"La fuerza de un poder infernal"
El reloj marcaba las 7.18 cuando Lourdes Guerrero, la presentadora de Hoy mismo, programa matinal de la cadena de televisi¨®n Televisa, con una sonrisa y una voz que aparentaba tranquilidad, dijo a los espectadores: "Est¨¢ comenzando a temblar, pero no se preocupen, porque ya se calma". Termin¨® la frase y desapareci¨® la imagen. La antena de Televisa -50 metros y 10 toneladas- se acababa de desplomar sobre los estudios, hiriendo a varios trabajadores del consorcio. A unos pocos metros, en una emisora de la misma empresa, el conocido comentarista deportivo Gustavo Calder¨®n, El Conde, anunciaba a sus oyentes la misma noticia que su colega Guerrero. Pero esta vez fue todo el edificio el que se vino abajo. Murieron Calder¨®n y otros dos periodistas que le acompa?aban, adem¨¢s de tres t¨¦cnicos. M¨¦xico era golpeado en ese instante "con la fuerza de un poder infernal", como dijo un superviviente.
Los dos o tres minutos que dur¨® el temblor se hicieron interminables. Los habitantes de algunas zonas de la capital se estaban levantando y se dispon¨ªan a desayunar para ir al trabajo, y no tuvieron conciencia de la tragedia hasta que se reanudaron las transmisiones de televisi¨®n (en principio, s¨®lo el canal estatal) y cuando salieron a la calle y comenzaron a recorrer la ciudad.
El corte de energ¨ªa el¨¦ctrica provoc¨® un caos en la circulaci¨®n de la capital. La zona c¨¦ntrica, la m¨¢s afectada, estaba intransitable por la cantidad de bloques de cemento y de mamposter¨ªa que cayeron sobre el pavimento. Los coches quedaron abandonados y largas colas de oficinistas, trabajadores y estudiantes que se dirig¨ªan a sus centros de trabajo o estudio inundaron las avenidas.
Las primeras im¨¢genes mostradas por la televisi¨®n dieron la dimensi¨®n de la tragedia. Edificios completos destruidos, coches aplastados por bloques de cemento, calles alfombradas de cristales y las primeras noticias sobre cientos de personas atrapadas entre toneladas de cemento y hierro.
El s¨ªmbolo del desastre
Tlatelolco aparec¨ªa como el s¨ªmbolo del desastre. El edificio Nuevo Le¨®n, de 13 plantas y cientos de viviendas, se "desmoron¨® como un helado", en expresi¨®n de uno de sus habitantes que lo hab¨ªa abandonado apenas cinco minutos antes de producirse la cat¨¢strofe. El diario Excelsior estima que un millar de personas qued¨® atrapado dentro de ese inmueble.
Adem¨¢s del edificio Nuevo Le¨®n, totalmente destruido, otros dos multifamiliares, el Chiuahua, desde donde el Ej¨¦rcito dispar¨® en octubre de 1968 en la tristemente famosa matanza de Tlatelolco, y el Veracruz, mostraban tambi¨¦n da?os y parec¨ªan anoche a punto de derrumbarse. Las escenas a¨¦reas mostradas por la ma?ana por la televisi¨®n daban la impresi¨®n de una ciudad bombardeada, con edificios destruidos en cada manzana, humaredas y escombros.
La ciudad vivi¨® anoche la mayor tragedia de su historia en la penumbra y en medio de una atm¨®sfera saturada por el ulular de las sirenas de ambulancias y bomberos; miles de civiles trabajaron durante toda la noche en la remoci¨®n de escombros, mientras regimientos del Ej¨¦rcito patrullaban la ciudad armados de fusiles M-1 para evitar actos de pillaje. El centro de la capital, en un ¨¢rea de unos 35 a 40 kil¨®metros cuadrados, entre el Viaducto y Tlatelolco, entre la Zona Rosa y la Merced, qued¨® bajo virtual estado de sitio.
