A favor y en contra
Tras los argumentos anteriores subyacen unas posiciones de base confirmadas en sucesivas entrevistas con otros responsables de la Administraci¨®n, como el secretario de Defensa, Caspar Weinberger; el director de la Oficina para el Control de Armamentos, Kenneth Adelman; el director de la Oficina de la SDI, general James Abrahanison, y otros altos funcionarios de Washington. Por lo que se refiere al Gobierno, en el campo de los cr¨ªticos fue consultado tambi¨¦n el doctor John Steinbraner, director de Asuntos Pol¨ªticos en la Brookings Institution, y el informe titulado La falacia de la guerra de las galaxias, publicado en 1983 por la Union of Concern Scientists, en la que, junto a Garwin, militan otros cient¨ªficos como el premio Nobel de F¨ªsica Hans Bethe.
La Administraci¨®n norteamericana justifica hoy la SDI con los siguientes argumentos:1. La evoluci¨®n tecnol¨®gica permite el desarrollo actual de armas de primer ataque y de defensas antimisiles mucho m¨¢s eficaces que las que se pod¨ªan considerar en 1972, cuando se firmaron los primeros acuerdos SALT y el Tratado sobre Limitaci¨®n de Defensas Antimisiles (ABM).
2. La URSS ha violado tanto los acuerdos SALT (al desarrollar un segundo misil estrat¨¦gico dotado de cabezas m¨²ltiples, el SS-24) como el Tratado ABM (al instalar el radar de Krasnoyarsk, en Siberia). Estos hechos, unidos a las dificultades de verificaci¨®n que presentan los nuevos misiles m¨®viles, no permiten pensar que sea posible, desacelerar la carrera de armamentos en base a la relaci¨®n entre ataque y defensa que establecen los acuerdos actuales.
3. La investigaci¨®n debe orientarse hacia el desarrollo de nuevas armas defensivas que resulten m¨¢s invulnerables y baratas que las ofensivas, de manera que la acumulaci¨®n de estas ¨²ltimas llegue a resultar in¨²til. Llegados a ese punto, y en funci¨®n de la eficacia de los sistemas defensivos desarrollados, las dos potencias tendr¨ªan que acordar el desmantelamiento o al menos la limitaci¨®n, de acuerdo con la nueva relaci¨®n entre ofensa y defensa, de sus arsenales.
4. Este proyecto de investigaci¨®n (el SDI) puede ser completado hasta llegar al momento mismo de la decisi¨®n de desplegar el sistema sin violar los acuerdos vigentes, y en concreto, el de limitaci¨®n de defensas antimisiles (Tratado ABM), que proh¨ªbe el desarrollo y prueba de todas las armas no basadas en tierra y destinadas a ser utilizadas con ese objeto.
5. Mientras el proceso avanza es posible seguir negociando reducciones de armamento con la URSS sobre la base de la Destrucci¨®n Mutua Asegurada como doctrina estrat¨¦gica vigente y sin renunciar al esfuerzo de rearme que la Administraci¨®n Reagan considera necesario para restablecer el equilibrio entre los bloques.
Las respuestas de los cr¨ªticos a estos argumentos son las siguientes:
1. El desarrollo tecnol¨®gico actual no permite concebir sistemas de defensa antimisiles fundamentalmente m¨¢s eficaces que los que fueron desechados en los a?os setenta como inoperantes, aunque s¨ª exige que se refuerce el Tratado ABM vigente para evitar una aceleraci¨®n de la carrera de armas espaciales.
2. Los Tratados SALT y ABM vigentes han tenido un resultado positivo en la medida en que la acumulaci¨®n de armamentos conseguida por la URSS hubiera sido mucho mayor si dichos acuerdos no se hubieran firmado. Por otra parte, no es coherente hablar de problemas de verificaci¨®n cuando se pretende poder tener la capacidad de detecci¨®n y seguimiento necesaria para poner en pr¨¢ctica una defensa en el espacio.
3. La investigaci¨®n es leg¨ªtima mientras sea simplemente tal, y a condici¨®n de que no se desv¨ªen caprichosamente recursos de otros programas, por ejemplo los de mejora de fuerzas convencionales, que est¨¢n lejos de funcionar satisfactoriamente.
4. Tal y como ha sido concebido, el proyecto SDI har¨¢ que EE UU viole y se desligue del Tratado ABM en cuanto se pase de la investigaci¨®n pura a las fases de desarrollo y prueba, previas al despliegue.
5. Roto el marco de los acuerdos vigentes, la URSS no tendr¨¢ freno para desarrollar cuantas armas ofensivas precise con objeto de impedir que EE UU alcance su objetivo defensivo. El mundo vivir¨¢, en consecuencia, situaciones de tensi¨®n entre los bloques sin precedentes desde el advenimiento de la era nuclear. Por todo ello, EE UU debe aceptar la oferta sovi¨¦tica de limitar la SDI a la pura investigaci¨®n, a cambio de reducciones significativas de los arsenales. Los cr¨ªticos se?alan, por otra parte, que esa reducci¨®n de arsenales es condici¨®n previa para el desarrollo de un sistema defensivo que nunca ser¨¢ 100% eficaz frente a un ataque masivo.
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