La lucidez de un hombre tosco
Sus rasgos f¨ªsicos r¨²sticos, combinados con una sonrisa amplia y algo ingenua, suscitaron entre los egipcios una inevitable comparaci¨®n con la vaca que r¨ªe, el animal representado en las cajas de la c¨¦lebre marca de queso franc¨¦s en porciones, muy vendida en Egipto. Pero tras un f¨ªsico corpulento y algo tosco, el tercer presidente de la Rep¨²blica Arabe de Egipto, Hosni Mubarak, disimula una mente l¨²cida, que en sus casi cuatro a?os de ejercicio del poder ha conseguido reintegrar parcialmente a su pa¨ªs en el mundo ¨¢rabe, aun conservando la paz concluida con Israel por su predecesor Anuar el Sadat, al tiempo que apaciguaba m¨ªnimamente las tensiones confesionales e introduc¨ªa cierta dosis de democracia en la vida pol¨ªtica.
Nacido hace 57 a?os en la provincia de Minuffaya, en el delta del r¨ªo Nilo, Mubarak no persigue las quimeras pan¨¢rabes de Gamal Abdel Nasser ni provoca a sus hermanos de la Liga ?rabe como el asesinado presidente Sadat, aunque, como ellos, es de extracci¨®n castrense y estuvo con el primero asociado al poder como jefe del Estado Mayor del Aire hasta que el segundo le nombr¨® vicepresidente, hace ahora 10 a?os.
Su trayectoria explica que cuando lleg¨® a la vicepresidencia el general de aviaci¨®n era casi un desconocido para los diplom¨¢ticos acreditados en El Cairo, y cuando el asesinato del turbulento Sadat le catapult¨® en octubre de 1981 al frente del Estado, el nuevo rais no se encontraba a¨²n excesivamente a gusto en medio de un protocolo tan ceremonioso. Descrito por un embajador como un estadista "extremadamente cauto, muy trabajador y no excesivamente culto, pero dispuesto a aprender", el rais ha logrado dar a su opini¨®n p¨²blica una imagen de hombre incorrupto y honesto.
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