SDI: dos caras de una utop¨ªa
"Supongamos que tenemos dos personas, dos l¨ªderes, en una habitaci¨®n llena de gasolina. Cualquiera de ellos puede encender una cerilla y destruir al otro. Uno de los l¨ªderes frota su cerilla contra la lija. Empieza a encenderla. El otro se enfada. Nuestra seguridad se basa en el respeto mutuo de las armas nucleares, en la promesa de que, si una de las partes es destruida, tambi¨¦n la otra lo ser¨¢. Si uno de los protagonistas de este ejemplo se procura una protecci¨®n y rasca al mismo tiempo sus cerillas, el otro se sentir¨¢ muy molesto, porque puede pensar que el primero va a poder defenderse. As¨ª, la URSS ve que el Gobierno de Estados Unidos proclama que va a dotarse de un sistema de defensa efectivo. Los sovi¨¦ticos tienen que pensar que el pueblo americano y sus aliados creer¨¢n que eso es cierto, y eso es todo lo que se necesita para tener una guerra nuclear destructiva. El sistema en s¨ª no tiene por qu¨¦ ser efectivo, basta que se piense que lo es. Por ello, un buen general no tratar¨ªa de desviar los esfuerzos del otro comenzando una guerra que luego va a perder. Pero no son los generales los que tienen aqu¨ª la culpa, sino, seg¨²n creo, los l¨ªderes que piensan estos planes y los anuncian sin ninguna base. No se hizo ning¨²n an¨¢lisis de las implicaciones de un sistema de defensa estrat¨¦gica como el que el presidente propuso, antes de que este pronunciara su discurso" (de 23 de marzo de 1983, en el que Reagan anunci¨® la SDI).Quien habla as¨ª es Richard Garwin, f¨ªsico, y se presenta del siguiente modo: "Trabajo para el Gobierno desde los a?os cincuenta. Una de las primeras cosas que hice fue dise?ar la bomba de hidr¨®geno, y tambi¨¦n jugu¨¦ un papel clave en el desarrollo de los misiles de crucero lanzados desde el aire. He trabajado todos estos a?os en la defensa contra misiles bal¨ªsticos, y sigo haci¨¦ndolo, pero no creo que interese a EE UU ni a sus aliados dotarse de un sistema de armas que no funciona ni gastar dinero en una investigaci¨®n que resulta arriesgada en lugar de contribuir a nuestra seguridad".
Reforzar la disuasi¨®n
El discurso de la Administraci¨®n, no exento de contradicciones, o al menos de matizaciones individuales, es quiz¨¢ menos aseverativo. Frank Gaffney, n¨²mero dos de Richard Perle, secretario adjunto para la Defensa, lo explica as¨ª: "Creemos que el objetivo de la SDI es primero y ante todo reforzar la disuasi¨®n para garantizar que la prevenci¨®n de la guerra nuclear, en un mundo de realidades y contextos estrat¨¦gicos cambiantes, seguir¨¢ siendo tan efectiva como lo ha sido hasta ahora ( ... ). El presidente habl¨® de un objetivo a largo plazo que consiste en convertir en impotentes y obsoletas todas las armas nucleares, no s¨®lo los misiles. Y creo que se trata, en verdad, de un objetivo a largo plazo, algo que es improbable que el programa SDI por s¨ª solo pueda conseguir ( ... ). Creo que una defensa no necesita ser perfecta, en la pr¨¢ctica, para reforzar la disuasi¨®n. La incertidumbre -a la que sin duda tendr¨ªamos que hacer frente- de hasta qu¨¦ punto nuestro sistema ser¨ªa realmente eficaz frente a un ataque sovi¨¦tico masivo, es s¨®lo aparente. La URSS tendr¨ªa tambi¨¦n una incertidumbre profunda sobre la efectividad de su ataque ( ... ). Todo esto va a tener un efecto interesante sobre las estrategias de inversi¨®n de los planificadores sovi¨¦ticos, unas inversiones que, a fin de cuentas, se basan en recursos limitados. Y creo que es posible demostrar que las nuevas inversiones en misiles bal¨ªsticos tendr¨¢n simplemente un valor dudoso ( ... ). Si ello se traducir¨¢ en una decisi¨®n sovi¨¦tica de renunciar con nosotros a los mis?les nucleares o s¨®lo en la voluntad de llegar a acuerdos para reducir nuestros arsenales, es algo que el tiempo dir¨¢".
Cambio de programa
Los cr¨ªticos, como Garwin, sostienen que este tipo de exposici¨®n demuestra que los objetivos actuales de la SDI est¨¢n lejos de ser los mismos que Reagan se?al¨® en su discurso de marzo de 1983, cuando lanz¨® un llamamiento a la comunidad cient¨ªfica para que proporcionara "los medios de convertir estas armas-nucleares en impotentes y obsoletas". "Supongamos que Reagan quiso realmente decir lo que dijo, pero el programa de la SDI no es ahora mismo eso", explica el f¨ªsico. "He contrastado", a?ade, "la visi¨®n inicial del presidente con el programa actual, que tiene, por ejemplo, como objetivo principal la protecci¨®n de los mis?les intercontinentales (ICBM), con el fin de reforzar la disuasi¨®n mediante la amenaza de respuesta, en lugar de sustituirla".
Por lo dem¨¢s, mientras que los cr¨ªticos niegan que el sistema pueda ser efectivo y el Gobierno deja este tema en suspenso porque dice que depende del resultado de las investigaciones, ambas partes difieren fundamentalmente en la previsi¨®n de los efectos de la SDI sobre las relaciones entre los bloques. La Administraci¨®n Reagan reitera que la SDI puede conducir a una reducci¨®n de arsenales. Garwin sostiene, en cambio, que la reacci¨®n de Mosc¨² ser¨¢ bien diferente y previsible: "Ahora mismo", dijo, "estamos modernizando nuestro arsenal nuclear ( ... ). Mosc¨² ve este proceso en combinaci¨®n con la SDI como una iniciativa norteamericana orientada a adquirir la capacidad de desarmar a la URSS, del mismo modo como el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, dijo hace tiempo p¨²blicamente que valorar¨ªa la consecuci¨®n de una defensa estrat¨¦gica por la URSS como la peor de las pesadillas imaginables".
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