El presidente Miguel de la Madrid recorri¨® en tres ocasiones la zona cr¨ªtica, la ¨²ltima vez a medianoche. "Antes que nada", dijo en breve declaraci¨®n, "hay que salvar todas las vidas posibles". Se estima que 50.000 personas, en su mayor¨ªa civiles, trabajaron de sol a sol en el rescate.
Heroicos voluntarios
Los voluntarios, que cumplieron una jornada heroica con picos y palas, muchos s¨®lo con los brazos, trataron de remover grandes bloques de cemento. El trabajo resultaba muchas veces infructuoso por la falta de equipos y maquinaria adecuados, que fueron solicitados a las empresas constructoras. Muchos de los trabajadores y estudiantes que salieron ayer por la ma?ana a sus centros de trabajo y escuelas se fueron quedando en cada uno de los derrumbes, donde se solicitaba su presencia para rescatar v¨ªctimas, trasladarlas a los hospitales o dirigir el tr¨¢fico.
"O¨ªmos un tremendo ruido", dijo uno de los supervivientes que se encontraba junto a un edificio derruido. "Cog¨ª a mi hija y salt¨¦ por la ventana. No pude ayudar a mi mujer, que muri¨® aplastada por los escombros".
Cientos de estos voluntarios, ba?ados en polvo y sudor, regresaban de madrugada a sus hogares despu¨¦s de 24 horas de trabajo, pero inmediatamente eran reemplazados por otros cientos de voluntarios que se hab¨ªan contagiado de la ola de solidaridad que une a los mexicanos. La poblaci¨®n no s¨®lo colabor¨® directamente en el rescate o asistiendo con alimentos y refrescos a los voluntarios, sino que, sin llamamientos previos, acudi¨® a los centros de salud para donar sangre. Fue tal la concurrencia de donantes que el Ministerio de Salud pidi¨® que se suspendieran las donaciones por carecer de capacidad de almacenaje.
Adem¨¢s de Tlatelolco, las zonas m¨¢s afectadas fueron el primer cuadro, la Colonia Roma, Condesa, Narvartely y la Colonia Doctores. El Centro M¨¦dico -el mayor hospital de la capital- sufri¨® tambi¨¦n graves da?os al desplomarse el edificio de los'm¨¦dicos residentes y el de ginecolog¨ªa. Un portavoz, del hospital dijo que entre 250 y 300 personas -entre m¨¦dicos, enfermeras y pacientes- quedaron atrapadas. "Todav¨ªa tengo 60 m¨¦dicos desaparecidos", dijo el director del hospital.
Un empleado de la Torre Latinoamericana, que se encontraba en el piso 18, dijo que pens¨® que la ciudad entera se ven¨ªa abajo. "La ciudad echaba polvo... Yo pens¨¦ que todo se ven¨ªa abajo, que la tierra se estaba abriendo y que se estaba tragando a los edificios".
Un frutero de La Merced, el mercado de abastos m¨¢s grande de la ciudad, que tambi¨¦n sufri¨® graves da?os, dijo que en esa zona de la ciudad "el pavimento hac¨ªa olas". Las grietas formaron en algunos lugares verdaderas zanjas semejantes a barricadas.
La zona cr¨ªtica estaba sin energ¨ªa el¨¦ctrica, apenas iluminada por los faros de las patrullas militares o, como en el caso de la avenida Ju¨¢rez, por las gigantescas llamaradas del incendio que consumi¨® hasta la madrugada los escombros del hotel Regis.
La poblaci¨®n pas¨® la noche en vela, alerta, por temor a nuevos temblores. Las autoridades se mostraron prudentes a la hora de los pron¨®sticos. El alcalde, Ram¨®n Aguirre, calific¨® la situaci¨®n de "muy grave", pero no proporcion¨® cifras. El secretario de Defensa, general Juan Ar¨¦valo Gardoqui, dio una sola cifra: 5.000 heridos, pero no habl¨® de muertos. Excelsior estim¨® en 3.000, y Unomasuno inform¨® hoy sobre 1.000 v¨ªctimas fatales. Hasta anoche se calculaba un total de 10.000 damnificados, que pasaron la noche en campamentos precarios, donde recibieron atenci¨®n de la Cruz Roja.
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