El viejo Kurosawa ofrece en 'Ran' una genial lecci¨®n de cine
ENVIADO ESPECIALDos pel¨ªculas de la secci¨®n oficial, Buscando desesperadamente a Susan y Ran, y una de la llamada Zona Abierta, La rosa p¨²rpura de El Cairo, han puesto ayer al festival de San Sebasti¨¢n en la cumbre. La primera y ¨²ltima, cuyos autores son los norteamericanos Susan Seideman y Woody Allen, son dos obras si se quiere menores, pero deliciosas. La de en medio, una producci¨®n franco-japonesa de Akira Kurosawa, es una pel¨ªcula de estremecedora belleza que hay que situar, para orientarnos sobre su altura y su vigor, en el mism¨ªsimo Himalaya del cine.
Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones: estas tres pel¨ªculas van fuera de concurso. El concurso ha de conformarse por ahora con otra median¨ªa m¨¢s, la espa?ola Golfo de Vizcaya, de Javier Rebollo.Tal como est¨¢n las cosas en el cine de hoy -y esto no es de ayer, a no ser que por ayer entendamos varios lustros-, lo mejor que puede decirse de una pel¨ªcula es que se parece a las de antes, si, a su vez, entendemos por antes los ya un poco remotos tiempos de Ford, Hitchcock, Ray, Mizoguchi, Lubitsch, Welles, Lang o Renoir, por citar s¨®lo unos cuantos s¨®lidos robles de aquel bosque ya talado.
Pues bien, los tres filmes citados, cada uno a su manera, parecen haber brotado de las ra¨ªces de aquella maravilla hoy desertizada.
Las pel¨ªculas de Woody Allen y Susan Seideman son dos deliciosas comedias, en s¨ª mismas de poca ambici¨®n aparente, pero que llevan dentro el endiablado ingenio, la terca ingenuidad y aquella f¨¦rtil inocencia creadora con que se armaron los pioneros y constructores de este arte, para convertirle en cobijo de la identidad de este siglo.
Ambas pel¨ªculas se ver¨¢n pronto en las pantallas comerciales y habr¨¢ ocasi¨®n de volver a ellas.
Cine de alta pureza
En cuanto a la tercera, Ran, de Kurosawa, cuyo estreno mundial en Par¨ªs acaba de celebrarse, hay que aumentar mucho el voltaje de las palabras si queremos acercarnos a ella. El estreno mundial se produjo el pasado viernes en Par¨ªs, ante m¨¢s de 4.000 espectadores instalados al aire libre en la plaza del Centro Georges Pompidou.Se trata de la materializaci¨®n de un sue?o que desde hace mucho tiempo guardaba entre algodones el maestro japon¨¦s: la traslaci¨®n cinematogr¨¢fica al universo b¨¢rbaro del Jap¨®n feudal de ese otro universo que es El rey Lear de Shakespeare.
Las buenas teatralizaciones de obras shakespearianas filmadas en el Reino Unido poco tienen que ver con esta traducci¨®n de Lear a un cine de alt¨ªsima pureza.
Para encontrar algo con que equilibrar la balanza de lo hecho por Kurosawa habr¨ªa que rebuscar en algunas de las m¨¢s fastuosas secuencias de Otelo y Campanadas a medianoche, de Orson Welles, y aun as¨ª habr¨ªa que afinar mucho para poder decir qui¨¦n puede mirar a qui¨¦n por encima del hombro.
Ran es un filme que devuelve el optimismo, porque pone de manifiesto que, cuando todo ya est¨¢ dicho, hay tipos a los que a¨²n les queda algo por decir.
Es el filme de un anciano, de un verdadero anciano que ha cribado su cerebro de gangas y lo ha dejado tan limpio como el de un ni?o perplejo, un anciano que es capaz de mirar horizontalmente a los ojos de las desdichas humanas, encaramado en alturas de talento, serenidad y solidaridad majestuosas.
Pasa con Ran como con algunas pel¨ªculas de Coppola y pocos m¨¢s del cine de hoy: que no parece obra de este pobre tiempo, en el que la norma es que el cine se pierda en caminos que no conducen a ninguna parte o que, a falta incluso de ¨¦stos, mire hacia atr¨¢s, no para hacer nuevas pel¨ªculas dignas de antiguas edades doradas, sino para imitarlas en un ejercicio humillante de impotencia de lujo.
Aldeanismo
Por supuesto, esta maravilla, como las dos peque?as delicias anteriores, no concursan en San Sebasti¨¢n. Vienen de adorno y, aunque as¨ª sea, bienvenidas sean.En cambio, la pel¨ªcula espa?ola Golfo de Vizcaya, de Jaime Rebollo, s¨ª viene a participar en la gresca final de los premios.
Pero no es un festival que, ante todo, busca una proyecci¨®n internacional -y buena prueba de ello son los denodados esfuerzos realizados para que se le devuelva la categor¨ªa A, el lugar m¨¢s adecuado para presentar una pel¨ªcula tan de cocina pol¨ªtica casera como ¨¦sta, que roza, con perd¨®n, el aldeanismo.
Realizada con correcci¨®n y conocimiento del paisaje, quiere descubrir lo que ocurre ahora en el Pa¨ªs Vasco, pero no supera el cerco de la complicidad y sobra decir que al cine, si es tal, le concierne lo que le ocurre a los hombres, no por ser de aqu¨ª, de Murcia o de Nairobi, sino por ser hombres.
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