Las pel¨ªculas de resonancia presentadas al certamen donostiarra abren la temporada en las pantallas espa?olas
El festival de San Sebasti¨¢n acaba de pasar su ecuador y es el momento de echar una primera mirada hacia atr¨¢s, por supuesto sin ira, con toda la manga ancha que necesita una plataforma de cine que en esta edici¨®n se encuentra todav¨ªa edific¨¢ndose a s¨ª misma, ya que no ha tenido tiempo m¨¢s que para hilvanarse sobre la marcha e intentar salir de un dif¨ªcil paso. El ecuador del certamen coincide, por otra parte, con el inicio real de la temporada cinematogr¨¢fica en Espa?a.
Podemos adelantar, en este medio balance, que de ese dif¨ªcil paso ya se ha salido y con la cabeza bastante m¨¢s alta de lo que cab¨ªa imaginar, a tenor de los antecedentes del tinglado de urgencia montado aqu¨ª este a?o.
El verdadero reto del certamen de este a?o, una vez superado el test de dignidad imprescindible de la media de las pel¨ªculas seleccionadas, se presenta a un a?o vista. Pero este es un asunto sobre el que habr¨¢ que volver, y a fondo, en el resultado definitivo dentro de unos pocos d¨ªas.
Mientras tanto, hagamos la cuenta de la vieja. En San Sebasti¨¢n se han proyectado hasta ahora un par de filmes muy brillantes, de alcance internacional y que pueden dar a sus due?os mucho dinero: El honor de los Prizzi y Cocoon. Se han exhibido tambi¨¦n dos deliciosas comedias de estilo imperecedero: Buscando desesperadamente a Susan y La rosa p¨²rpura de El Cairo. Y, finalmente, una pel¨ªcula formidable, bell¨ªsima, incatalogable: Ran, de Akira Kurosawa.
Edici¨®n 'test'
M¨¢s cuentas de la vieja. Se trata de cuatro filmes norteamericanos, uno japon¨¦s y los cinco fuera de concurso. Se dir¨ªa que ante esta edici¨®n-test, el cine de las multinacionales y el de alcance autom¨¢tico a los mercados mundiales ha querido estar presente, pero con un pie dentro y otro fuera. T¨®mese esto como s¨ªntoma de una peligrosa ambig¨¹edad, contra la que habr¨¢ que luchar desde dentro de la organizaci¨®n del festival a brazo partido. En la edici¨®n de 1986, que es la que importa, filmes de este tipo deben estar aqu¨ª, pero con los pies dentro.
Me atrevo a adelantar que, con una adecuada multiplicaci¨®n del presupuesto, con sentido de la racionalizaci¨®n del esfuerzo convocador y con la demolici¨®n de la parte paleol¨ªtica de la organizaci¨®n del festival, ese ambicioso objetivo es perfectamente posible e incluso no dif¨ªcil de alcanzar. En las manos de los responsables pol¨ªticos, municipales y estatales, del certamen donostiarra est¨¢ poner lo que hay que poner y quitar lo que hay que quitar en la muy deficiente organizaci¨®n actual, para que as¨ª ocurra. De lo contrario, que ellos apaguen la vela y nosotros nos vayamos con el l¨¢piz a otra parte.
Junto a estos filmes fuera de concurso se ha proyectado otro pu?ado de pel¨ªculas sin suficiente peso espec¨ªfico ni publicitario para que puedan penetrar por s¨ª solas en los mercados europeos y norteamericanos, pero s¨ª capacitadas potencialmente para introducirse en alguno de ellos con la ayuda de plataformas de lanzamiento eficaces. Hasta el momento son ¨¦stos: un sencillo filme polaco de poderoso lirismo Yesterday; el franc¨¦s La vida de familia, que arranca magistralmente y se diluye despu¨¦s en un intelectualismo de parvulario; los espa?oles La corte de fara¨®n -que, pese a su desali?o formal, tiene una poderosa distinci¨®n estil¨ªstica, una personalidad arrolladora y un humor torrencial- y, m¨¢s limitadamente, La vieja m¨²sica, que es un filme bastante desequilibrado e incluso endeble, pero resuelto con muy buen oficio y un juego de interpretaciones secundarias excelente; y el argentino Los d¨ªas de junio, filme psicodram¨¢tico del despertar de un pueblo sojuzgado, que tiene destellos de intenso talento, pero que est¨¢n en gran parte neutralizados por un querer decir m¨¢s de lo que dice, o sea por ese exceso de pretensiones que llamamos pretenciosidad.
En total, cinco filmes mayores o menores, mejores o peores, pero aut¨¦nticos filmes, lo que no es poco en el pajar de la cinematograf¨ªa mundial de hoy, donde es m¨¢s dif¨ªcil encontrar a una verdadera pel¨ªcula que a la proverbial aguja.
Superar el reto de esta edici¨®n del festival de San Sebasti¨¢n se cifraba en que los filmes llamados a concursar -aceptando de antemano que iban a tener menos altura profesional y gancho comercial que los de fuera de competici¨®n- no hicieran el rid¨ªculo ante las pel¨ªculas invitadas, consideradas ¨¦stas como referencia de la altura actual del list¨®n de la industria. Las cinco pel¨ªculas citadas no s¨®lo no han hecho el rid¨ªculo, sino que dan la talla para saltar ese list¨®n.
Exhibici¨®n
Lo visto hasta ahora ha obtenido un r¨¢pido eco en los mecanismos de bote pronto de la exhibici¨®n en el mercado espa?ol. En lo que queda por ver es posible que salten algunos otros filmes dignos de engrosar el paquete de las pel¨ªculas citadas. Todo ello indica que San Sebasti¨¢n tiene ganado de antemano al mercado espa?ol y, posiblemente, algunos rincones, no totalmente colonizados por EE UU, del mercado latinoamericano.
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