por las Cortes Generales, ya en la recta final de la primera legislatura socialista, y cuando crece la confusi¨®n ante una pol¨ªtica sanitaria en la que no faltan los roces con otros ministerios, como el de Trabajo y Seguridad Social, organismo este ¨²ltimo que administra los fondos del Insalud. Por a?adidura, si a las diferencias pol¨ªticas en el seno del equipo dirigente del ministerio se a?aden las tensas relaciones con los sindicatos y con la profesi¨®n m¨¦dica, el cuadro no puede resultar m¨¢s desolador. Sobre todo si, como es el caso, tiende a paralizar una de las reformas b¨¢sicas que m¨¢s afectan a la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles.
La dimisi¨®n de Francesc Ravent¨®s se rumore¨® hace unos meses a prop¨®sito del rechazo que por parte de los altos responsables del Ministerio de Sanidad se hizo a un proyecto suyo en el que propon¨ªa una mayor autonom¨ªa para el Insalud. Este proyecto consist¨ªa b¨¢sicamente en convertir el actual instituto en una secretar¨ªa de Estado dependiente del Ministerio de Sanidad, pero cuyas dotaciones provinieran directamente de los Presupuestos Generales del Estado, y no a trav¨¦s del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, como sucede actualmente. Que Ravent¨®s haya tomado la decisi¨®n de dimitir en estos d¨ªas parece relacionada con ese rechazo y su definitiva materializaci¨®n en los nuevos Presupuestos del Estado. En ellos no se contemplan las partidas necesarias para hacer frente a una potenciaci¨®n del instituto, y, en consecuencia, el Insalud quedar¨ªa privado de la capacidad de autonom¨ªa y acci¨®n que recababa su director. En los ¨²ltimos meses de su gesti¨®n, Ravent¨®s hab¨ªa tenido enfrentamientos, con las altas esferas del departamento a causa de su excesiva independencia en la toma de decisiones y de la acentuada orientaci¨®n economicista de su gesti¨®n. Tanto en opini¨®n de algunos de sus propios directores provinciales y de sus superiores, as¨ª como de sectores pol¨ªticos de izquierdas y de derechas, Ravent¨®s, con su vocaci¨®n empresarial, prestaba m¨¢s atenci¨®n a los criterios econ¨®micos que a los aspectos sociales inherentes a la sanidad.
Al margen de esto, la reforma hospitalaria queda a su vez comprometida con los nuevos recortes presupuestarios. Recortes en el sentido de que, mientras la poblaci¨®n asistida ha aumentado y continuar¨¢ creciendo con la reforma sanitaria, las previsiones de financiaci¨®n para 1986 apenas se incrementan en un 10%, frente a un m¨ªnimo del 15% que solicitaba el austero Ravent¨®s. La reforma hospitalaria es, no debe olvidarse, uno de los ejes principales sobre los que girar¨¢ la futura ley de Sanidad, y el Insalud es quien debe llevarla a cabo en tanto no se hagan las transferencias a todas las comunidades aut¨®nomas.
Sin duda que la etapa que con esta dimisi¨®n se cierra ahora en el Instituto Nacional de la Salud no puede considerarse ejemplar. Sin embargo, la expectativa de un cambio no parece tampoco garantizada: el propio ministro de Sanidad ya ha descartado de antemano cualquier tipo de reestructuraci¨®n en el departamento y, por tanto, nada permite suponer que el nuevo per¨ªodo abierto con este nuevo incidente vaya a significar el principio de una pol¨ªtica m¨¢s coherente con el desarrollo de la sanidad p¨²blica.
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