La cola de Babel
El ciudadano viene caminando por la calle de Los Madrazo, paralela a la de Alcal¨¢, se detiene, se frota los ojos y suelta una exclamaci¨®n. Ante ¨¦l est¨¢ la Asamblea General de la ONU en forma de espesa columna de m¨¢s de 1.000 seres de todas las razas y lenguas. Una cola de Babel que arranca de una puerta custodiada por polic¨ªas nacionales, se estira por la acera, tuerce por la calle del Marqu¨¦s de Casa Riera y culmina ante un teatro donde representan Bajarse al moro.
Unas preguntas y la situaci¨®n se aclara. No es una reuni¨®n de la sociedad pol¨ªtica mundial en Nueva York, sino m¨¢s bien una escena de documental de guerra, con cientos de refugiados que se afanan por conseguir documentaci¨®n y asilo. Iran¨ªes, norteafricanos, chinos, filipinos, negros y hasta gente rubia y de ojos celestes llevan horas y horas esperando que la sede de la Brigada Regional de Extranjer¨ªa de Madrid abra su puerta.Una de las primeras de la fila es portuguesa y oscura como una noche en un bosque. Se llama Dominga y ejerce en Espa?a como chica de servicio en casa bien. Lleva bajo el brazo una carpetita con estampa de Michael Jackson, y dentro de ella, la decena de documentos que le exigen para regularizar su situaci¨®n en este pa¨ªs.
Dominga fue muy madrugadora. A las diez de la noche del domingo estaba ya ante la puerta de la sede policial, bien provista de bocadillos. Era la tercera vez en las ¨²ltimas semanas que se apostaba all¨ª, y estaba convencida de que ¨¦sta era la definitiva. Hasta que a las 8.30 del lunes comenz¨® el reparto de n¨²meros, guard¨® su puesto como una loba el escondite de sus cachorros.
Tras la portuguesa hay un mont¨®n de chinos de mirada huidiza, que afirman no saber castellano, ni ingl¨¦s, ni franc¨¦s. Una chica filipina situada a sus espaldas se queja ante un guardia: "Cuando vine anoche hab¨ªa s¨®lo dos, pero se han multiplicado. Y como son todos iguales..." El guardia pone los brazos en jarras y grita: "?Qui¨¦n se ha colado? ?Qui¨¦n?". Los ojos de los chinos se convierten en ranuras en las que brilla el n¨²edo, y el polic¨ªa aparta a varios y les remite al final con un "no se¨¢is caraduras".
Todos los extranjeros de la cola de Babel saben que cada lunes s¨®lo se reparten 500 n¨²meros para toda la semana, 500 posibilidades de regularizar la situaci¨®n en Espa?a. Y el tiempo corre. La fecha l¨ªmite marcada por la reciente ley de Extranjer¨ªa es el 24 de octubre.
Chung lleg¨® a las cuatro de la madrugada. Es un atildado formosiano que parece tener pinzas en las sienes que le estiran ojos y boca en una permanente sonrisa. Chung lleva siete a?os en Madrid, estudia BUP, tiene su permiso en orden y s¨®lo pretende renovarlo. Pero es que esta cola de los lunes vale tanto para los que ya est¨¢n en regla, como para los de extrangis, y no hay otro lugar en Madrid donde pueda hacerse este papeleo.
El formosiano quiere ser comerciante y vivir siempre en Espa?a, "porque la gente es amable y abierta".
-Pero habr¨¢ algo que no le guste del pa¨ªs.
-S¨ª, el vuelva usted ma?ana.
A mitad de la fila hay un sujeto alto del color del tabaco oscuro. Un barrendero mete un escob¨®n bajo sus pies en busca de papeles. El sujeto hace un gesto como de protesta, y el barrendero dice: "Eso, encima cachondeo".
-Y usted, ?qu¨¦ hace aqu¨ª?
-Pues ya lo ve, el indio. Es Crist¨®bal y tiene un agudo sentido del humor, porque ¨¦l es indio de nacimiento. Trabaja como profesor de ingl¨¦s. Hoy est¨¢ en vena y dispara: "Como creo en la reencarnaci¨®n, aspiro a nacer la pr¨®xima vez en Espa?a, y no pasar estos aprietos".
Crist¨®bal lleg¨® a la cola a las siete de la ma?ana y sus temores de que no va a conseguir n¨²mero, de que tendr¨¢ que regresar el pr¨®ximo lunes, se confirman hacia las 10.15, cuando circula la noticia de que se ha acabado el cupo de 500. Sobre la entrada de la comisar¨ªa cae el primer aguacero de maldiciones del oto?o.
Un agente pierde los nervios y le dice al cabo que no aguanta m¨¢s, que se va. Otro le chilla a un iran¨ª que ha mencionado la palabra fascismo: "En brazos no le va a llevar nadie en esta vida. No complique. O cumple o se va".
En la cola de Babel se ven todos los gestos de la desesperaci¨®n humana. Dominga, la portuguesa, hab¨ªa conseguido n¨²mero para esta semana, para ayer mismo. Pero pronto sale de comisar¨ªa con l¨¢grimas en los ojos. Ha olvidado las fotos y las p¨®lizas.
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